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La Columna de Rosell

Rafael Rosell

Cuando se presentó hace un año y medio dejó en claro que era hombre que creía en el trabajo obsesivo y tratar de competir siempre de manera fiera y si dejar nada fuera de la cancha. Otro de sus conceptos que dejó en claro fue; "odio perder" "no hay nada en este mundo que me frustre más que no alcanzar los objetivos planeados y sobre todo trabajados". Va a cumplir tres torneos de Liga uno de Concachampions y uno de Libertadores, sólo en uno llegó a su objetivo, arribar a la final, perdiéndola contra quien nunca debió perderla y sobre todo de la forma en que lo hizo. En la Liga da la impresión que llegó a las dos semifinales con su equipo agotado y ya sin nada en el tanque, perdiendo ambas de manera inobjetable y clara. En la Libertadores apenas enfrentó al primer equipo serio y competitivo para ser superado sin excusas en la ida y en la vuelta.

Para Sergio Bueno o Rubén Omar Romano serian números para presumir y exigir un jugoso aumento salarial, para Pedro Caixinha son fracasos y lo deja claro en su amargura a la hora en que habla en las ruedas de prensa posteriores a los partidos. Cuatro torneos, cero campeonatos.

Pedro se ve incluso desesperado, rebasado por sus jugadores que están lejos de ser disciplinados tácticamente, no habló de un motín a bordo, simplemente los colombianos no son material para un sistema, pedirles que sean más sacrificados o que alguna vez decidan que al llegar a los linderos del área no es el tiro a gol la única opción viable. Pedro les pide, les suplica, les exige, les grita, cedan el balón, somos un equipo, la maniobra individual sólo tendrá que aparecer cuando ya no haya otra opción, pero que no sea la prioridad, pero los locos de allá adelante siguen en lo suyo.

El problema para Pedro es que al tener una defensa desastrosa todas sus canicas están apostadas a su ofensiva que está integrada por al menos un par de desquiciados como la dupla colombiana. Darwin y Rentería han causado el mismo efecto en el rostro de Caixinha como la de un presidente de la República Mexicana a la mitad de su mandato. Al final de los últimos cinco partidos se le ha visto demudado, más canoso, pero sobre todo disgustado, incómodo. Ahora él se siente como el Doctor Frankenstein , la creatura que el inventó se ha vuelto contra él. Al no poder "domar" a sus anárquicos les dejó vía libre, mientras se anotaran más goles que el rival todo iba bien, pero estos extravagantes individuos como cualquier ser humano tienen sus momentos de incertidumbre y de un momento a otro caen en depresión futbolística, sobre todo ese delantero bipolar llamado Andrés Rentería, cuando parece que somos testigos del nacimiento de un fenómeno, le da por jugar su propia competencia que se trata de haber que tan alto puede patear el balón, quizás el día que se vuele la barda del Corona lo celebre como un gol.

Pero el jugador clave de este equipo y conforme ande él andará el resto es Darwin Quintero, cuando la inspiración y el toque fino lo asisten, Santos Laguna no sólo le puede ganar a cualquiera, sino incluso exhibiéndolo. He ahí el asunto, la relación Pedro-Darwin es fundamental que no se vicie en estos momentos, los dos (sobre todo Darwin) deben de sentirse agusto y enfocados a buscar el campeonato de Liga. Pedro debe de entender que ya no hay tiempo de hacer cambios radicales, si tienes a jugadores del tipo de Darwin es el técnico el que se debe de adaptar a él y no lo contrario, o lo tienes o no, no hay términos medios. Si ambos siguen la próxima temporada, habrá que sentarse a platicar y que la alegría regrese a sus rostros, Santos Laguna no puede darse el lujo de prescindir de ninguno de los dos.

rrosell50@hotmail.com

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