A la mujer le pasa lo que a la ley fiscal. Nunca acaba uno de estudiarla y nunca acaba de entenderla.
La definición más primitiva que encontré de ella (de la mujer, no de la ley) fue que es la hembra del homo sapiens, o sea del hombre que sabe, pero, pues, en realidad, yo no sé.
Ese pretencioso apodo de homo sapiens nos lo pusimos nosotros, los hombres mismos y viendo a algunos personajes de nuestro mundillo político, se ve uno tentado a proponer mejor el de homo burrens, o algo por el estilo.
Quiero decirle, antes de que otra cosa suceda, que cuando trato el tema de la mujer, previendo interpretaciones equívocas, me declaro partidario del más tenaz feminismo y que conste que no es porque sea yo “zacatón” (¡gulp!).
Yo digo como dicen los ingleses ¡Vive la difference!… (sí, estos eran unos ingleses que tomaron un curso de francés en 20 lecciones y les encantaba usarlo para practicar).
Las féminas se quejan de que el mundo está hecho por los hombres, favoreciéndolos convenencieramente a ellos, -bueno, a nosotros- y no les falta razón.
Aún en los textos bíblicos encontramos cosas como aquella de que, cuando Yahvé maldice a la mujer, le dice: “Hacia tu marido irá tu apetencia y él te dominará…” y por más que le enseño ese texto a mi esposa, ella se queda como si nada.
En la literatura mística judía se alude a una mujer que tuvo Adán antes que a Eva. Se llamaba Lilith, y se peleó y se separó de él, y yo pienso: se fue, pero ¿a dónde? Ni modo que dijera “Ya me voy a casa de mi mamá” y Adán muy tranquilo “Pues si ni madre tienes…”.
La palabra mujer viene del latín mulier que en casi todos los idiomas viene quedando en esposa… y pues así la usamos nosotros: Mi mujer es mi esposa. Tomar mujer es igual que decir casarse, aunque nunca se dice que ella “tome hombre”.
Una mujer muy hacendosa se dice que es “mujer muy de su casa”.
Mujeriego es un sujeto demasiado aficionado a conquistar mujeres y un hombre con características de mujer es un afeminado, o sea, que “se le cae la mano o le gusta el arroz con popote” según la maledicencia popular.
Misógino es el que odia a las mujeres y la palabra viene del griego miseoo que significa “yo odio” y gineé que es la raíz griega de la palabra mujer. Miseoo Giné es el misógino, que odia a las mujeres pero no en el aspecto sexual. Le caen gordas las gordas, eso es todo. A lo mejor lo que sucede es precisamente que le gustan demasiado y no le hacen caso.
Escríbale a Don Juan Recaredo: La dirección de su correo electrónico es donjuanrecaredo@gmail.com
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PREGUNTA DEL PÚBLICO:
Una amiga me discute que debe decirse “mañana nieva” y yo le digo que lo correcto es “mañana neva” ya que el verbo es nevar, no nievar. Este planteamiento lo hace Gabriela Rodríguez de Mazatlán.
RESPUESTA:
Tu amiga tiene razón. Aunque el verbo sea nevar, lo correcto es decir “mañana nieva”. El verbo nevar se conjuga como cerrar. ¿Cómo se dice “mañana cierra o mañana cerra? ¡Mañana cierra! Pues entonces debes decir “mañana nieva”.
Frase convenenciera para terminar: Es mejor dar que recibir, sobre todo golpes. ¿Cómo dijo? LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA.