Con cariño. Velia y Gerardo a través de sus lecturas, hacen pasar un momento agradable y sobre todo olvidarse de su enfermedad, a los pequeños que se encuentran delicados en la clínica 71 del IMSS.
Ver sonreír a pequeños en etapa terminal o sufriendo una grave enfermedad, es lo más gratificante para Velia Andrade y Gerardo Ortiz, quienes dos veces por mes, dedican dos horas para la lectura en el área de Cancerología de la torre de especialidades de la clínica 71 del Instituto Mexicano del Seguro Social.
Las visitas se desprenden de un programa que organiza la Coordinación Regional de Bibliotecas región Laguna. Se realizan dos veces por mes y durante seis meses, serán ellos los encargados. Al final serán otros quienes lleven lectura a los pequeños.
El trabajo no es fácil, dice Gerardo, sobre todo porque no es posible tener momentos de debilidad frente a los pequeños ni de sus familiares, "porque podemos mover un poco los ánimos de la gente", explica al término de la primera sesión del mes de febrero.
Para evitarlo, personal de la Dirección de Cultura de Torreón prepara al personal de la Coordinación Regional a través de cursos de Sensibilización que imparten psicólogos y gente que ha trabajado con pequeños en etapas terminales y ofrecen técnicas para no tocar puntos sensibles ni a ellos ni a sus padres.
"Ha sido muy gratificante ver sobre todo a los niños reír, olvidarse un momento de sus problemas, pero sobre todo nos llevamos la sorpresa de quienes se integran y están muy contentos y se involucran: los papás. Entonces hoy se trajeron libros para ellos y hacer más llevadera su espera", comentó Velia.
UNA BELLA EXPERIENCIA
En el área que se visita dos veces por mes, se encuentran niños desde algunos días de nacidos hasta los 16 años, y que padecen de alguna enfermedad terminal o que se encuentran en la lucha de un padecimiento grave como: Insuficiencia renal o cáncer.
Son por lo menos 30 los menores que se encuentran ahí y a quienes se les hace viajar a través de la imaginación a mundos extraordinarios con la lectura y apoyados por artículos muy sencillos, como en esta ocasión fueron unas cajas con figuras de tres personajes de una historieta.
En cada cubículo se encuentran por lo menos cuatro menores, y cada uno es visitado para que puedan disfrutar de esa aventura y olvidarse un momento de todo.
En esta noble causa no se vale llorar. Aunque el momento sea desgarrador, Gerardo y Velia deben ser fuertes. "Pueden ser lágrimas de emoción o de tristeza, pero no podemos hacerlo", dice Gerardo.
La fuerza debe estar presentes en ellos, pueden y deben mantener la atención de los pequeños.
Para agradecerlo, en esta última visita, les entregaron a las niñas unas barbies, y para los niños, unas plastilinas y otros artículos, "son estancias muy largas no es una semana, a veces es un mes, dos meses o hasta más", dice Velia.
CON MÁS GANAS
Aunque difícil, estas visitas han dejado un buena lección en ellos.
Es difícil porque en una visita puedes encontrar a los mismos pequeños o a otros más, como puede que algunos ya hayan fallecido.
La lección que les deja, es que las personas hacen de una situación cualquiera, que se puede resolver, en un gran problema, "uno compara sus problemas con los de ellos, y no son nada", comenta Velia.
Aunque es una experiencia que sólo lo viven por seis meses, Velia y Gerardo están dispuestos a llevar este momento a los pequeños en cualquier otro hospital, aunque su situación no sea muy difícil.
Además, prometen tomar lo más bonito de esta parte de su trabajo, como es el disfrutar cada momento con sus hijos, con sus seres amados e incluso con ellos mismos.