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La Columna de Brizio

¿HASTA CUÁNDO?

Arturo Brizio Carter

Cada semana somos testigos de actos violentos en los estadios de futbol. El tema no es privativo de este deporte ya que en algunos momentos pareciera que el país, sobre todo en algunas zonas, amenaza con incendiarse, sin embargo, hay otras manifestaciones del quehacer humano donde se dan cita números significativos de personas, en su mayoría jóvenes y no suceden desmanes.

El origen del problema está en la actitud con la que cada uno asiste a un inmueble donde se practica el balompié. Por supuesto que están en primer lugar, a Dios gracias, los aficionados de a pie, aquellos que sienten los colores y van de buena fe y mejor a ver ganar a su equipo favorito. Normalmente son familias que hacen un importante esfuerzo económico por pasar un rato de solaz esparcimiento dentro de este maravilloso y mágico mundo del balón.

Viene otro sector, casi siempre masculino y por lo general aislado o en pares, que son los recalcitrantes aficionados a unos colores. Sufren y mueren por ellos pero no son violentos. Acuden a los entrenamientos, coleccionan camisetas y souvenirs y se saben la alineación del equipo de memoria desde que fue fundado. Son una chulada.

Hay, sobre todo en los llamados "clásicos" o cuando juega la Selección, un buen número de villamelones, que jamás van a un estadio más que por moda. Son fáciles de identificar porque llevan la camiseta más reciente, apenas sacada del aparador de alguna tienda deportiva muy "nice", su cinta en la frente con el escudo del equipo o de la Selección y, muy importante, todo el tiempo están sacando fotos, "selfies" o de grupo, con la infaltable "chela" en la mano.

La bronca son esos otros, aquellos que van en bola a la cancha con el deliberado propósito de armar camorra. Se juntan en algún punto de la ciudad y armados de banderas e insignias, se dirigen al partido como si fueran a una guerra.

No se necesita ser sociólogo o especialista en conducta de masas para entender que el germen de la violencia va instalado dentro de un microbús atestado de personas, gritando consignas y prestos a darse de madrazos a la menor provocación.

Lo peor es que muchos de estos grupos son patrocinados por las directivas de los equipos. El financiamiento va desde boletos, ayuda para viajar cuando les toca de visitantes y dinero en efectivo para los líderes.

Esos líderes también tienen su propia historia. ¿Creerán los directivos que esos tipos se pasan la semana planificando el juego del domingo? ¡Claro que no!, andan comerciando con las entradas, vendiendo micheladas, rompiendo huelgas o alquilándose como golpeadores. Esa es la cruda y pura verdad.

Esta semana hubo incidentes en los clásicos, tanto el tapatío como el llamado "joven". Si las autoridades y la Femexfut necesitan un muerto, les juro que no tarda. La pregunta es: ¿Hasta cuándo?

apbcarter_1@hotmail.com

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