Si elaboramos un cuestionario donde preguntemos a todos los laguneros si saben algo acerca del monto de los ingresos que tienen los municipios que conforman La Laguna, y si saben en qué se gasta ese dinero; podremos darnos cuenta de que muy pocas personas están enteradas acerca de las cantidades referidas.
Lo más impactante -y lo que sí sabemos la gran mayoría de los laguneros- es que la gran mayoría de dichos ingresos no se invierten en La Laguna, sino que van a dar ya sea a las capitales de los dos estados que gobiernan a la Comarca, o los bolsillos de los políticos; sabemos además que las cantidades de dinero que gastan los gobiernos no corresponden a las cantidades que nos informan, y en muchas ocasiones los partidos son los que se quedan con este dinero -dinero que se usa para financiar campañas electorales y mantener a una sarta de burócratas, que no aportan nada productivo a la sociedad- en cantidades que son una verdadera ofensa para aquellos que no tienen que comer, y terminan vendiendo su voto a cambio de bultos de cemento, lonche, un plato de menudo o cualquier promesa que, en muchas ocasiones, no les es cumplida.
La transparencia y la rendición de cuentas son prácticas de uso común en toda democracia avanzada, corresponden a la exigencia de una sociedad madura y participativa que exige conocer y decidir el destino del dinero aportado por ella vía impuestos.
La transparencia es obligada en casi todos los ámbitos de la vida moderna. Podemos enunciar el caso de una empresa que acude a los mercados financieros, buscando financiar su crecimiento con dinero de los inversionistas vía la Bolsa de Valores; esta empresa estará obligada a publicar sus estados financieros, previa aprobación de su Consejo de Administración y después de haber sido sometidas al escrutinio de un auditor. Con lo anterior, los inversionistas tendrán elementos veraces y sólidos para su toma de decisiones acerca de seguir invirtiendo en dicha empresa o buscar nuevas alternativas.
Si lo anterior sucede con entidades privadas, ¿por qué se nos escatima en el caso de las instituciones públicas, de las que nosotros, los ciudadanos, somos los inversionistas por medio de nuestros impuestos? ¿Por qué la clase política nos niega la información a nosotros, que somos quienes capitalizamos a esta gran empresa cooperativa llamada, ya sea municipio o estado?
En la Comarca Lagunera vemos, tristemente, que nuestras autoridades evaden sistemáticamente su deber de informar a la ciudadanía, recurriendo a la demagogia y saliendo por la tangente cuando se presentan casos tan escandalosos de corrupción; como ejemplo, tenemos el caso de Simas Torreón, en el que se van y vienen las promesas de investigar los constantes desfalcos, se prometen auditorías e investigaciones, sin que nada suceda, mientras que la comunidad resiente las consecuencias de la mala calidad de los servicios, y los responsables del quebranto financiero de esta empresa "pública" continúan viviendo impunemente del erario.
El movimiento para constituir el Estado de La Laguna: ELLA, que ya cuenta con más de 307 mil firmas de igual número de personas, es un fiel reflejo del hartazgo de la ciudadanía ante la opacidad con la que los gobiernos estatales, conformados en su mayoría por personas totalmente ajenas a esta Comarca, manejan los recursos generados por medio del trabajo diario.
La Laguna es capaz de levantarse de ésta y más crisis. Quienes amamos a esta noble Comarca, tenemos el deber ético de luchar por ELLA.