Se cura una herida, se cura la cruda, se curan bebidas y hasta una pintura…
¡Cuántas acepciones diferentes tiene el verbo curar! El niño se cayó, se abrió la cabeza, pues hay qué curarlo. ¡Muchacho del demonio! ¡A ver si así ya te aplacas!
Véngase compadre, mientras vamos a echarnos un curado de guayaba o de melón. La escena continúa en “Las glorias de Colón” Pulquería y Tepachería… English Spoken.
El pulque curado con algunas frutas disimula lo fuerte de su sabor y su contenido etílico, así que, se lo toma usted muy tranquilamente y le sabe muy sabroso, casi como si fuera un refresco o una inofensiva agua fresca. Nada más que, al rato trae usted una papalina que no se la merece. Una borrachera de ¡Padre y Señor Nuestro!
Aparte del pulque están las carnes y pescados que se curan, pero con sal o con humo y así pueden durar mucho tiempo sin descomponerse aún cuando no tengan una buena refrigeración.
Así fue como nació la carne seca con la cual se hace el muy norteño machacado con huevo, platillo típico del norte, que en algunas partes conocen como “carne machaca”.
Con los calores que se dan por estas tierras norteñas, cuando no había las facilidades que hay ahora de mantener la carne en refrigeración, lo que se hacía era impregnarla con mucha sal y dejarla secar, con lo cual se conservaba durante mucho tiempo sin descomponerse.
Otros que también se curan son los jarros y cazuelas de barro para que no se agrieten al usarlas a las primeras “de cambio”.
Curar las pieles es curtirlas para que no se resequen y duren teniendo además una buena flexibilidad.
El Señor Cura ¿qué cura? ¡Pues las heridas del alma…! No, no es cierto, no es cierto. No se le llama Señor Cura a un sacerdote porque cure los problemas espirituales, ni porque cure a su gente, en el sentido de hacer sanar el cuerpo sino porque cuida, porque está al tanto de las necesidades de su feligresía.
En ese mismo sentido, cuando se prepara una exposición de pintura, se pone ésta al cuidado de un curador para que se haga cargo de ella y cuide que se cumplan los requisitos y las condiciones en que debe montarse.
O sea, que curar es cuidar, sí, pero cuidado con el “curare” que paradójicamente es una sustancia extraordinariamente tóxica que mata al que la ingiera paralizando los nervios de los músculos. Ése es el curare y tenga cuidado porque para el que lo toma no hay cura posible.
La otra que se cura es la cruda, la resaca, el efecto ese tan desagradable que viene después de una noche de copas, una noche loca en que se abusa de las bebidas espirituosas.
Es tan pesada la “cruz” del que carga con la “cruda” al día siguiente de la fiesta, que se dice que el que la sufre está pasando un “Via Crudis”. Pero ése ya será el tema para otro comentario.
Escríbale a Don Juan Recaredo: La dirección de su correo electrónico es donjuanrecaredo@gmail.com
PREGUNTA DEL PÚBLICO:
¿Las cuerdas con las que hablamos se llaman cuerdas bucales? Hace poco me pareció oír en televisión que se llaman cuerdas bocales. La pregunta nos llega de Hermosillo, y viene de parte de Herlinda María Aguayo.
RESPUESTA:
Las cuerdas que producen la voz se llaman cuerdas vocales y no cuerdas bucales. El error es que muchas personas creen que el adjetivo se deriva de la palabra boca. Si así fuera entonces sí sería bucales. Pero se deriva de voz por eso son vocales. De hecho las cuerdas vocales no se ubican en la boca, sino un poco más adentro.
Aviso de ocasión para terminar: ¡Magnífico imitador ofrece sus servicios! ¡Contrate hoy mismo! ¡No acepte imitaciones!... ¿Cómo dijo? ¡LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA!