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La mala suerte

GILBERTO SERNA

En una esquina del campo se encontraban un balón, dos botines, y una ocarina. Hacía dos horas que el encuentro deportivo había terminado. El público acabó de abande los gritos aún repetían las hazañas de los aguerridos gladiadores que al igual que en la toma de Troya, siglos antes, buscaban el talón de aquiles del contendiente. La oscuridad se había apoderado de las gradas. El eco del lugar voceaba las hazañas de las jugadas de los deportistas. Las luces acabaron por dar paso a las sombras. El esférico se dolía de las patadas propinadas por los jugadores. Nací para esto, se decía, no debo quejar. Los hexágonos, es cierto, parecen calcados de la caparazón de una tortuga, por su parte los botines o shuts con sus tacos se aferraban al pasto. De la noche se había apoderado un diluvio donde aún el bíblico Noé, en un descuido, hubiera perecido ahogado y su arca volcada.

Los botines renegaban cubiertos de agua y lodo como Moby Dick dispuestos ambos a navegar en los siete mares en que se había convertido la cancha. Entumecidos y temblando por el vientecillo mojado que empezó a soplar o por temor a la cruenta batalla a punto de estallar. Los gritos de la multitud, aún permanecían en el aire, coreando los goles que no lo fueron pero que en cambio convertirían en héroe indiscutible al portero de nuestra selección nacional. El rechazo de la pelota cuatro veces a punto de horadar la meta, demostró la calidad del guardameta mexicano. Todo lo que se diga no será suficiente para ensalzar suficientemente la labor del guardameta quien demostró a propios y extraños que tiene una agilidad prodigiosa, pocas veces vista, casi me atrevería a calificarla de portentosa, imponente, extraordinaria y, en una palabra, soberbia. Un felino no tendría chance de moverse con mayor destreza, aunque en ello le fuera la vida.

Las Favelas son en Río de Janeiro, lo que el barrio de La Durangueña es en Torreón, un cerro donde la pobreza se asentó en casas apiñadas produciendo el fenómeno de retorcidos callejones donde en las noches hay una oscuridad tal que no se atina a ver el dorso de las manos, sin embargo sus habitantes han desarrollado una mirada que penetrando las sombras, como las lechuzas, bajan y suben sin tropezar los escalones de piedra caliza de que se componen las escaleras. Con el devenir del tiempo se ocuparon las laderas del Cerro de la Cruz. En la avenida Morelos se advierte este tipo de intrincadas escaleras que serpentean desde la cumbre hasta descender al plano en el escarpado terreno. Las construcciones de las viviendas, constituyen asentamientos irregulares sin papeles que acrediten su propiedad. Sufriendo además la carencia de servicios urbanos esenciales.

En fin, una competencia mundial que se celebra cada cuatro años no está destinada a resolver los problemas de una nación. Sin embargo durante el tiempo en que se celebra el evento a cambio recibe una publicidad mundial que en algo favorece al comercio sobretodo el flujo de dinero estimándose que globalmente alcance la suma de más de 500 mil millones de dólares. No obstante las condiciones críticas de las comunidades marginadas no cambia ¡la pobreza continúa! Son juegos dirigidos a satisfacer a una clase social que puede darse el lujo de divertirse sanamente viendo en los medios electrónicos los juegos deportivos o asistiendo a presenciar el espectáculo en los estadios donde se realizan las competencias. Mal le fue a quien figurando en una circular roja de la Interpol fue detenido apenas pisó suelo brasileño, siendo detenido de inmediato. Ya detrás de las rejas permaneció con las manos sobre su cabeza, lamentando su mala suerte.

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