Las cosas más sencillas de la vida se tornan complicadas cuando sufres la más mínima de las discapacidades.
Todas aquellas acciones que de ordinario hacemos casi inconscientemente se complican cuando tu capacidad de movilidad se ve diezmada.
El solo hecho de estar en cama por varios días, trastoca tus capacidades de manera tal, que la más sencilla operación, como es ir al baño, se torna complicada. Debes apoyarte en alguien para no caer.
Ya no digamos el hecho de bañarte en la regadera, pues si quieres evitar riesgos debes hacerlo sentado en una silla especial y utilizando una regadera de "teléfono", para asearte mejor.
Hay que tomar esas precauciones. Si quieres evitar el riesgo de caer y debes permitir que alguien te vigile durante la operación, aunque para ello debas exhibir tus miserias.
Como dije antes, de situaciones de esa naturaleza, suelen salir cosas buenas. Yo recuerdo ahora que hace varios años, una exalumna mía, de la Ibero, Ana Paula Miranda, ha raíz de una caída y la necesidad de usar muletas, la llevaron a hacer su tesis de licenciatura, sobre un proyecto de ley para las personas con discapacidad, el cual fue retomado por el Congreso de Coahuila y se convirtió en la primera ley a favor de ese tipo de personas.
Cuando se enfrenta uno con esas limitantes, se percata de lo valioso que es el poderse mover libremente. Ir al baño sin obstáculos, y bañarse en la regadera sin necesidad de vigilancia.
Cuántas personas hay que se pasan meses enteros acostados en una cama y tienen que hacer todo en esa posición.
Tienen por prisión la cama y no se pueden mover de ahí. Por muy bien atendidos que estén, tiene esa cama por cárcel y eso si cuentan con ayuda suficiente porque hay familiares muy ingratos.
Algo semejante sucede con la comida, cundo te la van limitando. Que ya no comas harinas, azúcares, carnes o proteínas, en general. Olvídate del vino y el cigarro.
Por eso mientras puedas, no te prives de nada; sin excesos, pero no te limites innecesariamente, porque todos son placeres que vale la pena gozar.
Igualmente, puede llegar el tiempo en que te confinen a una silla de ruedas. Antes de que eso suceda, viaja, viaja todo o que puedas. Brinca, salta, sube montañas, pues puede llegar el día en que añores hacer esas cosas simples.
Creo que estoy instalado en la "depre", post hospital. No es malo, porque me enseña a reflexionar sobre el valor de lo que tengo y la forma en que debo apreciarlo. Pero tengo que abandonar este estado cuanto antes.
He comenzado a retomar mi rutina diaria; hoy fui a mi desayuno, con el Cuate y a la mesa de los árabes. Me dio gusto verlos a todos, pero Jaime ya no está, se nos fue en los días que estuve ausente. Así es la vida, hoy estás aquí y mañana ya estás dando cuentas al Creador.
No quiero pensar más en estas cosas, vivamos lo que Dios nos tenga deparado de vida, como siempre lo hemos hecho, disfrutando buenamente de todo cuanto podamos.
Por lo demás. "Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en al palma de Su mano".