¿Es la historia de un triángulo amoroso?, o ¿es un asunto privado? Usted juzgue. Se trata ni más ni menos que del presidente de Francia Francois Hollande, a quien los medios periodísticos de su país señalan como cualquier playboy dispuesto a enredarse con cuantas faldas se pongan a su alcance. Mientras gobierna a sus cerca de 60 años de edad cuenta con Valerie Trierweiler, que figura como su esposa, sin pasar por un registro civil, considerada la primera dama del país a la cual habría que agregar a la madre de sus cuatro hijos Segolene Royal con la que vivió casi 30 años y ahora a la actriz Julie Gayet Ann a la que le lleva más de dos décadas de edad.
Aquí en México que se sepa hemos tenido dos mandatarios garañones, a saber, encabezando la lista aparece Adolfo López Mateos seguido de José López Portillo. El primero con "la rubia de categoría" Gina Romand y el segundo con Rosa Luz Alegría cuyo vestido entallado lucía colores patrios.
Pero ¿qué tendrá el ambiente del despacho?, ¿qué feromonas despedirá, que trastorna a los hombres?, ¿será acaso la silla? ¿efluvios del poder que emanan del cuero que forra el asiento y el respaldo del sillón presidencial? En esos casos la respuesta es negativa a pesar de ser uno de los máximos íconos de poder, codiciado por los políticos y los no políticos. Sabemos que ningún mandatario ha puesto sus sentaderas encima de tan augusto y ceñero mueble, jamás de los jamases. Silla fabricada en el siglo XIX, tallada en madera dorada, con bordados de oro, sobre terciopelo rojo, la silla enmarca como figuras centrales un águila republicana y un gorro frigio símbolo de liberación y victoria sobre la opresión. Sus patas frontales son formadas por dos majestuosas águilas de frondoso plumaje, mientras que decenas de hojas de laurel talladas en madera adornan los costados del respaldo. Esta pieza original se encuentra en el museo del Castillo de Chapultepec, que fue residencia hasta 1939 de los presidentes de México.
En la silla o sillón únicamente se ha sentado el controvertido héroe revolucionario, quien paradójicamente no fue presidente, el General Francisco Villa, cuando en 1914 las tropas de la soberana Convención Revolucionaria ocuparon la Ciudad de México. El hecho quedó plasmado en una fotografía que Pancho Villa se hizo tomar sentado en el histórico mueble. Villa invitó al guerrillero campesino Emiliano Zapata a que hiciera lo mismo, pero éste no quiso bajo el argumento de que era una silla embrujada, alegando que si alguien bueno tomaba asiento en ella al levantarse ya se había vuelto malvado y se le quedó mirando a Villa quien sintió el puyazo y mirándolo desde detrás de sus ojos de color le reviró: no se apure si me senté en la mentada silla "yo ya era malvado desde endenantes" y rubricó su dicho soltando una sonora carcajada.
Y qué decir de Emiliano Zapata que era más bueno que el pan de azúcar junto a su hermano Eufemio al que se le atribuye una anécdota que lo pinta de cuerpo entero. El hermano Eufemio no sólo era bueno sino que además le ganaba su inocencia campirana por lo que creía que la silla era la de montar a caballo por lo que al llegar a Palacio Nacional dispuesto a quemarla junto a sus guarachudos acompañantes buscó y rebuscó en la finca sin encontrar la silla por más que no dejó rincón alguno sin escudriñar.
Regresando al asunto del aprendiz de galán Francois Hollande, sus electores dijeron que la vida sentimental del Presidente es un asunto privado, dejando de lado el escándalo propiciado por un semanario del corazón. Los ciudadanos franceses quizá pensarán que quien lleva una vida crapulosa en su salud lo hallará.