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La chispa de la vida

GIBERTO SERNA

Leí en este periódico una noticia que debió ser, en su caso, de índole sensacional, de quienes somos, de que estamos hechos, sin olvidar que quien todo lo dispone nos ha creado a los seres humanos a su imagen y semejanza. De acuerdo con el resultado no obstante que algunos reputados estudiosos del tema no aceptaron la conclusión de que somos resultado del estrellamiento de un asteroide contra la tierra que creó lo que pueden considerarse piezas cruciales de los componentes básicos de la vida, que dio lugar a que se sostenga en ciertos círculos científicos, que no aprueban la aseveración, de que la vida terrestre comenzó hace 4 mil millones de años y por lo que la prueba de laboratorio utilizando un rayo láser no fue un experimento viable, no obstante lo impresionante que pudo ser, dado que respalda una vieja teoría terráquea de que la vida tiene su origen en el espacio exterior de donde llegó con un estruendo en que se conjuntaron piezas cruciales de los componentes básicos de la vida.

Ahora que existen aún numerosos pasos misteriosos que se ignoran quien los dio y como ocurrieron lo que quizá no llegue a develarse nunca jamás. Lo que hicieron los científicos en un laboratorio fue usar un poderoso láser pretendiendo recrear lo que puede ser la chispa original de la vida en nuestro planeta. Según el reporte bastó una fracción de segundo para que un rayo invisible tocara la arcilla junto con una mezcla química, generara un calor de más de 4 mil 204 grados Celsius, equivalente a la generación de dos plantas nucleares. Lo que produjo el equivalente a unos mil millones de kilovatios de energía en una fracción de centímetro.

Hasta aquí la nota que publicó en su página internacional el Siglo de Torreón junto con una foto del fenómeno que se parece a una flor brillante casi idéntica en su configuración a una flor silvestre que se da o se daba en la franja u orilla de las antiguas banquetas a las que, niños al fin, arrancábamos aquí en la ciudad de Torreón tomándola del tallo y a continuación soplándole para provocar que salieran flotando las minúsculas semillas, que semejaban paracaídas llevadas por el viento, lo que para nosotros era todo un espectáculo. Allá los científicos como niños de párvulos, dispararon el láser contra arcilla y una mezcla química buscando crear los componentes básicos de la vida.

El origen de la vida, se dice, está en las explosiones cósmicas, que tuvieron lugar hace un titipuchal de millones de años mucho antes de que existiéramos. Aunque hay que decir que nuestras vidas están estrechamente ligadas con la materia de que se componen las estrellas que nos heredaron, por así decirlo, nuestros ingredientes originales. En efecto, el hierro es un elemento que corre por nuestra sangre, el calcio de los huesos que nos mantiene erguidos, el carbono de nuestro ADN, el oxígeno que respiramos, todo ello nació de la fusión de los protones en el interior de una estrella. La afirmación de que somos hijos de las estrella no es pues aventurada ni surgida de una mente calenturienta. Cuando una supernova explota, de su núcleo salen despedidos hacia el espacio elementos de la vida, por lo que es lógico, se dispersan por todo el vecindario a una velocidad inimaginable. Los tales elementos de la vida se distribuyen así por todo el cosmos. ¿A usted mirado en una oscura noche las estrellas que inundan la bóveda celeste?. Es un espectáculo gratuito pero las ciudades modernas con su luminosidad nos han hecho olvidar de donde venimos.

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