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La Columna de Rosell

Rafael Rosell

Hacía un frío de los mil demonios ese miércoles 11 de noviembre de 2009, Marcela Ruiz Esparza, mi compañera del programa Santos Tv, y un servidor nos encontrábamos instalados en uno de los palcos de prensa del Estadio TSM Corona, a una altura que permitía al viento helado azotarnos inmisericordemente. Prácticamente bailábamos sobre nuestras butacas, Marce y yo habíamos sido invitados por la directiva santista para ser los maestros de ceremonia de las diferentes inauguraciones que se fueron dando a lo largo de las magníficas instalaciones del esplendoroso inmueble. Corríamos de un lado a otro y teníamos que rodear para así evitar empujar a individuos del calibre de Franco Baresi, Gabriel Batistuta, Francesco Totti, René Higuita, Enzo Francescoli y, por supuesto, su majestad el Rey Pelé. Vimos cómo le costaba trabajo desplazarse al presidente de FIFA, Joseph Blatter, de la Escuelita del Santos al área de internados de fuerzas básicas, desconozco qué mal aquejaba a don Joseph en aquella época porque ahora lo veo mucho mejor.

También estuvieron presentes parte de nuestra realeza futbolera como Javier Aguirre y Jorge Campos. El cantante boricua Ricky Martin abrió la ceremonia prendiendo en serio a los treinta mil asistentes a las siete de la tarde, una hora duró su espectáculo, enseguida vino el show de inauguración y a las nueve el partido contra el Santos de Brasil que incluía en sus filas a un chavito de 17 años al cual todos llamaban Neymar.

Cuando todo esto sucedía no dejaba de pensar en el viejo Corona, yo lo visité cuando todavía se llamaba Moctezuma, tomaba dos camiones desde mi Lerdo para ver a mis Diablos Blancos del Torreón sobrevivir de milagro en la Primera División, luego rebautizado como Corona seguí asistiendo pero ahora chambeando dizque de periodista, extraordinarios recuerdos y emociones imborrables, pero viendo la fastuosa inauguración del TSM primero pensé, no estoy en mi casa, no estoy en mi Comarca, estoy en algún lugar extranjero donde se está llevando a cabo la apertura de un Estadio de las Mil y una Noches, la palabra exacta y certera como nunca era en ese momento: increíble, no daba crédito, Dios nos concedió atestiguar lo más improbable en nuestro futbol comarcano, estrenar un estadio de semejante nivel, y no pude evitar acordarme de don César Marina Miravalle, don Jesús Fraustro y Mario "El Chico" Granados, gente con la que conviví en mis primeros años de periodismo deportivo en La Laguna y que prácticamente vivieron en el viejo Corona y se fueron al salón de la fama celestial sin ver y disfrutar la maravillosa nueva casa de sus amados Guerreros.

Regresando a esa mágica noche del 11 de noviembre, cuando todos esos recuerdos se me vinieron de golpe, ya no sé si tenía ganas de llorar del frío polar que amenazaba con convertirnos en "Olaf" o de simple sentimental que seguía incrédulo, comprendí que pedirle a Marce que me pellizcara sería tentador pero inútil, mi cuerpo se encontraba insensible y en punto de congelación.

En fin, sólo me resta en estas líneas reconocer y agradecer a los responsables de ponerle letra y música a este sueño guajiro, a todos los involucrados sin excepción gracias, la verdad como nunca queda perfecto lo que solemos decir los laguneros cuando alguien nos apantalla, "se aventaron batos".

rrosell50@hotmail.com

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