La caída del muro
No es que físicamente se haya caído un muro. Las cosas ocurrieron de manera muy distinta.
Era el 9 de noviembre de 1989. Las protestas contra el régimen comunista de Alemania oriental, y en particular contra las restricciones de viaje, habían venido creciendo. Ese día hubo un confuso anuncio gubernamental según el cual ya no se restringiría la salida de los ciudadanos de Alemania oriental.
Miles de personas se aglomeraron en las puertas de cruce en el muro de Berlín y pidieron que se les abriera el paso. Los guardias, que durante décadas habían recibido órdenes de disparar contra quien quisiera cruzar de manera ilegal, no supieron qué hacer. Sus propios mandos no tenían instrucciones. Finalmente dejaron que la gente pasara. Este simple hecho tendría mayores repercusiones que un terremoto.
Los ciudadanos de Alemania oriental que cruzaron las puertas del muro esa tarde y noche sólo se pasearon durante horas por Berlín occidental. Más que un movimiento político parecía un shopping trip. Los visitantes admiraban los lujosos aparadores de Berlín occidental, aunque difícilmente podían comprar algo. Sus “marcos orientales” no les alcanzaban para adquirir los costosos productos en las tiendas.
Quizá muchos de los que atravesaron la frontera habían soñado durante años con escapar a Alemania occidental. Pero conforme pasaron las horas virtualmente todos regresaron a sus hogares en Berlín oriental. No tenían dónde pasar la noche en occidente. No tenían trabajo ni tenían dinero.
El gobierno comunista de Alemania oriental ya no volvió a restringir el libre movimiento de las personas, pero no pasó mucho tiempo para que se desmoronara. Una coalición encabezada por una rama de la Unión Demócrata Cristiana triunfó en las primeras elecciones libres en Alemania oriental en 1990. El 3 de octubre de 1990 Alemania oriental se reunificó con la otra parte del país bajo un régimen de libertades económicas y políticas.
La caída del régimen germanooriental fue sólo el preludio de un movimiento más amplio que en unos cuantos años llevó al derrocamiento de todos los gobiernos comunistas de Europa del este. La propia Unión Soviética, que había sido el centro del imperio comunista, desapareció en 1991. Sólo quedaron como fósiles del viejo régimen la Cuba de los hermanos Castro y la Corea del norte de la dinastía Kim.
Un cuarto de siglo después los recuerdos se desvanecen peligrosamente. Algunos ven con nostalgia un tiempo del que preservan en mente sólo destellos. Otros se declaran en rebeldía contra la economía libre porque no conocen las consecuencias de un sistema de control gubernamental. Algunos más recurren a las viejas ideas del marxismo porque al gobernar quieren tener poderes absolutos. Países como Venezuela, Ecuador y Bolivia están, de hecho, construyendo sistemas que toman su inspiración del viejo comunismo soviético.
Hoy es un buen momento para recordar la construcción del muro en 1961 y su caída en 1989. El muro fue resultado y símbolo de un sistema autoritario y fallido. Sólo la desmemoria puede engañarnos y hacernos creer en una utopía que tenía que encerrar a la gente detrás de un muro para que no huyera.
Twitter: @SergioSarmiento