La rebelión de los señores árbitros el fin de semana pasado tuvo como resultado, tras horas de diálogo con los máximos jerarcas de la Femexfut, que se jugara la jornada futbolística que habían amenazado con suspender. Las peticiones fueron una revisión salarial, un trato más humano y el despido de tres miembros del área técnica que, a decir de los inconformes, se conducen de manera prepotente hacia ellos.
El movimiento no nació de la noche a la mañana. Empezó a gestarse hace algunos meses y los líderes se reunieron con el doctor Edgardo Codesal, quien los asesoró. Quizá por ello buscaron una fecha propicia para apretar a la dirigencia, amagando con un paro que de realizarse hubiera trastocado toda la planeación del fin de año en nuestro balompié. Cuando el galeno dirigía a los nazarenos nacionales, en un par de ocasiones amagaron con no silbar en la liguilla. Ellos solos jamás lo hubieran intentado siquiera pero evidentemente tenían el apoyo de su jefe y en ambas doblegaron a Alberto de la Torre, entonces presidente de la federación. Este movimiento parece tener el mismo sello.
Lo mejor de esta protesta fue constatar que el gremio arbitral está, por primera vez en muchísimos años, unido. Y hablamos no sólo de los de Primera División sino de aproximadamente 600 silbantes que dan servicio a todo el futbol profesional. Lo malo creo que fueron las formas, la fecha en que se hizo y que al final no obtuvieron de modo tangible ninguna de sus peticiones. Todo quedó aplazado y vamos a ver cuánto vale la palabra de los señores Compeán y De María.
Siempre he dicho que en el área técnica de la Comisión de Árbitros debe estar un experto, un hombre con la jerarquía para poder ejercer la autoridad sobre los jueces. Por supuesto que Edgardo Codesal es un extraordinario instructor, con un recorrido en el mundo arbitral difícil de igualar y con el conocimiento y el bagaje cultural que le permite hablar de tú a tú con cualquiera de la llamada familia futbolística.
Sin embargo, lo logrado por el movimiento se puede resumir en una victoria personal de Codesal. Lo digo porque su inclusión como instructor en jefe no estaba contemplada en el pliego petitorio que los señores nazarenos dieron a conocer. En algún momento, durante la maratónica reunión, salió esa posibilidad y fue el único punto de acuerdo. Habrá quien piense que Edgardo usó al movimiento para llevar agua a su molino.
Se distrajeron con todo el ruido que generó su protesta y entregaron algunos trabajos francamente preocupantes. Para botón de muestra la anulación del gol del empate para Pachuca, donde jamás hay fuera de juego en su partido allá en Torreón y conceder el primer gol de Pumas ante Cruz Azul, cuando el balón salió medio metro por la línea de meta.
Lamentable el incidente protagonizado por Andrés Fassi con el árbitro Fernando Guerrero en el vestuario allá en Torreón. Una institución ejemplar como Pachuca no lo merece.
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