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Llamar a cuentas

GENARO LOZANO

Imagínate querid@ lector que es el año 2016 y que Carmen Aristegui o cualquier otro periodista independiente tiene sentado frente a sí a Felipe Calderón para una conversación de dos horas sobre el décimo aniversario del inicio de la guerra contra el narcotráfico. Imagínate que Calderón o que Marisela Morales o Alejandro Poiré aceptan participar en esa entrevista para un documental que se concentra en la vida del exfuncionario en cuestión, pero que profundiza sobre su decisión de lanzar la guerra contra el narco. Imagínate que en esa conversación Calderón, Morales, Poiré o alguno de los ex secretarios más directamente relacionados con ese tema reflexionara sobre las decisiones que tomó, los errores que cometió y las lecciones que aprendió. Imagínate que ese documental fuera exhibido en muchas salas de cine y que ganara premios al mejor documental del cine mexicano en ese 2016.

Ese ejercicio hipotético me imaginé tras ver el documental "The Unknown Known", del cineasta Errol Morris, que acaba de ser estrenado en EU y que es una conversación de casi dos horas con Donald Rumsfeld, ex Secretario de Defensa de 2001 a 2006. Este es el segundo ejercicio fílmico que Morris realiza con un ex Secretario de Defensa. En 2004 filmó el documental "The Fog of War", con Robert McNamara, quien dirigiera el Pentágono durante casi toda la década de los 60, cuando EU estaba inmerso en la Guerra de Vietnam.

Donald Rumsfeld es presentado como un hombre de éxito. Ex congresista republicano, embajador ante la OTAN, coordinador de asesores del presidente Gerald Ford y de ahí una carrera política maratónica que lo llevó a ser designado como el más joven Secretario de Defensa que haya tenido EU en 1977, como posible candidato a la Vicepresidencia en 1980, como enviado especial de Reagan al Medio Oriente, como académico y como empresario. Rumsfeld también es presentado como un esposo amoroso y como un funcionario público obsesionado con guardar cada pensamiento en audionotas.

Después de contextualizar al personaje, Morris se concentra en lo fundamental del documental: retratar a casi quince años a la distancia el sorpresivo regreso de Rumsfeld al servicio público en 2001, cuando George W. Bush lo invita a volver a ser Secretario de Defensa, a ser uno de los artífices de la guerra global contra el terrorismo y responsable de la estrategia militar de la invasión a Irak en 2003.

Morris interroga a un Rumsfeld sonriente, cínico y sin arrepentimientos. Al ser cuestionado sobre los casos de tortura en las prisiones de Guantánamo y Abu Ghraib, un Rumsfeld evasivo recurre a las definiciones del diccionario y cuestiona a Morris sobre el significado de la palabra "tortura", por poner un ejemplo. Al cuestionarle sobre las razones que dio para derrocar a Hussein en 2003 -la presencia de armas de destrucción masiva que nunca encontraron- Rumsfeld recurre a un juego de palabras con el que enredó la discusión pública en 2002 y con el que prácticamente pidió a los estadounidenses un acto de fe: confiar en que el gobierno de Bush tenía la suficiente información para creer, aunque hubiese falta de evidencias, que Hussein tenía armas de destrucción masiva.

Estados Unidos es una de las democracias más estables del mundo, o tal vez la más estable, desde su fundación como país independiente. Ahí quienes ejercen un cargo público son sujetos constantemente a la rendición de cuentas, por mecanismos institucionales y formales del poder, como las elecciones recurrentes, o por una sociedad civil que sigue siendo de las más vibrantes y participativas del mundo. Quienes dejaron el poder hace tiempo siguen siendo sujetos de rendición de cuentas, cuando en la academia se analizan períodos históricos del presidencialismo o del trabajo legislativo, o cuando en los medios de comunicación se revisa la historia, cómo se narró y qué lecciones dejaron. Parte del genio fundacional de la democracia estadounidense precisamente radica en su diseño institucional, en su cultura política y en sus medios de comunicación.

México ha avanzado positivamente hacia una profundización de nuestra democracia electoral en las últimas dos décadas. Pese a que hay aún enclaves autoritarios, signos de retrocesos por aquí y por allá, como los aspectos de las leyes secundarias de la reforma de telecomunicaciones que instauran un Estado vigilante y que dificultan el ejercicio del derecho a la protesta, tiendo a pensar que hoy somos una mejor democracia, una democracia con adjetivos, más participativa, más institucionalizada, más responsiva, más técnica que en 1990.

Sin embargo, la democracia nunca está terminada y nunca está tampoco blindada de retrocesos. La democracia es un proceso, es una construcción, con distintos grados, unas con mejores cimientos que otras, unas más liberales, unas más conservadoras, unas que incentivan el cambio, otras que lo rehúyen. En México nos faltan ejercicios como ese documental de Rumsfeld, que desnudan el cinismo, que juzgan a un personaje a la distancia y que nos obligan a mantener viva la memoria, como remedio para evitar que las historias de abuso del poder se repitan.

Politólogo e Internacionalista

Twitter @genarolozano

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