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Justicia llega 5 años después

EN HONDURAS SU PRIMER TRABAJO FUE COMO PESCADOR

Injusticia.  Con apoyo del Centro Agustín Pro, Ángel ha sido entrevistado por periodistas internacionales, a quienes ha repetido el maltrato que sufrió por las autoridades durante su injusta reclusión.

Injusticia. Con apoyo del Centro Agustín Pro, Ángel ha sido entrevistado por periodistas internacionales, a quienes ha repetido el maltrato que sufrió por las autoridades durante su injusta reclusión.

AGENCIAS

Ángel Amílcar Colón Quevedo tiene intacto los recuerdos del 11 de septiembre de 2001: Ese día recibió una llamada de emergencia en Costa Rica, donde se celebraba un Congreso de la Organización Fraternal Negra Hondureña -asociación que presidía entonces-, en la que le avisaban que su primogénito había nacido.

"Lo de las torres gemelas me enteré al día siguiente; para mí la noticia del día fue que nació mi hijo. Cuando regresé a Honduras vi a mi esposa July con mi pequeño en brazos, al que le pusimos Ángel, como yo, y Elvir, porque así le decían a mi papá. Me sentí el más feliz del mundo", narra Ángel Amílcar con una sonrisa que contrasta con su tono de piel oscura y con la historia que trae a cuestas, porque este hombre hondureño de 37 años de edad pasó cinco años, seis meses y siete días en prisión, acusado de ser parte de una banda de delincuencia organizada, sin más pruebas que una declaración bajo tortura y el parte informativo de los policías y militares que lo golpearon y humillaron durante y después de su detención.

El jueves 16 de octubre, tras una batalla legal que involucró la ayuda de Amnistía Internacional y la aplicación del protocolo de Estambul para probar que hubo tortura, la Procuraduría General de la República (PGR) presentó "conclusiones de no acusación", por lo que lo exoneró de todos los cargos que le imputaron en 2009 y fue puesto en libertad.

 SALE DE LA POBREZA Y ENCUENTRA EL HORROR

En Honduras, su primer trabajo fue como pescador. A los nueve meses de edad perdió en un naufragio a su padre, Juan Colón, que se dedicaba a esa labor. Su madre, Jacinta Raquel, se hizo cargo de sus diez hijos y sobrevivieron a fuerza de explotar unas tierras heredadas y de seguir con el negocio de la pesca.

Su infancia "dulce", como la describe, la pasó estudiando y trabajando, entre árboles frutales y ayudando a su mamá en la pesca en su pueblo natal de Plaplaya, municipio de Juan Francisco Bulnes, departamento de Gracias a Dios, en una de las regiones más apartadas y de difícil acceso en Honduras, caracterizada por tener uno de los asentamientos más grande de la etnia garífuna, pueblo al que él y su familia pertenecen y que se formó a partir de la mezcla de indígenas de El Caribe y africanos esclavos que los ingleses deportaron a finales del siglo XVII.

También fue aspirante a sacerdote, estudió y trabajó como ingeniero civil y fue defensor de derechos humanos, al ser integrante de la Confederación de Pueblos Autóctonos de Honduras y fue presidente de la Organización Fraternal Negra Hondureña. Cuando dejó el cargo, comenzó a hacer trabajos de electricidad, pero eso no fue suficiente para pagar las facturas médicas de su hijo Ángel Elvir, quien enfermó a los siete años "de un cáncer que se le metió a los pulmones", como él explica.

"Mi hijo cada vez estaba peor. Me sentía rodeado de pobreza y estaba desesperado, así que decidí irme", dice con una sonrisa descompuesta; así se obliga a sonreír en medio de la adversidad, pues "es mejor tomar las cosas con humor, para no ponerme triste, seguir fuerte".

Con sus ahorros y préstamos de sus amigos, guardó en su bolsillo el equivalente a diez mil dólares y un teléfono celular, nada más; entonces llamó a su esposa; la siguieron sus hijos, quienes "se acomodaron en su lugar favorito del mundo: encima de mí" y le explicó a July que se iría. Aquel enero de 2009 Ángel Amílcar dejó el calor de su hogar y de El Caribe para tratar de llegar a Nueva York, donde su hermano Doroteo lo estaba esperando. Ese día inició su penar.

-Ya habías viajado al extranjero antes por medio de las organizaciones a las que pertenecías ¿Por qué elegiste ir sin papeles hacia Estados Unidos?

-Me pareció más sencillo así; mis hermanos ya estaban allá y ya estaban de manera legal, pensé en irme igual que ellos.

De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones anualmente ingresar a nuestro país 400 mil personas; de esa cifra, se estima que 35 por ciento proviene de Honduras.

El primer "pollero" le cobró 5 mil dólares para cruzarlo a Estados Unidos, pero lo abandonó en cuanto entró a México. En la ciudad de Emiliano Zapata, Chiapas, vivió con una señora que le ofrecía comida, donde dormir y que le prometió que por mil dólares lo cruzaría. Él aceptó, pero el camión donde viajaba lo dejó en el DF y unas personas que lo recibieron no lo dejaron salir de su casa hasta que pagó lo acordado.

En marzo consiguió a otro "coyote", llamado Rolu; también le prometió dejarlo en tierra estadounidense y tampoco cumplió: lo entregó a unas personas que lo mantuvieron en una casa con puertas y ventanas tapiadas.

El 9 de marzo, a cuatro días de estar recluido, escuchó una trifulca seguida de balazos. Sintió mucho miedo, pero el instinto de conservación lo hizo salir del cuarto. Frente a él encontró un baño cuya ventana estaba rota y, sin perder más tiempo, saltó de un segundo piso, corrió hacia un área con vegetación para cubrirse y se escondió junto a un tubo azul del desagüe.

Permaneció ahí pecho tierra, entre el olor fétido y el sonido de helicópteros que sobrevolaban la zona, cuando de pronto sintió una bota que lo aplastaba contra el suelo y una vara metálica que le golpeaba en una de las costillas. La policía lo detuvo junto a otras diez personas, acusándolos de delincuencia organizada y de tener armas y drogas en la casa. A Ángel le negaron su derecho de atención consular.

Luego de varias horas de recorrido a bordo de la patrulla, fue llevado a las instalaciones de la policía estatal en Tijuana, donde recibió la primera tanda de tortura, que consistió en asfixiarlo con una bolsa, la cual él mordió para hacer un agujero y poder respirar; eso le acarreó golpes "de castigo". Después fue llevado a un cuartel militar. Los abusos continuaron.

"Me golpearon el pecho, el vientre, los testículos. Me obligaron a limpiarles los zapatos con mi propia saliva. Los policías y militares se reían de mí, me decían pinche negro, "Memín Pinguín", ¿dónde tienes la droga pinche negro colombiano?", los otros detenidos igual estaban desnudos, pero también se reían. "Su objetivo era claramente humillarme", asegura.

Al día siguiente lo llevaron ante el Ministerio Público, en donde le hicieron firmar hojas en blanco, le tomaron sus huellas dactilares y una supuesta declaración que nunca apareció en los archivos oficiales como él la dio. Después fue formalmente acusado de los delitos de delincuencia organizada, contra la salud, acopio de armas y posesión de cartuchos; luego de 77 días de arraigo le fue dictado auto de formal prisión y recluido en un penal federal en Nayarit. Ahí las torturas siguieron con comida descompuesta, choques eléctricos, golpes y humillaciones, principalmente por el color de su piel.

El informe "Migrantes en prisión, otro destino trágico", realizado por el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro señala que de mayo a octubre de 2013 hay mil 219 centroamericanos en prisión en nuestro país, según datos proporcionados por las entidades. De esa cifra, el 25 por ciento es originario de Honduras.

Amnistía Internacional, en tanto, señala que la tortura a presos aumentó 600 por ciento en el sexenio de Felipe Calderón y desde 2010, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) ha recibido más de 7 mil denuncias de tortura.

 'NO LOGRé CUMPLIR LA MISIÓN'

Durante su viaje, Ángel se comunicaba con July regularmente, pero de pronto sólo hubo silencio. Hasta el 30 de septiembre de ese año volvería a escuchar a su esposo. Ninguno de los dos tenía noticias buenas: él le contó de la detención, de los abusos. Ella le dijo que Ángel Elvir "no estaba más en este mundo, había perdido la batalla contra el cáncer".

La lluvia cae a sus espaldas, está sentado, ahora como hombre libre, en una silla bajo un techo en el patio del Centro Agustín Pro. Ángel ha sido entrevistado por periodistas de varios países y ha repetido su historia. No importa cuántas veces lo diga, porque cuando habla de su hijo los ojos se le llenan de lágrimas, su mente inevitablemente regresa al momento en que su mujer le dio la noticia. "Él era la razón de todo esto. Por él salí de Honduras, pero no lo logré, no logré cumplir la misión", dice con los ojos anegados y sin la sonrisa que lo caracteriza.

 EXIGE REPARACIÓN DEL DAÑO

Denise Gónzalez Núñez, quien coordinó el trabajo del informe "Migrantes en prisión", asegura que uno de los principales problemas es al abandono por parte de las instituciones de justicia, a quienes se les niega derechos tan básicos como una llamada internacional o solicitar ayuda consular, como ocurrió con Ángel.

El siguiente paso es exigir la reparación del daño, para lo cual cuenta con la ayuda legal del Centro Pro, que emprenderá un litigio en contra de la PGR, la Secretaría de la Defensa Nacional y la Policía Federal, más otras dependencias. Además, pretende regresar a Honduras con su querida July y su hijo menor, Alexander, a seguir luchando de la mano de organizaciones sociales en favor de la vida y de la libertad.

37

AÑOS

Tiene el hondureño que se ha vuelto activista.

Comunidad bajo tierra

⇒ 2009. 7 enero. Sale Ángel Amílcar de Honduras hacia la ciudad de Nueva York.

⇒ 12 febrero. Llega a la ciudad de México donde consigue transporte hacia Tijuana, Baja California, pasando por la siguientes metrópolis: Guadalajara, Guamúchil, Los Mochis, Navojoa, Guaymas, Hermosillo, Santa Ana, Sonoita, San Luis Río Colorado, Mexicali.

⇒ 1 marzo. Llega el hondureño a la ciudad de Tijuana.

⇒ 5 de marzo. Conoce a "Rolu", quien lo traslada a la casa de seguridad.

⇒ 9 marzo. Es detenido y falsamente acusado de pertenecer a una banda criminal, además de poseer armas y drogas.

⇒ 28 de mayo. Lo trasladan al Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) en Tepic, Nayarit.

⇒ 2014. 16 octubre. Dejan en libertad a Ángel Amílcar.

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