El alumno, preguntó al filósofo: "Maestro, ¿Cuántos años tienes?". El filósofo le respondió: "Calculo que ocho o diez. "Cómo -replicó el alumno-, si te ves viejo y tu barba es larga y blanca". "Tú me preguntaste, cuántos años tengo, no cuántos he vivido. Y yo calculo que sólo me quedan ésos, porque los vividos ya los perdí".
En efecto, los años que hemos estado en esta Tierra, son años gastados, los que están por venir, no han de ser muchos, pero serán los que podamos disfrutar o gastar.
Por ello, creo que es tiempo de reafirmar principios, esos principios que hemos probado y sabemos son buenos para la vida en común.
Lo primero es, "nunca dañes a otros". Si tienes que pasar por encima de ellos para poder avanzar, el sabor del triunfo será muy amargo. Crecerás frustrado y rodeado de rencores.
Ama cuanto puedas. Si vas por la vida repartiendo amor, recibirás amor de regreso y eso te hará muy feliz.
Ayuda a otros cuanto puedas y alégrate siempre de ser tú el que puedas dar y no el que tenga que pedir. El universo funciona de ida y vuelta: Si das, recibirás más; si atesoras y avaricias, el dinero se te pudrirá en las manos. El dinero tiene una función social, dale buen uso para que te produzca felicidad.
Ama a los amigos, la familia y los animales. Ellos serán los únicos que estarán al pie de tu tumba. Nadie más se acordará de ti y nada te haz de llevar cuando te vayas.
Disfruta de los placeres de la vida, en especial de los que no cuestan nada. Ríe con los niños y juega con los perros. Bebe moderadamente y desconfía del hombre que no quiere a los niños, ni a los animales y que no sabe beber con moderación.
Nunca te quedes con nada que no sea el resultado de tu esfuerzo. Recuerda que vale más una conciencia tranquila que un peso ilegítimo en la bolsa.
Júntate con la gente que te puede aportar. Con los que han vivido más que tú. Ellos te darán lecciones de vida, que te han de ser muy útiles.
Nunca discutas con necios ni con aquellos que creen saberlo todo. De esas discusiones nada bueno sacarás.
Igualmente, nunca discutas con una mujer. Aprende a bajar la vista y darles la razón y serás muy feliz.
Cuando lleguen a tu vida los hijos y los nietos, vuelve a ser como niño. Aprende a disfrutar de los dulces y los carruseles y tus días se llenarán nuevamente de alegrías.
A ellos, nunca les arrebates sus sueños. Déjalos que se equivoquen, que para eso son jóvenes y tienen tiempo para rectificar.
No dejes que la vejez amargue tus días, es sólo una etapa más de la vida, que hay que vivir con prestancia y dignidad. La vejez tiene el mejor ritmo de la vida, pausado, pero edificante.
Cuando llegues al final de la vida, no te mortifiques, antes alégrate, "porque al fin vas a saber qué es el más allá".
Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano.