Lo que debe ser, según Rivera

Para Manuel Rivera Saldaña, la política tiene dos grandes acepciones: Una de ellas convertida en sinónimo de lambisconería, de complots bajos, de desprestigio, de hablar al oído a un jefe para tratar de influir hacia un interés personal aun en perjuicio de un interés colectivo. La otra, la que es indispensable alcanzar por el bien o preservación del sistema social es rescatarla hasta ubicarla como la expresión más pura de la civilización para definir el rumbo de una sociedad, si no recuperamos ese valor vamos a llegar a lo que es más evidente: La anarquía y el triunfo del más fuerte, no del más justo, ni de quien tiene la razón.

Asesor

Manuel Rivera ha sido asesor de políticos en gobiernos y congresos locales y federal, pero sobre todo periodista destacado. Considera que vivir en el mundo de la política, en el sentido que le dan los malos políticos, efectivamente es vivir en la irrealidad, en la simulación y el disimulo, pero fuera de él, reconoce en la gente una gran decepción, un desprestigio que hace que las decisiones de los políticos se perciban como carentes de autoridad.

Sin embargo, muchas veces la queja social proviene de quien permanece ajeno al presupuesto, más que de un reclamo auténtico para que el sistema político actúe en beneficio social. Del desempeño de legisladores, Manuel sostiene que no se puede generalizar, pues sería incurrir en un error de quien quiere arribar al conocimiento verdadero.

"He colaborado en unión con políticos que sí tienen vergüenza y que sí quieren hacer algo bueno por el país", asegura.

"Observo que este sistema no se mantendría tanto tiempo por gente sin talento; observo también que en muchos casos el papel del legislador no es más que el de un alfil, la pieza del jefe del ejecutivo que aprovecha la desvergüenza y la ambición de quienes ascienden a esas posiciones para satisfacer el interés del jefe, empero realmente no se mantiene el sistema únicamente con gente que no trabaja o hace política en el sentido de la bajeza, los congresos federal y estatales tienen honrosas excepciones de gente que sí ve el mañana de la nación", explica.

Movilizaciones

Al referirse a la práctica más común en política, como lo es la movilización de gente contra su voluntad, Rivera Saldaña estima que es una acción cada vez más estúpida porque lejos de carecer de un efecto real, se sabe que tiene un efecto adicional, el efecto del humillado, por comer, por mantener ciertos canales de acceso para regularizar una casa, una despensa, aceptan la manipulación, "aunque ella te lleva a una causa, si no general, te va llenando de rencor, porque no solamente sabes que el sistema está lucrando contigo, sino también está sobajando tu dignidad", dice.

Sobre arreglos

En política existen arreglos entre políticos que van en contra del bienestar social, Manuel Rivera cita estos momentos como provocadores de asco y después tristeza, pues al final de cuentas "me queda claro que únicamente expresar mi repulsión, mi condena es inútil si realmente no pienso o propongo acciones para que eso algún día pueda gritarse".

"Fuimos testigos en el trienio de Ricardo Rebollo que terminó Mario Calderón, de la desvergüenza de regidores que mientras en público vivían boicoteando acciones del alcalde y otros defendiendo, al final todos se abrazaron y se unieron para presionar al presidente, aprobando recibir el bono de final de trienio, lo que ocasionó una profunda decepción", recuerda.

"Me queda claro que el talento no está inscrito en un solo partido, pero en los principios de Acción Nacional, en los panistas de los 70's veías gente con verdaderos ideales, pues arriesgaron la represión del Estado mexicano cuando éste tenía poder y ahora un grupo de neopanistas se fue a prostituir igual que los que ellos condenaban".

Rivera Saldaña estima que el panorama no es bueno y aunque estamos más cerca de alcanzar el estado de anarquía, mantiene la confianza de la reflexión social y la recomposición para tomar el camino anhelado por la enorme mayoría.