Ante algunas voces que han surgido en la Región Sureste del estado (quién lo diría, la zona más favorecida de las 5 regiones estatales de Coahuila) que, de continuar las afectaciones a los campesinos de esas comunidades donde frecuentemente han ocurrido hechos de abigeato, están analizando la posibilidad de organizarse para crear una especie de grupos de autodefensas tal y como se crearon en Michoacán para poder enfrentar las acciones de los delincuentes, el gobernador coahuilense Rubén Moreira ha salido rápido al paso al declarar que si hay agrupaciones que albergan de alguna manera la idea "locochona" de crear grupos de autodefensas tal y como lo viven los michoacanos, más específicamente en la región de la zona caliente de ese bello estado mexicano, entonces la Procuraduría General del Estado de Coahuila de manera casi instantánea les abrirá un proceso para impedir que el fenómeno se replique tal y como terminó sucediendo en el suroeste mexicano.
De entrada, hace bien el gobernador Moreira en ser claro al decir que en Coahuila no se admitiría la presencia, digamos, tolerada de grupos de personas armadas con artefactos que la legislación mexicana expresamente prohíbe en la Ley de Armas y Explosivos que tan celosamente en otras épocas vigilaba su observancia la Secretaría de la Defensa Nacional, institución formal donde se alberga el Ejército mexicano.
Qué bueno que Moreira esté desde ahora siendo claro y diga que en su estado no permitirá intento alguno de que se creen estas agrupaciones, que bajo la bandera de la defensa colectiva de su seguridad patrimonial y física, es válida la conformación de grupos armados que esgriman el argumento de que el Estado no ha sido capaz de proporcionarles esa esencial obligación.
Hay que establecer la diferencia de las circunstancias tan distintas morfológicas y coyunturales que distinguen a Michoacán de Coahuila. Primero, la orografía estatal; Michoacán es casi un edén, su disponibilidad de aguas por todo su territorio, sus sierras y montañas hacen de esa parte de México un lugar donde la agricultura apenas requiera de un esfuerzo (comparado con otras zonas) para ser productiva. Si alguien agrega un poco de conocimiento y tecnología contribuye a que Michoacán sea un puntal en la producción agropecuaria de toda la República mexicana.
Además Michoacán es una entidad con costa hacia el océano Pacífico y su puerto de altura de Lázaro Cárdenas le da lo que significa estar a la orilla del mar, las posibilidades de explotar la industria pesquera y turística y aprovecharlo hacia los enormes mercados expansivos de Asia, como China por ejemplo. Esas características hacen, entre otras cosas, que Michoacán sea un puntal en la producción del sector primario nacional, cosa muy diferente en el territorio coahuilense.
Por otro lado, en la tierra de Carranza salvo microclimas específicos y sin descartar en lo absoluto su bella fauna, sus enormes territorios son más bien ocupados por enigmáticos semidesiertos. Las áreas más pobladas, como es el caso de la Región Sureste, comprendida por Saltillo, Ramos Arizpe, General Cepeda y Arteaga, tienen una vocación política e industrial. La Laguna tiene una fuerte agroindustria, pero ésta se desarrolla o bien bajo los riegos programados de la presa o mayormente con agua extraída del subsuelo, lo que demanda mayor trabajo.
Esas diferencias son parte quizá de lo distinto que son Michoacán y Coahuila, así como la diferencia de operar del crimen organizado. Allá cooptaron casi toda la vida de los michoacanos; con la extorsión, además del secuestro aterrorizaron y paralizaron la vida en aquel estado, más la producción y transportación de las drogas.
Agregar a eso la salud frágil de su gobernador Fausto Vallejo, terminó por hacer inexistente el poder del Estado allá. Condiciones como ésas facilitaron la formación de las autodefensas, que fueron el colofón que obligó a la Federación a intervenir y desaparecerlo de facto, (no se atrevieron a hacerlo de manera constitucional).
Hay que ser claros en que la creación y consentimiento en la operación de las autodefensas, es una aberración jurídica que el Gobierno de Peña, con su gran oficio político, pero sin estricto apego a derecho, ha propiciado esa coexistencia con esos grupos.
Rubén Moreira lo sabe y no quiere dar espacio a la creación de grupos que abiertamente compartan el poder con su estado, por ello lanza la advertencia a quien crea aprovechar la moda de agruparse por medio de armas, de que será sancionado judicialmente.
Es absolutamente correcto advertir sobre esas ideas locochonas, pero el gobierno de Rubén Moreira debe perseguir a todos los que infrinjan la ley, como es el caso del detenido en el estado de Texas, Javier Villarreal, pináculo del megafraude a las finanzas estatales. Seguirle un proceso y levantarle cargos a Villarreal para averiguar quiénes son los responsables de la lesión patrimonial de los coahuilenses, eso no tiene nada de locochón.