Qué bueno que no todo en la vida es futbol y a partir del próximo martes, como dice mi amigo Enrique Burak, empieza la mejor época del año con la Serie Mundial. En esta ocasión se enfrentan dos escuadras que vienen desde la posición de comodines, hecho poco común en la gran carpa, pero no por ello menos competitivos: los Reales de Kansas y los Gigantes de San Francisco.
Mi amor por el "rey de los deportes" es de esas cosas raras e inexplicables ya que nunca lo jugué y tampoco existen antecedentes familiares que nos ligaran de algún modo al mundo del diamante, sin embargo, puedo afirmar que es mi deporte favorito.
Cuando mi hermano Eduardo y un servidor éramos chavitos, mis abuelos nos regalaron a cada quien un radio de transistores y ahí escuchábamos todas las noches los partidos que se jugaban en el legendario parque "Delta" del Seguro Social. Era un verdadero deleite volar con la imaginación por las bases y los jardines acompañados de la sapiencia de don Pedro "Mago" Septién si jugaban los Tigres y de Óscar "Rápido" Esquivel si los locales eran los Diablos. Además, para que el caldo estuviera completo, Lalo le iba a los felinos y yo a los escarlatas, así que el pique estaba garantizado.
El primer "Clásico de Otoño" que me tocó mirar por televisión involucraba a los Dodgers de Los Ángeles y a su estelar lanzador Sandy Koufax. El zurdo tiró alguna joya de pitcheo y los californianos se coronaron. Se volvió mi equipo.
Uno o dos años más tarde vi jugar a los Cardenales de San Luis con Bob Gibson y cambié de franela. Después vinieron los Rojos de Cincinnati, con aquel roster lleno de estrellas como Johny Bench, Pete Rose, Joe Morgan, Tony Pérez y David Concepción y me robaron el corazón hasta que llegaron los Yankees con Reggie Jackson y ahí me estacioné como fanático de los millonarios del Bronx. Así o más villamelón pero, bueno, espero que el chisme no salga de aquí.
Cada que puedo, si voy al gabacho, procuro ir al parque de pelota. La última vez fuimos en Phoenix a ver a los Diamondbacks frente a los Filis de Filadelfia al principio de esta campaña y nos divertimos como enanos. Lo mismo si viajo al norte de la República, no dejo de asistir a algún juego de la Liga del Pacífico, especialmente en Hermosillo, ya que por amor a mi vieja me hice naranjero.
El caso es que a partir del martes se suplica no molestar porque voy a estar ocupado viendo a estos Reales que parecen de fantasía y a los estupendos Gigantes que esperan romperle la racha a los de Kansas. Además, disfruto enormemente de la narración de mis expertos amigos Toño de Valdés, Enrique Burak, Pepe Segarra y el "Furby", así que la diversión está garantizada. De una vez les aviso que le voy a San Francisco. Acepto apuestas.
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