A Jesús le gustaba predicar y para hacerse comprender entre la gente del pueblo usaba parábolas. Estos ejemplos llegaban fácilmente a los oídos pero sobre todo al corazón de esa gente sencilla que lo veían como a su salvador. Una de ellas, consignada por San Lucas en su evangelio, trata de la desobediencia de un hijo, su alejamiento del seno familiar, el desenfreno con el que dilapidó una fortuna y sus mejores años y, finalmente, la vuelta a la casa paterna y el perdón incondicional de su bondadoso progenitor.
"El hijo pródigo" es el nombre de esa parábola y me quiero tomar la libertad de comentarla con ustedes, ahora que vuelve al generoso hogar del futbol mexicano un hombre que ha estado en el centro de la polémica.
David Ángel Comizzo fue un extraordinario guardameta. Llegó a México proveniente del River Plate argentino para enfundarse en la casaca de los Tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Posteriormente regresó a su natal Argentina para regresar ahora con el León, club con el que disputó la gran final ante Cruz Azul y luego, ya enrolado con Monarcas, fue pieza fundamental para la obtención del título atajando tres penales en la ronda definitiva ante Toluca.
Es precisamente el cuadro purépecha quien, luego de cesar a dos entrenadores, le abre la puerta al hasta hace unos días estratega del Universitario de Deportes de Perú.
La historia deportiva de Comizzo ha estado marcada por los contrastes. Ganador de títulos con los "millonarios" de River, tuvo serias diferencias e incluso fue separado del plantel en dos diferentes etapas: con Daniel Pasarella y con Manuel Pellegrini, a quienes desafió desde el punto de vista del ejercicio de la autoridad.
Particularmente recuerdo que el día que debutó con Tigres era yo el árbitro y lo expulsé. También fue, junto a un servidor, protagonista de aquella jugada en que cometió un penal sobre Carlos Hermosillo y después lo pateó en forma inmisericorde en el rostro, pudiéndolo incluso haber lisiado, regalándole el título a Cruz Azul.
Luego se coronó con Monarcas y al poco tiempo regresó a tierras pamperas, no sin antes despotricar contra todo y contra todos los componentes del futbol mexicano.
Sus compañeros, en los diferentes equipos en que militó tanto aquí como en su país, juran que no hay jugador más profesional que él. ¡Quiero creerles!
Yo creo que se trata de un sicópata, de un pájaro de cuenta y de un vivales. Baste investigar cómo fue que dejó, en plena campaña, a su equipo en Perú para firmar con Morelia.
México es el paraíso para los extranjeros y pese a todas las barbaridades que ha dicho y hecho, Comizzo será bienvenido y recibido como héroe.
No es la reedición de la parábola del "hijo pródigo". Es el inicio de la novela del "hijo méndigo".
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