Columnas Deportes Columnas Deportes Editorial

La Columna de Rosell

Rafael Rosell

Observando las imágenes de la despedida que la afición rayada le brindó al delantero chileno Humberto Suazo, no pude evitar un relámpago de envidia y a la vez de cierta tristeza, me resisto a creer que la directiva del Santos Laguna, los medios de comunicación y sobre todo la gran afición lagunera no hayamos podido protagonizar una despedida de la magnitud como la organizada a "Chupete" en el Tec de Monterrey. Miles de aficionados regios sin el atractivo de un partido, simplemente decirle adiós al máximo ídolo en la historia del Monterrey, convirtieron una fría mañana de sábado en una cálida e inolvidable experiencia para el futbolista andino y su familia. Sin más escenografía que un templete a donde Suazo y su familia subieron para regocijo de los más de cinco mil fervientes seguidores del pelón mágico que hizo época en la entidad regiomontana.

En nuestra región todos somos responsables de no poder despedir como los dioses del futbol lo demandan a nuestros ídolos, directivos, medios de comunicación y la propia afición, no hemos podido llegar al clímax mezcla de alegría, tristeza y melancolía que requieren estas despedidas a grandes gladiadores que lo dieron todo por nuestro equipo.

Y hablando de despedidas a delanteros míticos, todavía me hiere el recuerdo de aquella helada tarde del sábado 5 de febrero del 2011. Se organizaron por fin los homenajes para el legendario Jared que tenía dos meses de haberse retirado. Los festejos deberían de culminar en una vuelta olímpica en un atestado TSM, a todos se nos había anunciado con el debido tiempo, que la vuelta del goleador sería previo al juego, al llegar el momento culminante las tribunas estaban semivacías, la temperatura era gélida en todos los sentidos, Jared con su familia recorrió los cuatro puntos cardinales de la hermosa cancha del TSM, su servidor desde mi butaca me desgañitaba gritando como poseído el nombre de nuestro querido nueve, todo en vano, daba la impresión que Jared era homenajeado en Anchorage Alaska por un grupo de pescadores esquimales y no en el corazón de la Comarca Lagunera supuestamente cobijado por su gente.

Pero a ese lúgubre sábado le hacía falta todavía un detalle más para acabar de arruinar el momento, los odiados Tigres de Nuevo León vencieron claramente 0-2 a los Guerreros y quinientos aficionados de los felinos callaron a los pocos laguneros que todavía apoyaban y poco a poco se apoderaron con sus gritos del escenario, al grado que el sonido local trataba de despertar a la parcialidad lagunera entumida e indiferente, echándoles en cara, no era posible que quinientos callaran a más de veinte mil. Y así de esa triste y deslucida manera se despidió a un grande. Un auténtico grande lo es Jared Borgetti, un referente, un indiscutible, un sin duda, un bien amado, con él no hay margen para la polémica, es parte de la realeza guerrera, "un dictador" en el corazón de los aficionados santistas bien nacidos. Un caso prácticamente idéntico al de Suazo con Rayados, muy parecidos, porque siempre eran los primeros en dar la cara y encabezar a sus compañeros en los asaltos al área rival, en todo parecidos Jared y Humberto, sólo una enorme diferencia, sus despedidas/homenaje, la de Suazo emotiva y multitudinaria, la de Borgetti fría e indiferente. Triste, pero es la realidad, ahora nos quedaba Oswaldo, las cosas de repente se tornaron confusas en la relación Santos/Oswaldo y al parecer ya no podremos despedirlo como se lo merece, uno más.

rrosell50@hotmail.com

Leer más de Columnas Deportes

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Columnas Deportes

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1067521

elsiglo.mx