La autoestima en la infancia
La autoestima, el valor que cada quien se da a sí mismo, está fundamentada en un proceso que inicia desde la infancia y que determina gran parte del comportamiento de una persona en su edad adulta. Es por eso que es importante que los padres sepan fomentarla. ¿Cómo hacerlo?
La palabra autoestima puede sonar rimbombante o poco comprensible para algunas personas; no es así, la definición más clara y sencilla la encontramos principalmente en los libros de psicología o de desarrollo humano: el juicio que una persona hace de su autovalía.
En la actualidad es común escuchar frases que se aplican refiriéndose a personas como: “tiene baja autoestima”, o bien: “maneja buena autoestima”.
Sigmun Freud y Erik Erickson precursores de teorías de la personalidad, postularon respectivamente, que la personalidad se forma en la niñez cuando los infantes se enfrentan a conflictos inconscientes y a las exigencias de la vida civilizada y se enfatiza la influencia de la sociedad en el desarrollo de la personalidad.
La autoestima es una parte importante de la estructura de la personalidad del individuo. El concepto de 'sí mismo' puede ayudar de forma positiva o negativa predominante en el desarrollo del ser humano.
Es importante fomentarla y apoyar a los menores a construir una autoestima favorable ya que es una herramienta de la cual puede depender el éxito o el fracaso de su vida futura en el ámbito social y laboral, así como en las relaciones interpersonales y afectivas.
¿Cómo contribuir al proceso?
Los padres, maestros, tutores o instructores que están cerca de los menores o se hacen cargo de guiarlos, pueden jugar un papel importante en su equilibrada o baja autoestima. Desde su nacimiento, las personas necesitan una reafirmación constante en el proceso del desarrollo. Reconocer constantemente las buenas acciones, el buen comportamiento, las buenas notas y las felicitaciones escolares, al mismo tiempo que se refuerzan los valores, son acciones que ayudan mucho en el proceso. Esa es la mejor estrategia para poder lograr que los niños vayan construyendo una sana autoestima que les permita ser felices durante la adolescencia y mantener una buena interacción con sus iguales, con confianza y seguridad, sin miedos ni complejos, hasta la edad adulta, en la cual pueda actuar con firmeza y objetividad.
Los padres, familiares y maestros que estimulan, fomentan y aprueban la independencia de los niños, lograrán que desarrollen su autoconfianza y se sientan seguros de que su comportamiento y su desempeño es aprobado y que, por lo tanto, cuenta con valía y aceptación.
Las etiquetas que como adjetivos calificativos negativos suelen colocarse de manera explícita o implícita a las personas, son marcas que pueden estorbar para que se desarrolle en la persona un autoconcepto y por lo tanto una autoestima sana; por ejemplo, si al niño se le dice desde pequeño que es un burro, que es desobediente, que es sucio, que es desordenado e infinidad de calificativos como estos, que en la vida cotidiana, durante los regaños, se les mencionan de forma natural e inofensiva a los niños con el fin de corregir su conducta, pueden provocar que vayan acumulando esa información hasta que forme parte de su archivo de comportamiento y actitudes, y si, efectivamente, la persona será y se comportará como todos esos calificativos que desde pequeño se le mencionaron.
La mejor manera y la más adecuada para ejecutar una vigilancia y corrección hacia la educación de un niños es de forma positiva, es decir, para que el mensaje sea efectivo y pueda eliminarse la conducta negativa, en vez de decirle que es sucio, decirle que necesita estar limpio; en vez de decirle que es desordenado, decir que se está comportando de forma desordenada, así, su cerebro no registrara la información de que él es desordenado, sino que su conducta está siendo desordenada, y por lo tanto dicha conducta sí se puede modificar de forma positiva hacia el orden.
Entonces de manera lógica, es conveniente reafirmar los calificativos positivos, diciendo, por ejemplo: “tú eres obediente”, “tú eres limpio”, “tú eres inteligente”, y el cerebro lo registrará de forma literal. Así es como se puede ir construyendo la autoestima de un menor.
Estos niños suelen sentirse incluidos en el entorno que los rodea desarrollándose paso a paso en cada una de sus etapas.
Si por el contrario, el niño a través del desarrollo de su infancia, se encuentra en un ambiente hostil, en el cual solamente recibe críticas hacia su persona y desaprobaciones hacia sus actitudes y habilidades, aprenderá que lo que hace, lo que dice y lo que es no vale. Bajo este resultado, sus relaciones interpersonales, sociales y laborales se verán afectadas, ya que la inseguridad de su 'autovalía' estará en duda a la hora de expresar una opinión o de ejecutar una actividad, esto puede manifestarse en la niñez, en la adolescencia y hasta en la edad adulta.
Los beneficios
Son niños adaptables, seguros cuando se expresan, sociables, inteligentes, obtienen calificaciones satisfactorias, son emocionalmente fuertes, con bajas probabilidades de padecer enfermedades, su desarrollo físico, intelectual y emocional son congruentes, tienen relaciones respetuosas con los adultos, son niños fáciles de motivar y toman sus propias decisiones con respecto a sus edad.
Consecuencias de la baja autoestima
Pueden ser niños en exceso dependientes, retraídos y muy ansiosos; tartamudean al hablar, no pueden expresar sus sentimientos, se comen las uñas y presentan serias dificultades para tomar sus propias decisiones. En algún momento pueden tener también un comportamiento rebelde; en muchas ocasiones son niños víctimas del acoso escolar o acosar a otros.
La situación puede ocasionar además algunos problemas de salud; los pequeños con baja autoestima suelen ser enfermizos, llegan a padecer alergias o enfermedades respiratorias, también sufren erupciones en la piel y caída excesiva de cabello. Llegan a desarrollar trastornos del sueño y de alimentación y del sistema digestivo.