El martes 4 de marzo de 1997 asistió un servidor, como de costumbre, a la práctica vespertina que los árbitros tenían en el centro de capacitación, situado al sur de la Ciudad de México. Al terminar la sesión de adiestramiento físico se jugaba una "cascarita" que parecía la final de la Copa del Mundo, por la intensidad con que se disputaba. En una acción quise echar un "taquito" y sentí un piquete en la parte posterior del muslo derecho; como al día siguiente tenía el partido a jugarse en Guadalajara entre los Tecos de la UA de G y las Chivas, decidí parar e irme a las regaderas.
Al día siguiente, muy temprano me levanté para darme un baño e irme al aeropuerto y grande fue mi sorpresa al darme cuenta que no podía apoyar la pierna y descubrir un tremendo hematoma morado en el sitio de la lesión. Me comuniqué con el doctor Edgardo Codesal, presidente de la Comisión de Árbitros, para avisarle de la situación, ya que además de ese juego llevaba yo el Pumas vs Veracruz a disputarse el domingo siguiente. El galeno ordenó los cambios pertinentes y de esa manera Felipe Ramos Rizo viajó a la "Perla Tapatía" y Eduardo Brizio fue designado para el juego en Ciudad Universitaria.
Estando en el vestuario el médico veterinario y zootecnista, recibió la visita de David Faitelsson, comentarista de Televisión Azteca, quien le propuso usar un micrófono oculto entre sus ropas para evidenciar lo que se decían en la cancha juez y jugadores. Eduardo le pidió tiempo para meditarlo y una vez tomada la decisión de hacerlo sólo el primer tiempo, deslindó a sus auxiliares y le dio el sí al comunicador.
La experiencia estuvo padre y por supuesto fue un trancazo periodístico. Lo malo fue que lo hizo con la marca equivocada, ya que en aquellos tiempos Televisa dominaba totalmente las estructuras federativas.
Además, existía una tremenda grilla que desembocaba en animadversión entre Codesal, líder de los nazarenos mexicanos y el teniente coronel Mario Rubio, representante de Concacaf ante FIFA. Por ello y a fin de deslindarse, le cayeron a la yugular a Eduardo castigándolo en México, quitándole el gafete de FIFA y poniéndolo en la picota para que fuera casi imposible recuperar el estatus de árbitro internacional.
En términos jurídicos, lo juzgaron tres veces por el mismo delito, si es que hubiera cometido alguno. También fue vergonzoso cómo los dos dirigentes, amigos de la familia, se negaron a dar la cara y ofrecer una explicación coherente al silbante acusado de desobediencia civil.
A Brizio lo privaron de sus mejores años arbitrales vía ese castigo ignominioso. Ninguno de sus compañeros lo defendimos. Hoy, la intercomunicación arbitral se presume como uno de los grandes adelantos en el arbitraje moderno. Por eso, a propósito del Pumas-Veracruz, me permito recordar a este… pionero.
apbcarter_1@hotmail.com