Sorprende la poca alharaca que el gobierno de Estados Unidos ha hecho al tardío cumplimiento de una promesa del presidente Barack Obama: el fin de la intervención armada de Afganistán.
Este domingo 28 de diciembre concluyó formalmente la "misión de combate" en Afganistán de una coalición que siempre tuvo presencia abrumadora estadounidenses. La guerra duró 13 años. Empezó el 7 de octubre de 2001, con una operación que se llamó, en típico estilo estadounidense, Enduring Freedom, Libertad Duradera, y que no era más que una invasión militar en represalia por los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 de Al Qaeda, una organización fundamentalista que tenía su base de operaciones en Afganistán.
Al igual que en la invasión de Irak, en la de Afganistán las autoridades estadounidenses han celebrado varias veces el triunfo. Supongo que hubo algunos saldos positivos para Washington. El gobierno talibán fue expulsado de Kabul unas cuantas semanas después del inicio de la invasión. Hamid Karzai fue nombrado presidente provisional y posteriormente, en 2004, se le eligió como presidente constitucional. Pero si en un momento se vio a Karzai como una opción democrática, pronto empezó a gobernar como un autócrata.
En 2009 Karzai fue reelecto en una votación muy cuestionada por irregularidades. En 2014 hubo nuevas elecciones, aunque todavía muy controvertidas, en las que Ashraf Ghani obtuvo el triunfo. Ghani ha asumido ya la presidencia y busca distanciarse de Karzai. Los principales líderes de Al Qaeda fueron expulsados de Afganistán. Osama bin Laden fue secuestrado en Pakistán y asesinado. Pero Al Qaeda no ha dejado de estar activa ni en Afganistán ni en el resto del mundo.
Las tropas extranjeras en suelo afgano llegaron a rebasar los 100 mil efectivos. El costo total de la guerra se ha calculado en 493 mil millones de dólares (Wikipedia, Journalist's Resource.org). Esto es más de 20 veces el producto interno bruto de Afghanistan que fue de 21,706 millones de dólares en 2013 (FMI).
Estados Unidos perdió un número relativamente pequeño de soldados en 13 años de guerra: un poco más de 2 mil. Si se suman las bajas de otros países de la coalición, el número se acerca a 3,500 (icasualties.org/oef/). Del lado afgano se estiman más de 20 mil muertes, la mayoría civiles. Pero los ataques terroristas en contra de objetivos militares y civiles siguen siendo constantes. Después de 13 años de guerra y ocupación por la mayor potencia militar del mundo, Afganistán no está pacificado.
Los políticos del Partido Democrático y el presidente Obama han tratado de marcar una diferencia ética entre la guerra de Afganistán, que consideran la guerra buena, porque fue una reacción a los ataques del 11 de septiembre de 2001, y la de Irak, la guerra mala, la que fue lanzada por el expresidente George W. Bush para obligar a Irak a deshacerse de unas armas de destrucción masiva que nunca se encontraron. Al final, sin embargo, las dos guerras resultaron en desastres humanitarios y al concluir están dejando vacíos políticos importantes que pueden generar nuevas guerras.
Por lo pronto Estados Unidos está recurriendo a un truco similar al que ha usado en Irak. Aunque el domingo concluyó oficialmente el retiro de tropas, se han quedado en Afganistán 13 mil soldados estadounidenses. Su propósito, supuestamente, será adiestrar a efectivos del ejército afgano. Pero hay conciencia de que el débil Estado afgano puede desplomarse con la salida del grueso de las tropas extranjeras.
Al final las guerras siempre son malas. Generan destrucción y muerte. Lo peor de todo es que nunca resuelven los temas de fondo. Afganistán es un ejemplo.
OTRO BLOQUEO
Si no son manifestantes es el propio gobierno capitalino el que bloquea el Paseo de la Reforma. Ayer el GDF tomó la principal avenida de la ciudad de México para montar un concierto de fin de año.
Twitter: @SergioSarmiento