Bastón. Con ayuda de su bastón José recorre las calles de la ciudad; es cuestión de recorrerla varias veces para que quede en su memoria.
Un hormigueo recorrió las piernas de José Castañeda Chávez, subió por su abdomen hasta llegar al pecho. Sintió como su cuerpo convulsionaba y de pronto cayó desmayado. Cuando despertó estaba ciego. Fue un primero de mayo del 2010.
La ceguera fue una de las secuelas por el accidente en una moto que había sufrido cuatro años atrás. Hoy debe enfrentar una ciudad que no está preparada para él. El ruido de los coches, la música de los comercios y el bullicio de pronto lo desubican y no sabe dónde está parado.
Él debe salir de casa con dos horas de anticipación para acudir a cualquier destino, generalmente espera hasta 25 minutos para que algún transeúnte le haga el favor de ayudarlo a cruzar la calle.
LA CONCENTRACIÓN ES PRIMORDIAL
José Castañeda accedió a realizar un recorrido en el Centro de la ciudad, subir un camión y hasta pedir ayuda para cruzar la calle.
Cuando José visita el Centro lo hace de la mano de su hija o se sostiene del hombro de su esposa, no es un lugar que él frecuente, por lo que cada hueco y cada detalle fueron nuevos para él.
Lo primero que debe hacer una persona invidente, explica José, es usar un gorra. "Hay anuncios muy bajitos, o los comercios ponen unos tubos con una lona y el bastón no puede detectarlo, siempre terminamos con golpes en la frente, para eso es la cachucha".
Para José la concentración es primordial, tratar de ignorar la música de los comercios, el ruido de los cláxones y los gritos de la gente. "Voy ubicando las paredes, lo que viene siendo los cordones, ir un poco más retirado del cordón y un poquito más pegado a la izquierda donde está la pared e ir bastoneando". Apenas dio los primeros pasos cuando un hombre se le acercó para preguntarle por qué no tenía un perro guía, a lo que José respondió: "Yo no tengo los recursos para comprar uno, ni mantenerlo, son muy caros".
El camino de José siguió y los estanquillos le causaron el primer problema, estuvo a punto de chocar con uno, pero su bastón lo alertó. Lo mismo ocurrió con las maceteros, como no tienen rejas o ladrillos, también representan un riesgo para él.
"Yo voy bastoneando y si me hago un poquito a mi derecha, puedo dar mi paso y caer, que tuviera una reja o unos ladrillos para poder ubicar, nosotros nuestro bastón es nuestros ojos".
Al llegar al semáforo de la calle Acuña e Hidalgo no se escuchó el pitido, José tuvo que esperar a que alguien lo ayudara. Es una parte en la que siempre batalla, algunos se hacen los desentendidos y no lo ayudan, dice.
"Por lo regular hay más conciencia de las mujeres, señoras y señoritas. Como que los hombres, sí ayudan también, pero como que les da vergüenza tenernos que llevar de la mano, no sabiendo que para poder guiar a un invidente les pedimos tomarlos del hombro y que él siga su camino normal".
FUTURO INCIERTO
Hasta hace unos días José trabajaba con masajista en la asociación 'Guíame'. Con su trabajo ayudaba en los gastos de la casa. Él recibió capacitación, junto a otros dos compañeros. Su pasión, dice, son todos los masajes, desde el linfáticos, Shiatsu, masajes reductivos, hasta el antiestrés.
La esposa de José trabaja como cocinera en el Centro Saulo y su hija estudia la preparatoria. Hay días tan difíciles en la familia que José ha pensado seriamente en subirse a cantar en los camiones.
"Ahorita volví a ir al DIF, los jueves y viernes, pues para seguir con el grupo Los Invisibles"
Lo cierto es que José no sabe qué pasará con él, ante la incertidumbre se trepó a la azotea de su casa para ponerle láminas a un cuarto , dice que ahí planea poner una pequeña sala de masajes, aunque no tiene ni la cama, ni la silla especial.
"Quiero poner una sala, en el cuartito, ya puse unas maderas y pues dar precios módicos aquí en el barrio"
Cada día en las calles
Los principales obstáculos:
⇒ Los anuncios afuera de los comercios.
⇒ Maceteros que no tienen rejas.
⇒ Los registros con tapas mal colocadas.