Le creció la nariz como a Pinocho
¿Por qué mienten los niños? Les explicas, les impones castigos y tu hijo insiste en inventar historias para sus compañeros de clase e incluso para ti. ¿Cómo lidiar con esta situación embarazosa? Platicamos con la licenciada en psicología infantil Alejandra Gándara, sobre este interesante tema y nos comentó lo siguiente.
¿A qué edad empiezan?
Por lo general, los niños menores de 7 años tienden a confundir la realidad con la fantasía, ya que comienzan a vivenciar sus fantasías en juegos.
Después de esta edad, el niño empieza a tener mayor conciencia de su realidad y se da cuenta que a veces exagerando la verdad puede conseguir algunos beneficios personales.
¿Por qué lo hacen?
La principal razón de las mentiras es la imitación; el niño al observar que el adulto obtiene beneficios por mentir, recurrirá a la misma conducta sin pensar en las consecuencias.
Otras razones comunes son por llamar la atención, la frustración, demasiada exigencia o miedo al castigo. Estas razones reflejan la actitud del niño ante las expectativas del adulto.
¿Cuándo se puede convertir en un problema?
Todas las mentiras deben ser conocidas y comprendidas porque tienen una razón de existir.
Cuando las mentiras son recurrentes es una alarma de que existe un conflicto que afecta al niño, de lo contrario las mentiras ocurren en situaciones determinadas; esto sin perder de vista la madurez cronológica y emocional del niño.
Debemos preocuparnos cuando la mentira se vuelve habitual y es una forma normal de reaccionar en el niño, como cuando surge como producto de un nivel elevado de ansiedad o del temor en general.
¿Cómo se pueden frenar las mentiras?
Antes de pensar en frenar las mentiras, podemos intentar prevenirlas, ya que mostrar una actitud sincera hacia cualquier persona es el mejor ejemplo que se puede dar.
Lo principal es la reacción del adulto ante la mentira, hay que confiar en ellos, sin sermones si no demostrándolo en la práctica. Si desconfiamos constantemente no promovemos la sinceridad, al mismo tiempo una reacción de irá únicamente provocará miedo y esto provocará más mentiras para evitar el castigo.
Debemos centrarnos en lo que provocó la mentira, y en por qué es importante decir la verdad, en especial porque la mentira genera desconfianza y no se puede vivir desconfiando.
¿Cómo hacer que confie en ti?
En primer lugar, los padres deben saber que son responsables de la maduración del niño. Por esto es necesario abordar los problemas y hacer que el niño entienda lo que es correcto e incorrecto, por medio de palabras y conversaciones claras sin agresividad.
Si a tu hijo le cuesta darse cuenta de lo que esta mal, hay que mostrarle con ejemplos claros y cotidianos lo importante que es ser sincero.
Es importante extremar la atención ante las mentiras maliciosas que son premeditadas para perjudicar a alguien o aprovecharse. Si los padres detectan este tipo de comportamiento antes de afectar a alguien, deben hacer que el niño se de cuenta de las posibles consecuencias y hacer que se disculpe. La vergüenza de ser descubierto por lo general hace que el niño no quiera repetir la conducta, de ser así, debe buscar la ayuda de un profesional.
La voz de Pepe Grillo
La licenciada en psicología infantil Alejandra Gándara nos da una serie de recomendaciones que como padres podemos seguir para solucionar el problema.
1.- El niño necesita conocer que mentir es negativo. No solamente debemos hacerle ver lo inadecuada que fue su conducta si no debemos mostrarle las consecuencias de la misma.
2.- Favorecer un ambiente de confianza, en la que el niño se anime a contar sus travesuras y sus errores.
3.- Los castigos deben ser bien medidos y adecuados a cada falta. Si siempre son demasiado severos, la tentación de no decir la verdad para evitarlos será mayor.
4.- No mentirle ni ante situaciones difíciles. Si no sabemos cómo responder alguna pregunta del niño o si no podemos decirle lo que sucede, es válido recurrir a “no lo sé” o “déjame pensarlo”
5.- Darle la oportunidad de ser sincero y felicitarlo si confiesa la verdad. Si lo castigamos a pesar de haberlo hecho solo reforzaremos su hábito de mentir.
6.- No reírse ni admirar nunca las mentiras del niño, aunque parezcan graciosas. Los pequeños no deben apreciar ningún tipo de aprobación o reconocimiento ante un embuste.