Cuando una persona se equivoca, falla, erra o simplemente no consigue el resultado deseado, normalmente ofrece una disculpa y probablemente sea objeto de una llamada de atención.
Eso ocurre en todos los órdenes de la vida, sea usted profesionista, comerciante, empleado federal, esposo o padre de familia. A lo que me refiero es que, desde la más temprana edad, sobre todo aquellos que tuvimos la suerte de ser inculcados con valores y principios, entendimos que a toda acción hay una reacción y que la equivocación, si bien es una constante de la condición humana, debe ser reconocida y reparada.
Pero en el futbol de nuestro país esto cambia radicalmente y si no me lo cree, ahí le van algunos botones de muestra.
La Selección Nacional, en voz de sus jerarcas y el técnico Miguel Herrera, prometió, por lo menos, el quinto partido en el Mundial de Brasil y no lo cumplieron. En lugar de disculparse, vino la euforia colectiva, el "no era penal" y lo que debió considerarse un fracaso se transformó en victoria.
Hace unos días, el técnico de Santos, Pedro Caixinha, arremetió contra el América diciendo que recibe ayuda arbitral. La denuncia, si es que así puede considerarse, se da justo cuando los Guerreros iban a enfrentar al superlíder de la competencia. Los de Coapa le meten cuatro a uno al cuadro del portugués que por cierto, había caído por idéntico marcador en Tijuana la jornada anterior. Luego de esos dolorosos descalabros, el estratega albiverde sale a decir: "No hay que hacer catástrofes".
Pumas ganaba cómodamente a Jaguares en Ciudad Universitaria el pasado domingo. Sobre la hora viene un disparo franco a las manos de Alejandro Palacios, guardameta del cuadro del Pedregal, y en forma por demás inexplicable, el "Pikolín" malabarea el balón y lo termina introduciendo en su cabaña. Hoy su compañero Eduardo Herrera sale a la palestra para afirmar que el meta universitario "no tiene por qué disculparse de nada".
En la racha negativa que tienen las Chivas, reciben ante el Puebla la oportunidad de ganar el partido mediante la marcación de un dudoso penal. Se perfila Ángel Reyna, refuerzo para esta temporada y falla su disparo. Obvio, el público lo abuchea y él dice que no lo escuchó, que sólo oye bendiciones.
Los árbitros mexicanos no han aprendido a concentrarse debidamente en los partidos. Sólo así se puede entender que en una misma fecha, la 10 del apertura 2014, sigan mostrando tarjetas amarillas a quienes ya estaban amonestados sin percatarse de ello o bien, expulsando por supuesta acumulación a un jugador que no tenía previamente con el cartón amarillo. Los instructores siguen diciendo que todo anda de maravilla.
Alfonso Sosa tiene hundidos a los Leones Negros en el fondo de la tabla porcentual pero rechaza renunciar porque "cree en el proyecto".
¿Ahora sí me cree?
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