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Los robos de arte más escandalosos de la historia

Un invaluable botín

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El robo de arte está considerado como uno de los negocios ilegales que genera más ganancias en el mundo, después del narcotráfico, la venta de armas y la trata de personas. Incluso hay artistas que son un hit en cuanto al número de robos que su fama ha incitado, tales como Picasso, Munch o Matisse.

La existencia de un mercado negro del arte y algunos hallazgos, han permitido conocer métodos, lugares y herramientas utilizadas en sustracciones de obras tan emblemáticas como La Gioconda de Leonardo da Vinci, que el 21 de agosto de 1911 dejó su espacio de exhibición en el Museo del Louvre para ir a darle la vuelta al continente, logrando ser recuperada dos años después.

Con espectacularidad de película, por encargo o descuido, lo cierto es que los robos de arte son millonarios y escandalosos, aunque por ser objetos de no fácil comercialización, las obras regresan casi siempre al lugar de donde fueron sustraídas.

LOS ROBOS MÁS IMPRESIONANTES

En agosto de 2004, El grito del pintor y grabador Edvard Munch fue robado del Museo Munch de Oslo, junto con una versión de la Madonna, las cuales serían recuperadas hasta 2006. Para llevar a cabo este acto, sólo fueron necesarias las pistolas que portaban los ladrones, quienes se dieron el lujo de salir de día por la puerta principal de la galería que los resguardaba.

Otro de los aspectos a considerar es que algunas veces los cuadros no cuentan con un seguro contra robos, lo cual facilita que las investigaciones sean más lentas y deficientes.

El 14 de abril de 1991, se realizó el robo de veinte obras de Van Gogh, en el Museo van Gogh de Ámsterdam. Este ilícito incluyó cuadros tan famosos como Autorretrato como pintor (1888), Campo de trigo con cuervos (1890) o La habitación de Vincent en Arles (1888). Cuando este hecho se dio a conocer, fue catalogado como el mayor robo de la historia de Holanda.

Uno de los rufianes permaneció escondido en el interior del museo después de que lo cerraran y, caída la madrugada, amenazó a los guardias para que se deshicieran de las alarmas y demás elementos de seguridad que darían aviso a la policía de la falta. Después, los ladrones aprisionaron a los vigilantes en un espacio del museo y descolgaron los cuadros, llevándoselos impunemente.

Sin embargo, en esta ocasión no tuvieron que pasar ni siquiera 24 horas para que los ladrones fueran descubiertos, pues media hora después, los criminales fueron encontrados cerca del lugar, debido a que el segundo vehículo en el que escaparían había sufrido un desperfecto mecánico, lo que retrasó el transporte de las obras y terminó por arruinarles el plan a los hurtadores.

Al efectuar delitos de esta magnitud es fácil pensar que los investigadores darán con los responsables muy pronto, dado que piezas de esta categoría pueden ser rápidamente identificadas en el mercado negro, debido a su universalidad y fama, no obstante, a pesar de que no pueden ser vendidos con la misma facilidad que otras piezas, los ladrones sí pueden pedir rescates millonarios, guardar los objetos durante algunos años, esperar a que el asunto quede empolvado y negociarlos con traficantes de arte, quienes puedan hacerlos llegar a países lejanos del de su procedencia o exhibición.

Otro de los robos históricos más importantes, ha sido el de trece obras de varios pintores, entre los que se cuentan Vermeer, Degas, Rembrandt y Manet, valuadas en más de quinientos millones de dólares. Las piezas eran exhibidas en el Museo Isabella Stewart Gardner de Estados Unidos. Los hechos ocurrieron en 1990. Dos hombres con ropa de policía trataron de entrar al recinto, después, ataron a los dos guardias que encontraron dentro y los inmovilizaron en sillas.

Estas piezas aún no han podido ser rescatadas, incluso el FBI lanzó una petición para que cualquier persona ayude a dar con el paradero de este importante acervo, que incluye cuadros como Tormenta en el mar de Galilea, de Manet y El concierto de Vermeer. Asimismo, el museo ofrece cinco millones de dólares como recompensa por ofrecer información que permita descubrir la ubicación de las obras. Los investigadores temen que las piezas hayan sido destruidas, ya que la organización criminal que los sustrajo no hace distinción entre una obra de arte y cualquier otro objeto robado, por lo que podrían haberlos traficado sin prestar importancia al valor real de las piezas.

Sin embargo, hay casos donde el robo parece rayar en el cinismo. En 2010, un ladrón enmascarado -para no alejarse del estereotipo- logró llevarse cinco obras del Museo Nacional de Arte Moderno de París. Las piezas pertenecían a los pintores Picasso, Fernand Léger, Georges Braque, Henri Matisse y Amedeo Modigliani.

El hombre sólo tuvo que romper el enrejado y los candados para poder entrar por una ventana. Ninguna alarma dio señales de la intrusión en el momento justo para el cual habían sido diseñadas, ya que el sistema había dejado de funcionar desde hacía dos meses atrás. Además, las obras no estaban aseguradas, bajo el argumento de que no podrían venderse, dado que cualquiera que las adquiriera iría directo a la cárcel. Caso contrario, las obras siguen sin aparecer, además de que probablemente sí se hayan vendido a algún coleccionista caprichoso. Los investigadores dicen que las piezas tenían un valor aproximado de quinientos millones de euros.

Otro de los casos más sonados ocurrió en 1988, en la galería londinense Colnaghi en Manhattan. Los ladrones se llevaron dieciocho pinturas y diez dibujos que incluían dos obras del pintor cuatrocentista italiano Fra Angelico, de Lodovíco Caracci, Pacino di Bonaguida, entre otros.

Según las investigaciones que se realizaron, las acciones fueron llevadas a cabo por dos personas que ingresaron a la galería a través de un tragaluz del techo. Sin embargo, según un periódico de Sevilla, “una serie de negociaciones secretas” lograron la recuperación de catorce de las obras, a pesar de que la galería ofrecía como recompensa el diez por ciento del costo de los cuadros a quien proporcionara información que lograra dar con su paradero. Por ahora, cinco de las piezas aún no han podido ser rescatadas, las cuales tienen un valor de cerca de dos millones de dólares.

ROBOS DE UN LEONARDO

A pesar de que el número de obras robadas con la firma de Da Vinci no asciende a más de veinte, las piezas sí poseen una gran importancia en la historia del arte. Algunas de ellas son Caballo Sforza, una escultura de bronce en tamaño monumental que fue destruida con un disparo antes de ser terminada. Sin embargo, se cree que los fragmentos fueron conservados y están desperdigados en diferentes lugares.

Otra de las piezas que suponen desaparecida es Los imponderables. Una serie de pinturas de las que sólo se conservan algunos bocetos. También, los cuadernos del artista son otro de los tesoros cuyo paradero se desconoce.

CORNELIUS GURLITT

Fue en 2012 cuando salió a la luz uno de los secretos mejor guardados de Alemania. Parece mentira que en una casa de apenas cien metros cuadrados puedan meterse más de mil cuatrocientas piezas de arte.

Cornelius Gurlitt poseía una de las colecciones privadas más admirables, compuesta por obras de Pablo Picasso, Henri Matisse, Marc Chagall, Max Liebermann, Franz Marc y Max Beckmann. Todas ellas fueron la herencia que le dejó su padre, Hildebrand Gurlitt, quien fue un historiador de arte que estableció relaciones estrechas con los nazis comprando «arte degenerado», es decir, obras que los nazis quemaban o de las cuales se deshacían.

Sus miles de piezas fueron decomisadas, luego de que su origen resultara sospechoso, pues se cuestionaba si realmente el padre de Gurlitt las había obtenido de manera legal. De él, se dice que hablaba con sus cuadros. En una entrevista con el periodista Der Spiegel, dijo: “Solo he querido vivir con mis cuadros”. Se trata de un hombre solitario, que vive en una casa pequeña. “No hay nada en mi vida a lo que haya querido más que a mis cuadros”.

Cuando Gurlitt necesitaba dinero, bastaba con que vendiera alguna de sus piezas para obtener algunos miles de euros que le permitían subsistir y pagar sus consultas médicas por algunos años. El hombre se muestra ofendido y espera que le devuelvan las obras. Este año, la fiscalía de Augsburgo anunció que planea regresarle al viejo las obras que no se haya comprobado que habían sido robadas, que son alrededor de trescientas de las mil cuatrocientas seis piezas que le fueron decomisadas.

Las sospechas comenzaron cuando las autoridades de Munich pensaron que Gurlitt evadía impuestos, ya que nunca tuvo un trabajo formal, no tenía asignada una pensión ni un servicio de salud y, además, pagaba todas sus cuentas en efectivo.

En 2012, Gurlitt vendió The Lion Tamer, de Max Beckmann. Con el dinero que obtuvo pago sus gastos médicos. Se habla de que sus cuadros alcanzan un valor de mil millones de euros. Un hombre que permaneció en el anonimato, sin dar cuenta a nadie de su gran tesoro, hasta que una publicación del semanario Focus lo sacó a la luz pública.

Una buena parte del llamado «tesoro de Múnich» fue adquirido gracias a que las piezas podían comprarse legalmente a precios muy bajos -de escándalo- a causa de una ley que los nazis promulgaron en 1938, para vender las obras que habían sido sacadas de los museos de Alemania.

ERIK «EL BELGA»

Su nombre es René-Alphonse Ghislain Vanden Berghe. Se trata de una de las figuras más representativas de los robos maestros más famosos en la historia. Se dedicaba a realizar trabajos para coleccionistas que deseaban tener cierta pieza de arte que sólo se encontraba en un museo o galería. Era entonces cuando Erik entraba en acción, haciendo uso de sus habilidades y misterio, desapareciendo cientos de cuadros y objetos que después eran buscados con demencia por las autoridades.

Incluso, la mujer de Erik, Nuria de Madariaga, con quien lleva casado 28 años, colaboró en la escritura de una autobiografía de él, titulada Por amor al arte, donde el ahora retirado ladrón narra las peripecias que realizaba para conseguir el arte solicitado por sus clientes.

Este hombre confiesa haber hecho 600 robos, consiguiendo más de seis mil piezas, la mayoría por encargo, de entre los cuales realizó ventas como la del Retablo de Aralar (Navarra) por varios millones de pesetas.

Erik comenta que no hacía falta robarle a las iglesias, pues los padres y los curas le vendían las obras y negociaban abiertamente con él, llegándoles a pagar hasta cincuenta mil pesetas por una pieza. Incluso, se dice que sacaba camiones completos de arte sacro vendido de manera fraudulenta.

En una entrevista con el periódico español La Vanguardia, Erik cuenta que entre sus robos más grandes estuvo el del Monasterio de Yuste, de donde sacó todo lo que pudo, además de que estuvo en la cama del emperador con su novia. «El Belga» declaró que se enamoraba de cada obra de arte que robaba. Otra de las polémicas que ha desatado es la declaración que realizó sobre el cuadro de La Gioconda, que fue devuelto después del robo de 1911, diciendo que se trataba de una falsificación, mientras que la real pertenece ahora a la familia Medinaceli.

Otra de las particularidades de este personaje es que, según sus declaraciones, nunca pudieron encontrarlo in fraganti. Por otro lado, Erik también era falsificador de obras, por ahora sigue pintando y su firma ya es bastante reconocida. El hombre se dice cristiano, fue monaguillo y tiene un museo en España. En otra entrevista con el periódico El País, el ladrón dijo que “no se puede robar una obra sin tener un cliente que la espera”.

«El belga» fue militar en el Congo en 1963, estudió arte y antes de convertirse en la leyenda que es, se dedicaba al oficio de anticuario. También es un hábil restaurador. Sin embargo, a pesar de las ideas que cualquier persona podría hacerse acerca de esta gran cantidad de robos, el ochenta por ciento de las obras han sido devueltas a sus propietarios.

Entre sus desfalcos más importantes está el de arte sagrado de Luxemburgo, que perpetró en 1978 en la Catedral de Morella, llevándose todo tipo de objetos religiosos valuados en más de veinte millones de pesetas.

A partir de 1982, decide establecerse de manera legal en España, por lo que se deja detener en Barcelona y termina negociando con las autoridades para que le den su libertad a cambio de ayudar a los investigadores en la búsqueda de valiosas piezas de arte que habían sido robadas.

Una vez que se entregó a la policía, pintó diecisiete copias de El grito de Munch y negoció con las autoridades de Alemania para ayudarlos a encontrar el verdadero, lo cual logró con éxito. Sin embargo, después de once años se dieron cuenta de que en realidad el cuadro entregado era una de las copias que él mismo había pintado y no la pieza original que había prometido.

Su facha de pintor le permitió vender muchas falsificaciones de las obras que le solicitaban. El autor de los robos más célebres de arte también ha señalado que los museos están llenos de objetos robados.

El director de cine español Ramón Armendáriz Barrios, ha dicho estar interesado en filmar una película con las vivencias de este hombre, que fue capaz de burlar los sistemas de alarmas y seguridad más complejos en pos de cumplir los caprichos de sus clientes.

LOS MÉTODOS UTILIZADOS

Recortar letras y pegarlas en el periódico no ha dejado de ser un mecanismo para guardar el anonimato de un ladrón. Prueba de ello fue el robo de un medallón de Pablo Gargallo extraído del Palacio de la Virreina, en España, cuyo raptor dio instrucciones a la policía para su recuperación, comenzando con la publicación de un anuncio en uno de los periódicos, donde se incluiría un número telefónico para realizar la negociación de la devolución de la pieza.

Planes maestros han sido armados por personas que se han especializado en robar obras de arte.

Como todo, las leyes también señalan qué tipo de robos deben ser investigados y cuáles quedarán en el anonimato; por ejemplo, el FBI no investiga la desaparición de piezas con un valor menor a los cinco mil dólares. En México, para que puedan llevarse a cabo averiguaciones formales acerca del robo de arte, las piezas deben pertenecer al registro de los bienes nacionales que coordina el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en el caso de los objetos y lugares que son protegidos por la Ley Federal de Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos.

De esta manera, el mercado ilegal se nutre de la falta de sistematización en el registro de las piezas, que no pueden ser reclamadas si su tenedor no conserva los papeles en regla. En este punto cabe destacar que muchas de las obras pertenecen a capillas, templos o iglesias que la mayoría de las veces, al menos en nuestro país, no cuentan con la vigilancia necesaria para evitar robos.

Según datos del INAH, alrededor de 35 mil piezas de arte han sido robadas y notificadas a la INTERPOL (Organización Internacional de Policía Criminal), quien ha actuado en algunos casos impidiendo que se realicen subastas de piezas robadas.

En otros museos, los cuadros penden de los muros con instrumentos tan arcaicos como alambres, que al ser jalados hacen sonar una alarma, dando aviso a las autoridades del intento de sustracción del cuadro u objeto. Sin embargo, al tratarse de obras tan representativas o significativas dentro de un período histórico determinado, estas formas quedan obsoletas por no proveer la seguridad suficiente.

EL TOP TEN

1.- La Mona Lisa: una obra de arte universal, pintada por Leonardo da Vinci en el siglo XVI. Fue robada el 21 de agosto de 1911. Vincenzo Peruggia se escondió en una habitación, y después de horas salió para robar la célebre obra. Tras una búsqueda de dos años para encontrar al culpable, la carta de un comprador de arte denunció a un vendedor que ofrecía la Mona Lisa. Luego de acordar una reunión para verificar la autenticidad de la pintura, el ladrón fue detenido y la pintura volvió. Sin duda, el robo de arte más sonado de todos los tiempos.

2.- El grito: Edvard Munch pintó cuatro versiones del pequeño hombre gritando de forma expresionista. Uno está en la Galería Nacional de Noruega y otro es de propiedad privada. Dos fueron adquiridos por el Museo Munch, de donde uno fue robado en 2004, junto con otra obra de Munch. Un atraco de arte impactante; dos hombres armados arrancaron las pinturas de las paredes frente a los visitantes que miraban horrorizados. El valor estimado de las obras fue de diecinueve millones de dólares. Las obras fueron recuperadas con algunos daños. Tras una restauración, las dos regresaron en 2008.

3.- Gardner Museum Heist: el valor colectivo de este robo se estima en 300 millones de dólares, uno de los más escandalosos de todos los tiempos. Los dos ladrones entraron al museo vestidos como oficiales de policía y se llevaron toda una colección de pinturas que incluía tres obras de Manet, uno de Vermeer, cinco dibujos de Degas y tres Rembrandts. Las autoridades llegaron a ofrecer una recompensa de cinco millones de dólares por información que permitiera dar con el paradero de las obras.

4.- Los girasoles: Vincent van Gogh es uno de los artistas más conocidos y codiciados del mundo. En 1917, pintó la obra Los girasoles. Setenta y cuatro años más tarde, dos ladrones entraron al Museo van Gogh de Ámsterdam, para robarlo junto con otras veinte pinturas.

Todas las obras fueron recuperadas sólo unas pocas horas más tarde completamente intactas en el coche de huida. Después de otro atraco de arte, los criminales, conocidos como «El Mono» y su cómplice, serían capturados por robar dos pinturas de valor incalculable.

5. Madonna del Yarwinder: creado en 1501, es una de las numerosas obras maestras de Leonardo da Vinci. En 2003, esta pintura se expuso en la residencia privada del duque de Buccleuch en Escocia, donde fue robada por dos hombres que se hicieron pasar por turistas. Valorado en un monto de 65 millones de dólares, la policía se apresuró a encontrar y detener a los culpables. Desde entonces, la pintura ha sido devuelta, además de que seis hombres han sido detenidos.

6.- Retrato del duque de Wellington: en 1812, Francisco de Goya pintó un retrato del duque de Wellington, que fue colgado después en la National Gallery de Londres. Uno de los robos de arte más extraños de todos los tiempos, que fue presuntamente realizado en 1961 por un conductor de autobús. La historia cuenta que Kempton Bunton subió a través de una ventana del baño para robarlo, después de escuchar que la pieza iba a ser vendida por casi 400 mil dólares. Luego, exigió un rescate por la misma cantidad. Tres años más tarde, Bunton regresó la pintura voluntariamente y recibió sólo tres meses de cárcel.

7.- Conversación con un jardinero: pintado en 1875, la obra de Pierre-Auguste Renoir, actualmente se exhibe en la National Gallery of Art de Washington. En el año 2000, fue la atracción principal del Museo Nacional de Suecia, antes de ser robado con un plan maestro. Los ladrones anunciaron coches bomba para detonar toda la ciudad, distrayendo con éxito a la policía, lo que permitió que tres de ellos entraran al museo con ametralladoras, cometiendo un robo valorado en treinta millones de dólares. Ocho hombres fueron arrestados y condenados por el crimen, mientras que unos años más tarde, las tres pinturas fueron devueltas.

8.- Colectiva: las obras de Coubert, Tintoretto y Piot, obras no tan conocidas para el público en general, forman parte de uno de los robos de arte más escandalosos de la historia. En 2002, cuando los ladrones se enteraron de una extravagante muestra de arte en Paraguay, comenzaron a planificar su operación con varios meses de anticipación. En realidad, alquilaron un edificio cercano y comenzaron a cavar un túnel hacia el museo. Cuando se terminó, los ladrones simplemente entraron al recinto y sustrajeron las obras con facilidad. Posteriormente, los rufianes fueron detenidos y las pinturas devueltas.

9.- Pobreza: de Pablo Picasso. Pintado en 1903 durante su período azul. El atraco ocurrió en Manchester exactamente cien años después, en 2003. Durante su estancia en la Whitworth Art Gallery, la obra se convirtió en el blanco de los ladrones, junto con obras de Gauguin y Van Gogh. Con maestría de película, los criminales lograron tomar las obras valoradas en 1.5 millones de dólares, sin activar ninguna alarma o ser captados por las cámaras. Sin embargo, al día siguiente, las pinturas fueron recuperadas en un baño público cerca del museo, gracias a una denuncia anónima. Después de someterse a restauración, todos los cuadros fueron devueltos.

10.- Museo Nacional de Irak: durante el conflicto de este país con los Estados Unidos, sucedieron varias tragedias, incluyendo un robo de arte en 2003, donde se estima que quince mil objetos fueron robados. Entre las obras desaparecidas se encuentran la estatua de Diorita de Entemena y casi cinco mil sellos de cilindro.

A pesar de todo, en 2009 el museo volvió a abrir, y muchos de los objetos de esa colección ya han sido devueltos.

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