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La Columna de Brizio

LA TRAGEDIA

Arturo Brizio Carter

Dice el refranero popular que nada hermana más que la tragedia. Efectivamente, es en el dolor donde los lazos entre los seres humanos se hacen más fuertes y cuando a esto se le añade el ingrediente de pertenecer a una cofradía, como lo es el ser aficionado a un equipo de futbol, el asunto adquiere dimensiones impresionantes.

El fin de semana se conmemoró el XXV aniversario de la llamada "tragedia de Hillsborough", donde 96 aficionados del Liverpool perdieron la vida al caer víctimas de una avalancha humana. El marco para ello fue el encuentro jugado en el estadio de Anfield entre los "Reds" y el Manchester City, con espectacular victoria de los locales.

El evento resultó impresionante y hace indispensable la obligación de no relegar a la bodega del olvido este tipo de incidentes. El 15 de abril de 1989, se disputaría en la ciudad de Sheffiield, el encuentro entre el Liverpool y el Nottingham Forest, correspondiente a las semifinales de la Copa F. A., cuando una indebida intervención policíaca, derivada de la supuesta presencia de grupos violentos afines al cuadro rojo en la tribuna, desató el pánico y casi un centenar de fanáticos perdieron la vida aplastados y asfixiados.

Independientemente de lo terrible del suceso, sirvió para marcar una pauta, un antes y después en la forma de prevenir, reprimir y castigar a esos grupos de animación conocidos como "hooligans" y que se habían convertido en el azote, no sólo del Reino Unido, sino de cualquier ciudad donde jugaran clubes ingleses en el continente europeo.

La entonces Primer Ministra, Margaret Thatcher, acostumbrada a tomar al toro por los cuernos en cualquier situación, emitió la "football spectators act", de donde se derivaron duras normas y severas sanciones contra todo aquél que perturbara el orden en un espectáculo público, concretamente en un partido de futbol.

De esa manera, se metió en cintura a esa bola de orates e inadaptados y hoy se puede asistir en Inglaterra a estadios sin barda perimetral ni alambradas. ¡Bendita seas, Margaret!

En México tuvimos nuestro choque frontal con la desgracia aquel 26 de mayo de 1985, cuando en la final de vuelta del torneo, se enfrentaron en Ciudad Universitaria los Pumas y el América. En aquella ocasión, fue la falta de vigilancia y la estupidez de los encargados de cuidar los accesos lo que permitió, primero, el sobrecupo y luego, cerrar la reja del fatídico túnel 29, donde una decena de personas perdieron la vida y más de un centenar resultó lesionado.

Lo de Inglaterra no quedó sólo en una conmemoración; hay hechos que demuestran que de algo sirvieron esas absurdas muertes. En nuestro país, la pregunta sería: ¿Hasta cuándo?

El año que entra se cumplen 30 años de la "tragedia de C.U.". Sería fantástico honrar, con hechos, a nuestras víctimas.

apbcarter_1@hotmail.com

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