Qué es lo que lleva a un alcalde a reconocer que dispuso ilegalmente de dineros que estaban bajo su cuidado como servidor público ¿acaso le remordió la conciencia? ¿durante las noches, al recordar su falaz comportamiento no podía conciliar el sueño? Al ver la pobreza de su pueblo ¿reparó en el mal que había hecho a sus conciudadanos? Los fantasmas que durante las horas de vigilia flagelaban su conciencia ¿le impedían estar en paz consigo mismo? ¿se arrepentía de su mal proceder?, ¿creía que así atraería la benevolencia de sus pasados electores consiguiendo el respeto de todos para que votaran de nuevo por él reconociendo que era menos malo de lo que todos pensaban? O está consciente de la impunidad que priva en el ambiente y no le importa asomarse al ruedo tal como están las cosas.
El ex alcalde panista del municipio de San Blas, Nayarit quiere lo elijan una vez más para lo cual, con el evidente propósito de aligerar sus culpas, aceptó haber robado pero "poquito" sin especificar cuánto, para él, es poquito. (Veamos: para el limosnero de la esquina poquito debe en verdad ser poquito pero para una persona que monta un caballo pura sangre con un valor superior a los 250 mil dólares en su toma de protesta, la primera vez que ocupó el cargo, año del 2008, poquito debió ser una suma millonaria). Refiere el susodicho político que el robo del dinero del erario público durante los tres años que duró su gestión como presidente municipal, sólo fue poquito porque la administración se encontraba en crisis. Vaya carota que muestra el aspirante por segunda vez aspirante a alcalde de San Blas y sentó las bases de su filosofía política "A quien no le gusta el dinero, a todo mundo, pero también me gusta mucho trabajar". En premisas, agregamos, que no se oponen.
Habría que aclarar que el una vez más candidato a alcalde al hablar del delito que dice se le atribuye, lo clasifica como robo al igual que sus detractores lo que en realidad sería un delito patrimonial de otra índole por tratarse de dineros públicos lo que se denomina peculado, pero fuera de eso, en lenguaje popular, se trató de un vulgar escamoteo convencidos de que en la inmensa mayoría de estos casos los órganos de control se muestran blandengues, desidiosos, apáticos y desganados. En el caso que nos ocupa además de quedar al descubierto por el órgano de Fiscalización Estatal de diversas ganancias provenientes de las empresas beneficiadas en el trienio del tiempo en que ocupó la presidencia, llegándose al extremo de ser sustraído un block de recibos llenados con firmas apócrifas amparando pagos de cantidades que nunca ingresaron a las arcas del ayuntamiento. Llegamos a el acabóse del saqueo que sufrió la casa consistorial que estaba bajo su cargo y responsabilidad sin que por asomo se encuentre justificación alguna a su mal proceder.
Esto despide fétidos olores que cubren de oprobio a todos aquéllos que de una manera u otra tenían la responsabilidad de cuidar que las cosas se hicieran correctamente. El alcalde y su caballo bayo, esto es blanco amarillento, pisotearon las disposiciones legales que castigan un mal uso de los dineros públicos bajo pena de ser condenados a pasar varios años en la ergástula además de ser privados de ciertos derechos cívicos. Sin embargo los malos servidores abundan y se ufanan de ser como son pretendiendo reincidir en su mal comportamiento, si el pueblo lo permite, comprometiéndose a enseñar a los demás alcaldes sus métodos de trabajar, luego usando un lenguaje que espantaría a un carretonero proclama que podrán reclamárselo si no cumple. Por lo visto este político pertenece a la escuela que profesaba Diógenes. Claro es que sin el uso de una lámpara.