LOURDES, Francia.- Llegamos justo a las nueve de la noche cuando comenzaba la tradicional procesión de la velas que cada día congrega a miles de peregrinos de todo el mundo que acuden en busca de una curación milagrosa, una conversión o simplemente a dar gracias a la patrona de los enfermos.
Nuestra Señora de Lourdes, cuyas apariciones en 1858 a la joven campesina Bernadette Soubirous de 14 años de edad convirtieron a este santuario en un paraíso espiritual, recibe año con año a ocho millones de visitantes.
Está entre los tres santuarios marianos más visitados a nivel internacional, el primero es la Basílica de Guadalupe con una afluencia anual de 20 millones de peregrinos y en tercer lugar destaca Fátima, en Portugal, con alrededor de seis millones.
A Lourdes se puede llegar por carretera desde España a través de los Montes Pirineos, una jornada que resulta espectacular ante los verdes paisajes en donde predominan los bosques con pinos, imponentes ríos, cascadas y escarpadas montañas.
No había nieve en esta ocasión, pero cuentan que en invierno cruzar esta ruta es impresionante por el albo manto que cubre el paisaje, aunque puede resultar riesgosa en caso de una tormenta de nieve.
La procesión nocturna contempla el rezo del rosario en varios idiomas, lentamente los peregrinos caminan frente a la iglesia principal de Lourdes y entre cantos, padres nuestros y avemarías se pasan fugazmente los sesenta minutos que dura la devoción a la Virgen de Lourdes.
A un costado del templo se encuentra la famosa gruta de Massabielle en donde ocurrieron las 18 apariciones marianas y escenario además de innumerables milagros.
Fue un 25 de febrero de 1858 cuando por indicaciones de la Virgen de Lourdes, Bernadette escarbó en la tierra donde apareció un manantial que hasta la fecha produce cien mil litros de agua por día.
Este líquido puro y potable es el que realiza curaciones milagrosas y que día tras día es recogido en frascos y botellas por los peregrinos. Miles de enfermos toman baños de cuerpo entero en el manantial buscando sanar sus males físicos.
Son interminables las historias que se escuchan aquí de personas que han sido curadas desde una ceguera, un cáncer terminal, un mal cerebral hasta problemas de infertilidad.
El papa Pío IX autorizó la veneración de la Virgen María en Lourdes en 1862 y años más tarde -en 1925- el papa Pío XI beatificó a Bernadette para ser canonizada en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción del Año Santo de la Redención, el 8 de diciembre de 1933.
La experiencia vivida aquí en Lourdes fue única, irrepetible y enriquecedora, además ampliamente recomendada para enfermos en busca de sanación.
FIESTA EN MADRID
La capital española se alista para beatificar a su hijo Álvaro del Portillo, en un magno evento que reunirá a decenas de miles de fieles católicos.
El sábado será celebrada la solemne misa que llevará a los altares a quien fuera obispo y prelado del Opus Dei además de primer sucesor de San Josemaría Escrivá, canonizado en el año 2002 por el papa Juan Pablo II.
Álvaro del Portillo falleció el 23 de marzo de 1994 -el mismo día del asesinato de Luis Donaldo Colosio- a la edad de 80 años, un día después de haber realizado una intensa peregrinación por la Tierra Santa.
La ceremonia religiosa iniciará a las 12 horas y será presidida por el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, quien estará acompañado por monseñor Javier Echevarría, obispo prelado del Opus Dei.
A don Álvaro se le reconoce por su valiosa participación en los trabajos del Concilio Vaticano II y por haber llevado las riendas del Opus Dei con ejemplar fidelidad a su fundador y con un liderazgo sereno y audaz.
Por cierto la madre de Álvaro del Portillo nació en Cuernavaca y emigró años después a la tierra de sus ancestros, mientras que su padre Ramón del Portillo fue abogado originario de Madrid.
APUNTE FINAL
Es una pena que el presidente Mariano Rajoy diera reversa a una iniciativa de ley que pretendía restringir el aborto en España ante las presiones electorales del 2015... Cada día son más los políticos que abandonan sus convicciones por meros intereses partidistas.
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