Salvajes, 2012.
Hollywood ha abordado el tema del narcotráfico a través de diversos puntos de vista. Savages, Traffic y The counselor son tres largometrajes que dan cuenta de lo anterior, tratando desde distintas ópticas un mismo tema: la amenaza de los cárteles mexicanos para la sociedad estadounidense.
El 25 por ciento de los estudiantes de educación media superior (high school) de Estados Unidos consumen drogas. Hollywood ha abordado el tema desde todos los puntos de vista posibles: consumo, tráfico, lucha contra el narco, la vida de lujos exorbitantes, generada por su comercialización; asimismo, ha abarcado el tema desde diferentes perspectivas: comedia, melodrama, tragedia.
En la mayoría de los casos, los enemigos de los protagonistas son las terribles mafias que controlan el tráfico de estupefacientes. Lo que Hollywood es incapaz de reconocer es que el problema de las drogas sólo refleja el grado de descomposición en que se encuentra la sociedad norteamericana: Estados Unidos es el mayor consumidor de sustancias prohibidas en el mundo.
Ante esta realidad, la pregunta que asalta es muy obvia. Sólo se tiene que imaginar el siguiente escenario: ¿qué pasaría si se lograra abatir de manera absoluta la introducción y venta de drogas durante un lapso de tiempo determinado, quizá un mes, en la Unión Americana?, ¿qué podría hacer el gobierno ante el reclamo de millones de adictos afectados por el síndrome de abstinencia?, ¿qué repercusiones tendría para la mayor economía del mundo una situación semejante? Se está jugando a imaginar.
A continuación, tres películas en las que se aborda, desde diferentes perspectivas, un mismo tema: la amenaza de los cárteles mexicanos para la sociedad estadounidense.
OLIVER STONE
Oliver Stone es un director que desde sus primeras películas ha buscado escandalizar. Recordemos su filmografía: Platoon (1996), Nacido el 4 de julio (1989), The doors (1991), JFK (1991), Asesinos por naturaleza (1994) y Alejandro Magno (2004). Con todas ellas logró causar un profundo impacto en los espectadores. Stone es reconocido por su extraordinaria habilidad para contar historias, con un innovador uso del lenguaje cinematográfico, es decir, de un montaje novedoso.
En 2012, dirigió Savages (Salvajes), donde podemos ver su personal perspectiva respecto al problema del tráfico de drogas, los cárteles mexicanos y, sobre todo, la cuestión del consumo.
Ben (Aaron Taylor-Johnson) y Chon (Taylor Kitsch), son dos típicos jóvenes emprendedores californianos, que han incursionado con mucho éxito en el fabuloso mundo del cultivo de la mariguana. Chon es un excombatiente que trajo las semillas de la mejor cannabis del mundo desde Afganistán; Ben, que es un genio para la ciencia y las finanzas, se ha encargado de mejorarla, con lo que han garantizado producir la mejor hierva posible.
Ambos viven en un mundo de ensueño, “en el paraíso, Laguna Beach, California, donde dicen que Dios se estacionó el séptimo día, pero se lo llevó la grúa en el octavo”, narra una voz en off, correspondiente a O (Blake Lively), la “o” de Ofelia, quien es la novia compartida, en «buena onda», de Ben y Chon.
Este mundo tan cool se ve amenazado por la intransigencia del “Mexican Baja Cartel” que quiere apoderarse de su próspero negocio. Elena (Salma Hayek) y su cruel lugarteniente Lado (Benicio del Toro), se topan con el ingenio, creatividad y valor de los protagonistas para defender lo que les pertenece: el negocio de la mariguana y O. Ben y Chon están dispuestos a sacrificarlo todo “para proteger a nuestros niños y nuestras libertades”, concluye la voz en off de O, como colofón de la historia.
Como en sus anteriores trabajos, el mensaje de Stone es escandaloso y ambiguo. La cinta se encuentra a años luz de la autocrítica.
STEVEN SODERBERGH
En 1989, Steven Soderbergh, de tan sólo 26 años de edad, ganó la Palma de Oro del Festival de Cine de Cannes, en Francia, con su cinta Sex, lies, and videotape (Sexo, mentiras y video), su primer largometraje. A partir de ahí, ha realizado cintas como Out of Sight (Un romance muy peligroso) (1998), Erin Brockovich (2000), Solaris (2002), Che (2008) y Oceans 11, 12 y 13.
En el año 2000, con la participación de Michael Douglas, Benicio del Toro y Catherine Zeta-Jones, realizó Traffic, en donde aborda de manera global el problema de las drogas, el tráfico, la corrupción, el combate y, sobre todo, el consumo de sustancias prohibidas.
En este filme, narra tres historias: la de Javier Rodríguez (del Toro), un policía mexicano que, de manera ineludible, va escalando el camino del narcotráfico hasta llegar a una momentánea posición de poder. La corrupción y la impunidad que todos conocen.
La otra historia es la de Helena (Zeta-Jones), mujer de clase económica alta, quien de manera repentina, se entera del origen del dinero de su marido, cuando éste es arrestado acusado de tráfico de sustancias prohibidas. Una vez recuperada de la sorpresa inicial, Helena se volverá una defensora despiadada de sus privilegios, recurriendo a toda clase de estrategias, sin importar que estén por encima de la ley. Es la ambición y el culto a la riqueza sin escrúpulos.
La tercera historia es la más interesante. Douglas encarna al conservador juez Robert Wakefield, que acaba de ser nombrado zar antidrogas de Estados Unidos por el presidente. Se tiene que trasladar a Washington para tomar posesión de su cargo, pero de manera repentina, un asunto familiar lo obliga a retrasar su partida: su hija adolescente Caroline tiene severos problemas por el consumo de estupefacientes.
“No sé cómo librar una guerra contra mi propia familia”, declara amargamente el juez Wakefield, al verse abrumado por la condición de su propia hija. Por fin, una película en la que aparece la autocrítica y la aceptación de que, en gran medida, el problema de las drogas es el consumo por parte de la sociedad norteamericana. El fenómeno es global, no es exclusivo de los cárteles mexicanos o colombianos.
RIDLEY SCOTT
Mencionar a Ridley Scott es hablar de uno de los más grandes cineastas de Inglaterra. Desde Los duelistas (1977), Alien, el octavo pasajero (1979), Blade runner, 1982, Thelma y Louise (1991), hasta las más recientes, como Gladiador (2000), Black Hawke (2001), Gangster americano (2007), Robin Hood (2010) o Prometheus (2012), Scott ha demostrado ser uno de los grandes maestros de la narración cinematográfica. Es posible que no se le considere uno de los grandes creadores del cine, pero su historial cinematográfico avala una fructífera carrera. Se trata de un director de una precisión escrupulosa y una sutileza exquisita.
Muestra de lo anterior es su más reciente trabajo, The counselor (El abogado de la mafia) (2013). Si bien es cierto que el tema que aborda, el narcotráfico, sus causas, sus motivaciones y sus consecuencias, es muy aberrante, el tratamiento que le imprime es sugerente y elegante.
El consejero (Michael Fassbender) es un brillante abogado que ha logrado acumular una considerable fortuna. Se ha comprometido con una bella mujer, Laura, (Penélope Cruz), de la que se encuentra muy enamorado. Se ha asociado con Reiner (Javier Bardem) y con Westray (Brad Pitt), para introducir drogas a Estados Unidos, por una razón muy simple: la codicia.
Lo que no han tomado en cuenta es que en un mundo así, sólo impera la ley del más ambicioso, que en este caso resulta ser la novia de Reiner, Malkina (Camero Díaz), que en su afán por enriquecerse, se llevará a todos por delante.
Lo importante no es lo que se ve en la pantalla, sino lo que los diálogos de los personajes sugieren. El jefe del cartel mexicano, Rubén Blades, explica de manera alegórica, la terrible situación a la que la codicia del consejero lo ha conducido. El narcotráfico adquiere la condición de una fuerza de la fatalidad. Como muchos de los trabajos de Ridley Scott, The counselor, soporta verla dos o tres veces.
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