Siempre he creído en las hadas. Ellas me han acompañado durante toda mi vida.
Para mayor comprensión, yo relaciono a las hadas con nuestros signos zodiacales.
Las hadas son seres elementales de luz, que habitan en los bosques y protegen la vida silvestre. Se les puede ver en sitios en los que priva la tranquilidad y las energías positivas.
Las primeras que conocí, son hadas del signo de leo, como mi madre; o capricornio, como mi hermana.
Pero a lo largo de la vida me han acompañado y bendecido, muchas otras de diversos signos.
Las hadas de tauro, son especialmente fieles y dedicadas. Me han cuidado como pocas y aún lo siguen haciendo.
Las de virgo y piscis son intensas y proporcionan grandes alegrías.
Las hadas andan por todo el mundo. En Japón, por ejemplo, habita Konohana-sakuya-hime. La dama que hace florecer los cerezos, que actúa durante la primavera y pinta los bosques de un color rosado hermosísimo.
Curiosamente las hadas se asocian a los dragones, en la creencia china y son especialmente protectoras de los budistas, porque ellos, por lo común, son personas equilibradas y llenas de energía positiva.
Conozco un lugar, no lejos de aquí, cuya ubicación exacta me reservo deliberadamente, en donde habitan muchas hadas y uno las puede ver temprano por la noche, entre los árboles de ese lugar. Si toma uno fotografías, aparecen como pequeños puntos de luz, que nos iluminan y protegen.
El sitio de por sí, es un campo energético impresionante, en donde uno se puede cargar de energía y se llena de tranquilidad, porque las hadas lo envuelven con su luz.
A veces, las hadas toman forma corpórea y se deciden a habitar entre nosotros.
Por ello, algunas han alcanzado fama mundial, como sucede con Tinker Bell, mejor conocida como "Campanita".
Ella es la compañera de Peter Pan y tiene la facultad de extender sus polvos mágicos para que los niños puedan volar.
A mi vida han llegado dos de estas hadas: Sofía y Bárbara y es impresionante como ambas extienden su magia a nuestro alrededor, para prodigarnos alegría y felicidad.
Si les preguntas: ¿Quién eres?, ambas responderán: Soy Campanita. Y es porque de verdad lo creen, se ponen alas e intentan volar y lo logran con la imaginación.
Hay hadas cisnes y hadas unicornios. Unas son seres de agua y otras de tierra, pero todas esparcen bendiciones entre los seres buenos y tranquilos.
Las sennin, son hadas que alguna vez fueron humanos. La más célebre de ellas es Rafu-Sen, la dama que cuida de las flores del ciruelo y que se pasea entre estos árboles durante las noches de luna.
En las antiguas culturas, como la de los Druidas, se protegía a las hadas, porque ellas hacían florecer la naturaleza y eran seres a los que se les podía hacer peticiones.
Las hadas gustan de las cosas simples, de las flores, de los dulces y lo globos. Por ello, cuando yo regalo a mis hadas cosas de éstas, brincan de alegría y piden más, a cambio de un hermoso beso.
Esos besos te llenan de paz el alma y te brindan energía suficiente, como para seguir luchando con la cotidianeidad.
Nunca he comprendido por qué cuando somos niños creemos en ángeles y hadas y al crecer dejamos de hacerlo. ¿Será porque perdemos la inocencia; y nos atrapa la supuesta racionalidad?
Yo prefiero seguir creyendo en ellas, porque las he visto y sé que me protegen dondequiera que ando.
Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".