Si todavía me queda un resto de decencia tengo que hacer un ejercicio de la misma, en el programa de radio que comparto con el señor Moisés Arce Daher no sólo hablé, sino vociferé del inconveniente de alinear de inicio contra Camerún a jugadores como "Maza" Rodríguez, Andrés Guardado y Giovani dos Santos. En el caso de Gio prácticamente supliqué a gritos a mi compañero de programa que dejara de alabarlo y justificara su inclusión. ¿Y qué hizo dos Santos durante los noventa minutos que estuvo en la cancha? Simplemente callarme la boca. Sí, una y otra vez lo hizo. El chavo nacido en Monterrey metió dos goles (me vale el bandera Clavijo) provocó el tercero, pero además de por fin compartir con el Tri su clase, corrió y luchó. Fue uno más cuando el equipo tenía o no el balón. Un despertar de una flojera que parecía inacabable, obvio se ganó la repetición contra su segunda patria. Desde el momento en que Roldán pitó el final he sufrido el molesto "qué te dije" de mi amigo Moi, está insufrible, pero me lo merezco por bocón y descalificar de manera estentórea al zurdito del Valladolid.
En cuanto a "Maza" Rodríguez, otro que mostró un nivel de juego que juzgué perdido. Esa pelota raza que venía levantando ráfagas de agua y que se metió como daga en el corazón del área azteca fue sacada a corner con una presencia y temple asombroso por el central mexicano, ese balón bajo la tormenta bíblica era un autogol cantado, pero "Maza" la resolvió como Maldini. Sólo un ejemplo de lo aplicado que anduvo el mazatleco, Rodríguez se fajó contra los pesos completos como Eto'o, M'bia y Moukandjo que no cesaban de arremeter sobre todo en los últimos minutos de esa auténtica contienda. Mis respetos entonces tanto para Gio como para "Maza" y mis deseos para que sostengan el ritmo y el nivel a lo largo de este que está resultando un festival hermoso del deporte que regresa para acabar de convencer a los más reacios, que nada, absolutamente nada, se le compara ni de cerca cuando recupera su luminosidad y hermosura.
Pero vamos con mi tercer cuestionado, Andrés Guardado, aquí sí me perdí, algo le ven los técnicos a este hombre que según yo vive hundido en un limbo futbolístico desde hace dos años como mínimo. Da la impresión de que si no hablas bien de Guardado no sabes de futbol, los analistas más reputados, cuando les piden una opinión sobre el volante del ensortijado cabello, inician con una mueca, pero no se atreven a decir lo obvio, no mete un buen centro de gol desde el 22 de marzo del año pasado, cuando le sirvió el balón a la cabeza del "Chicharito" para el primer gol de México. Es obvio que para los ojos de los entrenadores lo mejor de Andrés es sin la pelota, pero para nuestros ojos y de miles de aficionados ese mérito pasa inadvertido, ¿corre? Sí, sí lo hace. ¿Baja a ayudar en la marca? Sí, sí lo hace. El problema viene cuando tiene el balón en sus pies, se lanza al frente de manera insensata, a gran velocidad con el balón bamboleándose entre sus pies sin control alguno, choca una y otra vez y tiene esa rara "cualidad" de siempre poner la bola en zonas muertas, es decir, en "islas", donde no hay ni defensas ni delanteros, los balones que toca Guardado siempre terminan como pases fantásticos pero para los abanderados que tienen que aguantarse las ganas de patear esos balones a modo para ellos.
En fin, el despliegue físico y la disposición del volante del Bayer Leverkusen bastan para llenarle el ojo a Miguel Herrera. El martes contra Brasil, Miguel repetirá cuadro y es entendible. A seguir con ese despliegue de buen futbol y huevos, muchachos.
Rafael Rosell