La caja de recuerdos
Guardar la caja de cereal en el refrigerador o meter el teléfono al microondas son señales de que algo no anda bien con la memoria. Si de pronto olvida hasta cómo vestirse es hora de visitar al especialista.
Atesoramos infinidad de recuerdos, algunos llegan súbitamente y otros cuesta trabajo traerlos. Quizá un plato humeante de sopa le lleve de inmediato a la niñez en la casa materna. O tal vez la cara de un desconocido le resulta familiar y no logra acordarse con certeza de quién se trata. Todas estas conexiones forman parte de un proceso mental que requiere cuidado y estimulación.
J. Andrés Venegas Torres, médico especialista en neurología, explica que la memoria es un proceso mental que nos permite almacenar información para recordarla más tarde.
EL PROCESO DE LA MEMORIA
El doctor Venegas comenta que hay tres etapas que intervienen en el proceso de la memoria. En la primera, la información es recibida y registrada por alguno de nuestros sentidos, por ejemplo: tacto, oído o vista. Una vez que el estímulo sensitivo se ha recibido y registrado, esta información se mantiene temporalmente como memoria a corto plazo.
La segunda etapa consiste en el almacenamiento y retención de la información en una forma más o menos permanente, que es la memoria a largo plazo. Es en esta etapa, el proceso es reforzado por la repetición o asociación con otra información que se tenía almacenada.
La etapa final es el recuerdo o recuperación de la información almacenada, lo cual es un proceso de movilización de nuestros recuerdos, también llamada memoria declarativa. Es importante mencionar que cada fase depende de la integridad de las etapas previas.
Existen diferentes tipos de memoria, los cuales están basados en el período de tiempo que pasa entre la presentación del estímulo y la recuperación del recuerdo. El recuerdo inmediato es la capacidad para recordar hechos que sucedieron segundos antes, como cuando se dicta un número telefónico.
La memoria reciente permite recordar los hechos que suceden en el día a día como qué desayunamos o las noticias. Estrictamente hablando, es la capacidad de aprender nueva información y recuperarla después de un intervalo de minutos, horas o días. La memoria tardía es la habilidad de recordar hechos o eventos que ocurrieron en los años previos, como los nombres de maestros o amigos de la primaria, fechas de cumpleaños o eventos históricos. “Generalmente la memoria mediata y la inmediata, son las que se pierden con mayor rapidez en procesos degenerativos del cerebro”, acota el especialista.
¿CÓMO FUNCIONA?
Para que la memoria funcione adecuadamente, otras funciones cerebrales como la atención y concentración deben estar intactas. El doctor Venegas Torres explica que si al escuchar una conferencia se tienen distractores como checar constantemente el celular o charlar con la persona de al lado, el proceso de memorización no funcionará de forma óptima.
“Los recuerdos quedan almacenados en un área que tiene que ver con el hipocampo. El sistema hipocámpico se asocia a la llamada memoria episódica y espacial. Las personas con daño hipocámpico, en especial en el derecho, presentan problemas para la ubicación de objetos individuales en el ambiente”.
El hipocampo es el que se afecta cuando hay un proceso demencial. Otra parte fundamental para el proceso es la amígdala, que es una estructura que se relaciona con recuerdos un poco más primitivos que nos permite recordar la memoria olfativa. De acuerdo con Venegas Torres, oler el perfume de la abuela puede transportar a la persona a su niñez.
EDAD Y MEMORIA
Hay personas de edad adulta con excelente memoria, y jóvenes que no logran recordar lo que hicieron una semana atrás. Y es que según el especialista en neurología, la edad no es un factor determinante para perder la memoria, aunque sí hay un cierto deterioro en los procesos mentales.
Las afectaciones en la vida diaria de las personas son un foco rojo para los especialistas, y el problema es aún más grave cuando el enfermo no recuerda el nombre de cosas comunes como el salero o la cuchara, o si la persona tiene problemas para vestirse o realizar los mínimos actos dentro de su rutina diaria. “Cuando no reconocen caras, no pueden vestirse en el orden correcto o no pueden hacer sus actividades diarias en forma independiente, debemos hacer pruebas para determinar si hay una afectación demencial”.
De esta manera, los neurólogos y su equipo realizan pruebas neuropsicológicas que evalúan específicamente el estado de las funciones mentales. Sin embargo, antes de las pruebas, el doctor Andrés Venegas indica que hay que preguntarle al paciente si los problemas de memoria interfieren con sus actividades diarias.
“Con las pruebas determinamos la áreas afectadas, en muy pocas ocasiones sólo se ve afectada la memoria. En la mayoría de los casos se presentan varias afectaciones. Las pruebas nos permite ver cómo están la atención, concentración, memoria, lenguaje, funciones ejecutivas y espaciales”.
CUERPO SANO, MENTE SANA
Una alimentación saludable y ejercicio, regularmente derivarán en una mente sana. Según recomienda el neurólogo Venegas Torres, la salud corporal tiene un gran impacto en la mente. Mantener hábitos de vida saludables permitirá prevenir enfermedades cardiovasculares que puedan dañar el cerebro, ya que la embolia y el derrame cerebral son la segunda causa de demencia, sólo después de la enfermedad de Alzheimer.
Estudiar un idioma diferente al propio, o bien, mantenerse activo intelectualmente, ayuda considerablemente para tener una mayor reserva cerebral. De acuerdo al especialista, en numerosos estudios se ha visto que al aprender otra lengua, se retardan procesos degenerativos. “Esto no quiere decir que una persona que estudia muchos idiomas o tenga varias carreras es inmune a presentar un problema de Alzheimer, pero sí va a tener mayor reserva cerebral para contrarrestar los daños”.
Aunado a la actividad mental, es insoslayable tener un control de enfermedades crónicas como la hipertensión arterial, ya que mantener cifras de presión arterial normal puede prevenir un daño vascular.
ALZHEIMER
De acuerdo a estudios realizados en el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía “Manuel Velasco Suárez”, en México más de 350 mil personas están afectadas por la enfermedad de Alzheimer, y anualmente mueren cerca de 2,030 pacientes. En Estados Unidos, hay cuatro millones, y cada año mueren más de cien mil, convirtiendo a esta enfermedad en la cuarta causa de muerte entre adultos. Se estima que una de cada tres personas enfrentará esta enfermedad en algún ser querido o familiar.
El organismo expone que los síntomas característicos de la enfermedad de Alzheimer son: pérdida de la memoria, de las habilidades de lenguaje (dificultad para encontrar los nombres de las palabras), alteraciones del pensamiento abstracto, juicio pobre, desorientación en lugar, tiempo y persona, cambios en el estado de ánimo, conducta y personalidad. El resultado general es un notorio decaimiento en las actividades personales y el desempeño en el trabajo.
Olvidar las cosas es común como parte del proceso de envejecimiento, que frecuentemente comienza en la cuarta década de la vida. La mayoría de las personas han experimentado alguna vez el olvido de nombres, citas o el lugar donde dejaron las llaves. Sin embargo, este olvido normal difiere de la enfermedad de Alzheimer, ya que el paciente frecuentemente se pierde en lugares conocidos, olvida nombres de familiares y personas conocidas, tiene problemas para contar dinero, se le olvida cómo vestirse, leer y escribir, además de perder la capacidad y habilidad para utilizar herramientas de la vida diaria como llaves o puertas.
La enfermedad de Alzheimer no hace distinción de clase socioeconómica, raza ni grupo étnico, afecta por igual a hombres y mujeres, aunque más frecuentemente a personas de edad avanzada, aproximadamente un diez por ciento en mayores de 65 años y un 47 por ciento en personas de 85 años, aunque también puede presentarse en personas jóvenes (35-50 años).
GIMNASIA MENTAL
El Instituto Nacional sobre el Envejecimiento de Estados Unidos (NIA) indica que una combinación de pequeños ejercicios mentales, hábitos saludables y una alimentación sana, es la clave para ejercitar la memoria de todos, no sólo la de los adultos mayores.
Planée sus actividades, haga listas de lo que tiene que hacer y use ayudas para la memoria como notas y calendarios. Algunas personas encuentran que recuerdan las cosas mejor si mentalmente las conectan con otras cosas significativas, como un nombre familiar, una canción, libro o programa de televisión.
Desarrolle intereses o pasatiempos y manténgase involucrado en actividades que puedan ayudar tanto a la mente como al cuerpo.
Participe en actividades físicas y haga ejercicios. Varios estudios han asociado el ejercicio (por ejemplo, caminar) con un mejor funcionamiento del cerebro, a pesar de que se necesitan más investigaciones científicas para decir con seguridad si el ejercicio puede ayudar a mantener la función del cerebro, prevenir o retrasar los síntomas de la enfermedad de Alzheimer.
Limite el uso de alcohol. A pesar de que algunos estudios sugieren que el uso moderado de alcohol tiene beneficios para la salud, tomarlo en cantidades excesivas durante períodos muy cortos de tiempo puede causar pérdida de la memoria y daño permanente al cerebro con el paso del tiempo.
Busque actividades, tales como ejercicios o pasatiempos, para aliviar las sensaciones de estrés, ansiedad o depresión.
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