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Los mejores lugares para trabajar

Manicura a la mano de obra

Estudio Fracture, Auckland, Nueva Zelanda

Estudio Fracture, Auckland, Nueva Zelanda

Alfonso Nava

La fábrica ha cedido su lugar al «ambiente», el nuevo escenario donde acontece la producción está diseñado para ser más amigable con las necesidades productivas y hasta emotivas del trabajador, lo cual deriva en mayores réditos para la empresa.

Los laberintos hechos de cubículos grises, las ventanillas con paisajes en blanco, las grandes bóvedas que albergan monstruos de engranes y salidas de humo, integran postales de una idea de «trabajo» que parecía vinculada al concepto de castigo.

Hacia el fin del siglo pasado, se empezaron a fortalecer las tesis que asociaban la productividad a la generación de un entorno inmediato saludable y grato, escenario que incluso podría ser preponderante en las elecciones del trabajador, incluso por encima del salario.

Las grandes empresas han hecho esa transición hacia la mejora de sus ambientes laborales; en una ecuación que va cobrando cada vez más seriedad, parece que entre más excéntricas se vuelvan las propuestas, mejores serán también las relaciones entre empleados, secciones, en la relación con el patrón y también en el sentido de creación: un ambiente grato parece ser el camino mejor dispuesto para la creatividad, para la generación de ideas.

Este último aspecto, la idea, se ha convertido en el bien mejor valorado del mundo productivo. La generación de bienes materiales, la manufactura, los sectores primario y secundario, siguen siendo sostenes de las grandes economías, pero los sectores que se mantienen de la producción de ideas, del capital «intelectual», pueden surgir sin mayor inversión y generar, de la nada, amplias ganancias.

Es por eso que las empresas han buscado generar ambientes acogedores para la creación de ideas. Hay oficinas con espacios para hamacas, con sitios para la meditación, con mascotas alrededor, con juguetes a la mano, con ornatos que parecen más un espacio para juegos que un lugar laboral. Las empresas dirigidas a la creación de productos digitales, las que dirigen su ámbito de producción hacia internet o el mundo bursátil, a partir de los movimientos de dinero «virtual», son las que dieron el primer paso en el cambio de paradigma, obligadas por sus necesidades creativas.

Por ello, no sorprende que las empresas que actualmente son consideradas los mejores sitios para trabajar, le den prioridad a estos dos aspectos: son empresas que privilegian la creación de ideas y han generado espacios heterodoxos para el desarrollo laboral.

«CADENAS» ROTAS

Los paradigmas han cambiado. De la revolucionaria línea de ensamble Ford a nuestras épocas se han desarrollado modelos distintos de producción, donde la técnica ha desplazado parcialmente a la mano de obra y donde las industrias con mayor potencial ya no tienen como fuerza nuclear una gran fábrica operando a marchas forzadas, sino en un think tank o un pilar creativo cuya factura es la idea.

“Ya no basta la producción material”, ataja la economista Marina Domínguez, “la Revolución Industrial fijó una idea de trabajo para producir y acumular riqueza; eso ha cambiado con los usos de capitales virtuales (bancos, casas de bolsas, el mundo informático) y el posicionamiento cada vez más fortalecido del trabajo intelectual como motor mayor de la creación de bienes, especialmente en la sociedad de consumo donde ya no se trata de ofertar lo básico para subsistir, sino de «fetichizar» lo innecesario hasta darle potencial rentable. Esa nueva forma de producción no embona con un modelo técnico-sistemático de cadenas de ensamblaje, sino con un «ambiente»”.

El jurista Gustavo Nava indica que, históricamente, el trabajo fue considerado un bien social tanto por las leyes como por las políticas públicas en un gran número de países, concepción que, a su juicio, enfatiza al empleo como un bien y un derecho social que debía garantizarse y, con ello, remarca su obligatoriedad como condición de ciudadanía.

“Hoy parece haber un viraje hacia la concepción legislativa de «empleo» como una dotación de servicios, es decir, algo que se ofrece para amortizar una necesidad productiva en la trama social, y ya no algo que sólo se garantiza para llenar plazas. Esta nueva concepción, que pareciera muy elemental y que en apariencia es sólo una frase inofensiva, en realidad nos indica que las sociedades ya no consideran que sea necesario trabajar por trabajar, idea que sugiere una mejor valoración de talentos, capacidades y ámbitos de urgencia respecto a lo que, más que producirse, se «crea» y ofrece para paliar una necesidad concreta. En esta discusión, que es muy compleja, lo que está de relieve es un camino hacia la mejor valorización posible de la labor especializada, no de la maquinal”, señala el abogado.

Es hacia este sentido que responden los esquemas (aún nuevos y en constante fase de prueba, aunque su aplicación cuenta más de medio siglo) del área de la psicología encaminada hacia lo laboral, cuya forma práctica puede ser ubicada en las oficinas de recursos humanos.

“Ambiente es la palabra clave de las empresas en estos días”, asegura el psicólogo José Juan Cabrera, “y esta palabra tiene de fondo una mejor vinculación, aunque igualmente indirecta, entre los objetivos del patrón y la necesidad de contar con una buena plantilla de empleados. La noción de trabajo como bien social sí ponía en un pedestal claroscuro a un empresario, ya que se le veía como alguien que condicionaba plazas a capricho y a condición de sus altas necesidades de acumular riqueza. Eso se tradujo en cientos de problemas, en brechas e inconformidades. En cambio, «ambiente» implica sincronizar objetivos, hacer notar que no se llega a ellos sin uno o el otro. Generar un ambiente sano implica crear condiciones de equidad: nadie es igual en un trabajo, las capacidades y necesidades son distintas, pero el ambiente crea un acuerdo en el que cada quien hará mejor lo que le ha tocado hacer. No cadenas productivas, sino vinculaciones modulares”.

EN «SOCIEDAD»

En los setentas, la empresa norteamericana Wal Mart impuso un nuevo paradigma de relación laboral en lo referente a grandes corporativos. Básicamente, lo que planteó fue tener una plantilla de «socios» en lugar de empleados. La participación de los trabajadores no es con capital, sino con trabajo; lo que el modelo planteaba era valorar el aporte de los trabajadores como un recurso tan importante como la inversión líquida.

“Sabemos que salario y rango son importantes en la definición de un empleo ideal, pero la relación propuesta de antemano, el «ambiente» desplegado para los integrantes de un entorno laboral, es una ventana inicial para generar condiciones de producción sanas”, afirma Daniela Osorio, especialista en recursos humanos.

La propuesta de «sociedad» con los empleados, continúa Osorio, es efectiva porque fija un esquema de confianza respecto al patrón, factor que los evaluadores de ambientes laborales consideran primordial en sus análisis.

“Lo que hemos descubierto es que la confianza es el principal elemento, confianza entre jefes y empleados es lo más importante, y eso es parte de nuestra definición de un gran lugar de trabajo, un lugar donde confías en tus compañeros y estás orgulloso de lo que haces”, explica Robert Levering, cofundador de la organización Great Place to Work, la cual emite una lista anual, de carácter mundial, sobre las empresas con el mejor ambiente laboral.

Esta consultoría evalúa por medio de un instrumento al que denominan “Auditoría Cultural”, que consiste en la aplicación de una encuesta a empleados en la que se califica el nivel de confianza respecto a la figura del patrón y la interacción con el ambiente.

“Un espacio donde se revela un alto nivel de confianza con las figuras directivas hasta el patrón, también manifiesta condiciones inmejorables para el trabajo en equipo. Lo que ocurre es que cuando hay interacción, aunque no sea directa pero sí activa, retroalimentada y confiable con las esferas más altas de la pirámide, los niveles de colaboración se extienden hacia todos los estratos de la plantilla”, afirma Osorio.

La especialista indica que un pilar fundamental del modelo Wal Mart radica en que el efecto se extiende más allá del espacio de trabajo. Afirma que en ese esquema, el trabajador asume que no sólo labora para la empresa: es parte constitutiva de ella en tanto socio y, por ese mismo motivo, resuelve que el servicio que le presta tiene un carácter capital.

“Los modelos de mejora del ambiente buscan un efecto que parta de lo individual a lo general. Primero, el trabajador mismo valora su trabajo a partir de la concepción que de él proyecta la empresa. Luego, al valorar mejor el esfuerzo individual, busca que se manifieste hacia afuera, con resultados. No se trata de generar un engaño para que el trabajador se «ponga la camiseta», como suele decirse, sino que sepa que el lugar en el que despliega su esfuerzo es el escaparate donde puede hacer notar sus capacidades, su aporte. No hablamos sólo del mercado, sino también de la propia casa”, continúa Osorio.

Expertos en recursos humanos anotan que los esquemas más saludables de creación de ambiente suelen replicarse en los hogares, donde también muchas de las actividades son entendidas como un trabajo que se consuma con el esfuerzo colectivo y la organización.

“Tengo la impresión de que ese modelo de «sociedad» es un paradigma mayor, porque entre socios se reparten las responsabilidades de manera equitativa, a partir de capacidades, lo cual crea la impresión de que cada quien está en la posición pertinente para echar a andar el objetivo común. Ambiente y sociedad son palabras clave para la organización de hoy”, señala la especialista.

En su página de internet, Great Places To Work señala que sus mayores indicadores para otorgar una evaluación de excelencia se basan en los siguientes criterios: respecto al empleado, la empresa obra notas positiva si éste confía en las personas para las que trabaja,

siente orgullo por lo que hace y disfruta de las personas con las que colabora.

El primer punto está basado en la generación de un ámbito de credibilidad respecto al patrón o directiva, si logra sentir como suyo el objetivo general de la empresa, si siente que se le trata con respeto y justicia; por otra parte, el ámbito final implica un ambiente de camaradería y buen flujo del trabajo en equipo.

En cuanto a los dueños, la evaluación da excelencia si los líderes muestran que cuentan con lo necesario para lograr los objetivos de la organización, trabajan como equipo/familia en un ambiente de confianza y distienden las barreras piramidales por la concepción de que toda división de trabajo -de lo más alto a lo más bajo- reivindica el nivel propicio de especialización.

Great Places To Work indica que la misión de los líderes debe apuntalarse inspirando, comunicando y escuchando. Además de la voluntad de generar incentivos y compartir los dividendos, fuera de las obligaciones de ley como el reparto de las utilidades, es decir, cuando las ganancias son compartidas y acreditadas no por obligación contractual sino como recompensa al esfuerzo.

MODELOS EJEMPLARES

En la más reciente lista de Great Places to Work, destaca en primer lugar la empresa Google; tras ella, en el top ten, hay otras seis empresas que se dedican al mismo rubro: la oferta de productos, servicios e información en el ámbito de las plataformas tecnológicas e internet.

Como se dijo antes, tal ranking surgió del análisis de la “Auditoría Cultural”, que evalúa el ambiente y la confianza piramidal, pero podría haber algo más que eso.

“Considero que en el caso de estas empresas, que están sentando nuevos esquemas, podrían operar dos factores que no sólo obedecen al ambiente sino a la propia naturaleza productiva de sus ámbitos. Podría operar un factor «aspiracional», relacionado con todas esas historias que conocemos sobre emprendedores que lograron fundar instancias casi «de la nada», y entrecomillo «de la nada» porque muchas nacieron no de una fuerte inversión, sino de una idea y muchas horas de trabajo exclusivamente creativo e intelectual”, señala el psicólogo José Juan Cabrera.

Su idea implica que gran parte del éxito de estos modelos reside en que el factor dinero, a diferencia de los rubros de manufactura, explotación natural y producción material, lo que basta para echar a andar un proyecto es creación de ideas e iniciativa, escenario en el cual gana de nuevo la valoración del servicio que se presta sobre la necesidad de una inversión de capital.

“Las historias sobre Bill Gates o Steve Jobs han inspirado estos esquemas y a miles de personas en el mundo. Se ha reivindicado la noción de premiar la genialidad, el trabajo del pensamiento, históricamente tan mal tasado. La posibilidad de lo que se pueda aportar puede ponerse encima de la acumulación, pero allí hay una doble vinculación porque entre más trabajo creativo se aporte, más se produce y, por tanto, más se gana. Claro que la fórmula no es tan sencilla, hay un montón de variables de mercado, economía y azar; pero cuando un proyecto está en marcha, si se cierne aún este nivel de «la aportación», los caminos en los que se puede mover una empresa también se multiplican”, afirma Cabrera.

De manera caricaturizada, llega hasta nosotros la postal del trabajador modelo de este tipo de empresas: una persona que despacha en bermudas y tenis desde un cubículo al aire libre, lleno de juguetes u objetos que alimentan la imaginación, en espacios donde en lugar de orden laboral parece gobernar la anarquía, y donde las oficinas se asemejan más a un salón de juegos. Aunque la realidad no es tan idílica ni desorganizada, se sabe que estos espacios sí buscan crear, en la medida de lo posible, escenarios lo más lejano posibles a los ambientes «oficinistas» comunes.

“En este sentido de privilegiar el trabajo creativo, últimamente se ha adoptado la opción de generar lugares y espacios que alimenten las ideas. Se ha llegado hasta extremos de colocar hamacas o sitios de descanso en los espacios laborales. Se permiten los juguetes, incluso las mascotas en rincones de convivencia mutua. La idea de espacio laboral está cambiando y no sólo por orden directiva o esquema prefabricado de las oficinas de recursos humanos, sino por la exigencia misma de la naturaleza productiva”, señala Daniela Osorio.

De cierto modo, la generación de estos ámbitos parece volver a aquella frase de Reyes que indicaba que lo que provoca goce no puede considerarse trabajo. Los espacios hoy diseñados para el alimento creativo renuncian a los laberintos burocráticos llenos de cubiles grises que dificultan la interacción con los «socios» y el mundo mismo.

ESPACIOS LÚDICOS

Este lugar no es un trabajo.

Para empezar, no tiene horarios: las entradas y salidas pueden ser tan espontáneas como anárquicas a lo largo del día; no existen más los relojes «checadores», y la idea de que el tiempo es dinero ha quedado fulminada en el mundo de la creación de bienes de consumo inmateriales y digitales.

Los «lunes de blanco y negro» son historia, los viernes casuales ahora son todos los días, pero todavía más potenciados. La comodidad está por encima de la presentación, en parte con el objetivo de que a futuro la comodidad sea por sí misma la presentación, el ámbito donde se generen mejores relaciones de producción. Se busca agotar la idea de que el vestuario sea una réplica en micro de los grises cubículos carcelarios.

Las primeras fotos conocidas del complejo de Google en Mountain View, California (la base central, conocida como «Googleplex»), nos mostraron una forma novedosa para los espacios laborales.

De inicio, el color rompió una frontera en el espacio con los claroscuros que se suelen asociar a un entorno de negocios serio. Pero eso es apenas el comienzo. Algunos de los pasos entre pisos son nada menos que toboganes; los espacios individuales de trabajo están dispersos, en una aparente desorganización, donde parece que cada empleado elige la coordenada que más le agrada; sobre este aspecto, también destaca que hay espacios en exteriores y jardines, especialmente en las zonas más áridas de California (en las oficinas de lugares fríos, no hay tanta actividad en el exterior).

La oficina de Google en Zurich sostiene este mismo nivel de ambiente; entre los espacios de oficinas hay sitios de distensión como un gimnasio o una cafetería, todos conectados por toboganes; además, las zonas para alimentación tienen platillos a todas horas, incluyendo menús específicos para veganos y vegetarianos, sin costo para los trabajadores.

AMBIENTEY CREACIÓN

La popular agencia de publicidad TBWA, cuya base central está en Midtown, Manhattan, fue una de las pioneras en permitir, entre otras cosas, que los empleados llevaran sus mascotas al trabajo.

“Las agencias publicitarias han sido pioneras en la aplicación de estas posibilidades; creo que las vías para esto han sido naturales: son espacios donde la materia prima es el trabajo creativo, de una manera más tácita que en otras empresas o sectores productivos. El juego es visto como herramienta productiva, mientras en otros espacios más bien acontece como distractor. Por ello, muchas de estas empresas también figuran entre los espacios de trabajo más saludables y apropiados”, señala Daniela Osorio, experta en recursos humanos.

Sus propuestas de ambiente no sólo son de apariencia y salud laboral, sino que forman parte de la propia trama creativa. De inicio, este grupo no se considera sólo como una agencia publicitaria, sino una generadora de lo que ha dado en llamar media arts; bajo este concepto, el espacio de creación no es visto como un «trabajo» sino como un estudio o un taller donde además no se generan «productos» o «mercancías», sino piezas únicas: arte.

“Sólo es un cambio de palabra, pero la generalidad del concepto atraviesa necesariamente tanto la creación de espacios como la dinámica del espacio. En un taller o estudio no hay horarios, no hay «talacha». En la composición creativa pueden pasar meses de darle vuelta a una idea antes de poner manos a la obra, es decir, que antes de «hacer» ya ha habido un amplio trabajo creativo. Ésa es la gran diferencia: la preeminencia de los productos creativos, de las ideas, lleva necesariamente a repensar los espacios en las que se generan”, asegura Daniela Osorio.

Otro concepto primordial en la filosofía de TBWA es el de la «disrupción»: llevar por un camino distinto e inesperado el curso de un fenómeno. Aunque esta palabra ha tenido una connotación negativa, en esta agencia, y su casa nodriza mayor, Omnicom, se le utiliza para llevar los procesos productivos de siempre, hacia un lugar insólito. Esto incluye la anulación de todas aquellas preconcepciones sobre los espacios de trabajo, llevar las dinámicas hacia un orden distinto.

NIVEL DE CONFIANZA

Surgido en un ambiente nada formal, con la creación de su primer sistema operativo en el garaje de su propia casa, Steve Jobs replicó para su empresa, Apple Inc., el mismo esquema de alta distensión, pero mucho rigor creativo en un ambiente de libertad laboral.

Aunque se ha hablado mucho sobre las diferencias y competencia entre diversas plataformas informáticas con respecto a las Mac de Apple, lo que se suele reconocer siempre es que Jobs puso en este negocio la noción de diseño por encima incluso de los avances tecnológicos. El magnate de la informática privilegió la creación de productos vistosos, de recipientes atractivos y lúdicos para sus plataformas, mientras Linux y Microsoft se empeñaron en otras vías.

Otra área donde se notó la preeminencia de Jobs por el diseño, fue la creación de Pixar, empresa de animación que tenía a Disney Company como su principal cliente. Esta coyuntura nos muestra que el emporio Apple, más que vender productos informáticos, digitales o virtuales, ha dedicado la mayor parte de sus esfuerzos a vender «diseño», es decir, a vender ideas.

Durante muchos años, antes de ser adquirida por Disney, Pixar fue considerada como una de las empresas con el mejor ambiente laboral en la zona de Silicon Valley, California; los equipos desarrollaban productos completos de diseño en una estrecha vinculación que rompió los paradigmas de la producción hollywoodense: en lugar de desvincular los aspectos de producción, los guionistas trabajaban en el mismo salón que los diseñadores, animadores y coloristas. Los métodos no eran distintos a los de Jobs en su garaje: sin organizaciones rígidas, sin horarios, sin divisiones forzadas del trabajo.

Pero quizá lo más importante en Apple fue la vinculación que Jobs siempre impulsó, más que su socio Steve Wozniak, con su plantilla. La directiva de Apple fue vista por revistas especializadas como Forbes y Time, como paradigmática en lo que se refiere a la familiaridad entre plantilla y patrón (categoría en la que también reconocieron a la extinta y polémica Enron, donde se originó uno de los fraudes empresariales más grandes en la historia de los Estados Unidos).

Ya sea por cualquiera de estas vías (la de las instalaciones lúdicas, la distensión, la eliminación de las preconcepciones sobre los espacios laborales y el nivel de confianza con la directiva), los esquemas más exitosos de trabajo en años recientes han sido aquellos que lograron presentar la posibilidad de que trabajar es más un premio que un castigo.

OTROS ÁMBITOS

En otro nivel, y aunque no hay recetas absolutas para conseguir el éxito o crear el ambiente perfecto, una nueva rama que se analiza respecto a las relaciones laborales saludables, tiene que ver con los espacios; disciplinas como la ergonomía e incluso la propia arquitectura ya generan productos y tesis sobre estas posibilidades.

“Se ha investigado mucho sobre la incidencia de la iluminación o la ventilación en los estados de ánimo. Se sabe que ciertas estaciones como el invierno, por los niveles de luz, generan bajas en los estados anímicos. Ese tipo de cuestiones también están a la vista en la generación de climas laborales. La rama de diseño de edificios inteligentes considera por igual el asunto de efectividad de un inmueble como el efecto que causará en quienes lo habiten. Sin duda, el espacio incide en la producción”, señala el psicólogo José Juan Cabrera.

La psicóloga Daniela Osorio, especialista en recursos humanos, anota que el análisis del clima laboral pasa también por la reflexión sobre la salud del empleado en términos del entorno.

“Es importante que las empresas empiecen a mirar más y atacar aquellas afectaciones a la salud derivadas de la propia labor. El estrés es un asunto serio, y una de sus fuentes es un entorno laboral poco sensible y cargado. En otros términos, estos problemas también generan costos a las empresas, rompen cadenas productivas y agregan un componente de interrupción a toda la dinámica laboral. Una empresa exitosa combate de origen estas alertas latentes”, asegura Osorio.

En este sentido, en los últimos años han florecido prácticas que incluso pueden ser consideradas excéntricas, pero que están probando su efectividad.

Correo-e: fonsonava@gmail.com

Las mejores empresas

El Instituto Mexicano de Normalización y Certificación, A. C., calificó a las siguientes empresas como las mejores este año:

1. Dj Orthopedics de México

Manufactura y producción - cuidado de la salud

2. FedEx Express

Transporte - mensajería

3. Hoteles Marriott Cancún

Turismo/hospitalidad - hoteles/resorts

4. SC Johnson & Son

Manufactura y producción - productos de uso personal y para el hogar

5. Central

Servicios profesionales

6. JW Marriott Ciudad de México

Turismo/hospitalidad - hoteles/resorts

7. Infonavit

Servicios sociales y agencias gubernamentales -vivienda

8. RCI

Servicios profesionales - agencia de viajes

9. Starbucks Coffee México

Turismo/hospitalidad - servicios de alimentos y bebidas

10. Telefónica México (Movistar)

Telecomunicaciones

Top ten mundial

De acuerdo con Great Places to Work

1) Google

2) SAS Institute

3) NetApp

4) Microsoft

5) W.L. Gore & Associates

6) Kimberly-Clark

7) Marriot

8) Diageo

9) National Instruments

10) Cisco

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