La Gran Guerra
Fue un asesinato doble, el del archiduque Francisco Fernando, heredero del trono de Austria-Hungría y su esposa, la princesa María. Lo realizó un nacionalista serbo-bosnio llamado Gavrilo Princip, el 28 de junio de 1914 en Sarajevo, la capital de Bosnia. El atentado, que sólo tuvo éxito después de que fallaron otros conspiradores, generó relativamente poca atención en Austria o en el mundo.
El archiduque no era un personaje popular ni en Austria ni en el extranjero. Pero había condiciones explosivas en los Balcanes que hicieron que este acontecimiento detonara un conflicto que se convirtió en el más sangriento de la historia europea hasta ese momento.
El gobierno austro-húngaro utilizó el atentado como excusa para amenazar a Serbia, sobre la que tenía aspiraciones territoriales. Tras presentar una serie de exigencias incumplibles al gobierno serbio, Austria-Hungría le declaró la guerra el 28 de julio de 1914 y procedió a invadir el país. Comenzaba así la Gran Guerra que con el tiempo conoceríamos como la Primera Guerra Mundial.
Rusia se movilizó para apoyar a Serbia. Alemania se alió con Austria-Hungría. Francia respaldó a Serbia y Alemania invadió Bélgica y Luxemburgo, países neutrales, para atacar a Francia. El Reino Unido y sus colonias, entre ellas Canadá, Australia, la India y Sudáfrica, apoyaron a Francia, pero el Imperio Otomano se alió con Alemania.
Italia, Rumania, Portugal, Japón y otros países se unieron a la alianza franco-británica. Bulgaria apoyó a Alemania y Austria. Estados Unidos entró a la guerra en 1917 del lado de Francia y el Reino Unido. Para 1918 más de una veintena de países peleaban en la conflagración.
Unos 17 millones de combatientes murieron en los cuatro años de hostilidades. Si se cuentan los civiles, incluyendo a quienes fallecieron por una epidemia de influenza, la gripe española, propiciada por las malas condiciones sanitarias, 65 millones de personas perdieron la vida como consecuencia del conflicto.
Era hasta ese momento la peor mortandad en un conflicto en la historia de Europa. Las guerras napoleónicas de 1803 a 1815 habían costado entre tres y siete millones de vidas. La Guerra de los Treinta Años, de 1618 a 1648, produjo el fallecimiento de entre tres y 11.5 millones de personas.
El uso de armas de fuego con enorme capacidad destructiva, como ametralladoras, fue una de las causas del elevado número de muertos de la Gran Guerra. También el que durante años los ejércitos quedaron empantanados en trincheras desde las que los rivales se mataban unos a otros sin poder avanzar.
Al final hubo vencedores y vencidos, pero los problemas de fondo nunca se resolvieron. Las diferencias nacionalistas en los Balcanes se mantuvieron durante décadas y provocaron nuevos enfrentamientos, por ejemplo en Bosnia y Serbia, en 1990. El Imperio Otomano fue desmembrado y su territorio se lo repartieron el Reino Unido y Francia. En el consecuente vacío de poder hemos visto conflictos que se mantienen hasta ahora en el Líbano, Siria, Israel y Palestina. El Tratado de Versalles con el que se impuso la paz a Alemania era tan destructivo en lo económico que se convirtió en una de las causas de una nueva guerra mundial, la segunda, que empezó en 1939.
Ha pasado un siglo desde el inicio de la Primera Guerra Mundial. A la distancia parece increíble que un doble homicidio, lamentable pero aislado, haya podido generar una guerra tan cruenta. Por eso es tan importante entender lo que ocurrió y tomar medidas para evitar que se repita.