Las reformas estructurales recién aprobadas han creado un marco sólido y propicio para la inversión en nuestro país. Estas reformas tienen el potencial de propiciar que los recursos se asignen a usos más productivos y que se produzcan bienes y servicios a precios competitivos, pero lograr lo anterior necesita de un trabajo continuo que garantice una eficiente implementación de las mismas, independientemente de los tiempos políticos que viva el país, es decir, deben ser procesos transexenales.
De ahí el exhorto a toda la sociedad en general para invertir y trabajar, con el fin de que las reformas manifiesten su impacto positivo y sean una realidad en la reactivación económica del país, la cual necesita crecer a niveles anuales de 7%.
Hoy en día, la economía mundial se encuentra en un difícil equilibrio. Por un lado, las economías avanzadas (principalmente Estados Unidos, la Eurozona y Reino Unido) aún enfrentan el legado de la crisis financiera global, persistiendo el sobreendeudamiento y elevadas tasas de desempleo. El crecimiento potencial en estas economías se está reduciendo, lo que lleva a un consecuente impacto global.
Por otro lado, las economías emergentes vislumbran un futuro incierto esencialmente derivado de la decisión de la normalización de la política monetaria norteamericana y de la forma y velocidad en que aumentarán las tasas de interés en 2015. Ello está afectando las perspectivas de crecimiento aún en economías que, como la mexicana, han adoptado profundas reformas estructurales.
Asimismo, China está en una fase de desaceleración económica, que aunque se espera crezca alrededor de 7.4% en este año, es una tasa significativamente menor al promedio de los últimos años de tasas cercanas al 9%. Aunado a ello, el sistema bancario chino está mostrando síntomas de debilidad.
La reciente volatilidad de los mercados financieros se ha visto influida por presiones geopolíticas que abonan al ambiente de inestabilidad e incertidumbre. Entre estos factores debemos mencionar los conflictos políticos en Medio Oriente (Siria y la problemática islámica de Isis), el conflicto Rusia-Ucrania que no termina por resolverse, y en otra esfera, la preocupación por la propagación del ébola.
Respecto a la economía mexicana, aunque las estimaciones para el crecimiento de Estados Unidos se han mesurado, se prevé que éste seguirá como un importante factor de impulso para la actividad económica en nuestro país. Algunos indicadores recientes apuntan a una gradual mejoría de la actividad manufacturera, liderada por la industria automotriz, sector estrechamente ligado a la actividad exportadora.
El reciente brote en la inflación que registró una tasa anual de 4.22% en septiembre, por encima del límite superior de 4% del intervalo de confianza establecido por el Banco de México, es motivo de preocupación y por ello será importante estar atentos sobre la duración de la temporalidad de este fenómeno y, en su caso, la política monetaria tendría que reaccionar para evitar que las expectativas de inflación debiliten su anclaje del corto y mediano plazos.
Bajo este contexto, el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas mantiene por segundo mes consecutivo su pronóstico de crecimiento del PIB en 2.5% para 2014 y para 2015 presenta una baja marginal al ubicar al PIB en 3.70, en lugar del 3.72 del mes anterior, estimaciones con mejor perspectiva, paro aún alejadas de lo que requiere el país.
Estas últimas cifras nos indican la necesidad de impulsar a nuestra economía para que el escenario a futuro sea cada día mejor y con ello se atraigan más inversiones. Con las reformas ya aprobadas adquiere mayor peso un sano entorno macro económico donde estén garantizados diversos factores, entre ellos la seguridad y por ello abogamos para que la sociedad civil y los gobiernos en sus ámbitos municipal, estatal y federal trabajen de manera conjunta para enfrentar y resolver los graves problemas que genera esta problemática social, además de la corrupción y en forma muy importante la impunidad.