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Lujo contra pobreza

JULIO FAESLER

Los artículos de lujo aumentan su venta en México. El dato salta a titulares mientras arranca una discusión sobre salarios mínimos. Las estadísticas sociales nos recuerdan a diario las altas cifras de pobreza. Está el impertinente contraste entre los escuálidos consumos del pueblo y los inconscientes derroches astronómicos de los afortunados que han accedido a la novedad de fortunas repentinas.

El mercado de los artículos de lujo mantendrá su crecimiento en México pudiendo llegar a valer de 14 mil millones de dólares al cierre de este año gracias a un grupo de millonarios que representan el 0.14% de la población nacional.

Este dato, publicado esta semana en El Universal es de la empresa de análisis "Wealth Insight", que nos informa que en México hay 143,000 millonarios con patrimonios líquidos superiores a un millón de dólares y más de dos mil quinientos multimillonarios. Juntos manejan el 43% de la riqueza del país. En 2013 aumentó en 13% el número de millonarios respecto al año anterior.

Esta información se presta a muchas interpretaciones, algunas muy ideologizadas, pero lo que debe preocuparnos es el del abuso del poder de compra que converge en individuos que poseen esos capitales. Si hay que exigir responsabilidad social en las grandes decisiones que se tomen al nivel gobierno y de los poderosos conglomerados para encauzar el desarrollo nacional, es igualmente necesario insistir en que el poder personal de compra se ejerza con respeto y solidaridad frente a los que a duras penas tienen la posibilidad de cubrir sus elementales necesidades vitales.

Véase, sin embargo, que pese a condiciones de desaceleración económica general y al menor crecimiento del producto nacional, para 2014 se espera que la venta de artículos de lujo se incremente en 5.2% respecto a los 13.5 millones de dólares que se gastaron en 2013. Se cree que, el aumento seguirá firme igualando las inversiones en programas gubernamentales de infraestructura.

Las categorías de mayor crecimiento están en ropa de "diseñador", sus accesorios, joyas, relojes, automóviles y vinos y demás artículos de lujo. Las ventas podrán aumentar para 2018 hasta en 60%. No hay que olvidar la ola de casinos y salones de juego que con oscuras connivencias se abren.

Llama la atención la insaciable venta de automóviles que congestionan las calles de nuestras ciudades. En la ciudad de México son más de 3.5 millones. Un alta proporción no solo nuevos sino costosos como los Audi, BMV, Mercedes Benz y hasta Jaguares, Porsches y Bentley, drenando perspectivas de consolidación industrial y afectando la reserva monetaria formada por las divisas que quedan como saldo de todas las operaciones con el exterior. Durante muchos años muchas compras del exterior requerían de la autorización expresa de un comité de importaciones para proteger la reserva que es de todos.

La acumulación de la riqueza en pocas manos y los desequilibrios que provoca es un tema que el economista francés Thomas Piketty trata directamente en su libro sobre el capital. Es inevitable, afirma, la inercia con que se concentra el capital privado a un ritmo superior al del capital social. El resultado aboca en la brecha que no deja de abrirse más entre los pocos ricos y los muchos pobres en el mundo entero.

¿Este fenómeno redime a los ricos en su comportamiento de ostentación? A cada uno corresponderá la respuesta en un mundo inestable.

Unos dirán que sin esa concentración no habría la acumulación de ahorro que sostuvo el desarrollo económico moderno ni las maravillas que forman la herencia cultural de los pueblos producto de incontables mecenas o simples compradores a lo largo de los años.

Otros, preocupados por la tranquilidad y posibilidad de felicidad que se les ha negado a las mayorías de todos los tiempos, piensan que la grosera ostentación de los afortunados fue la que disparó las sangrientas revanchas que, lejos de ser cosa del pasado, son crecientes amenazas actuales.

Se trata de que la sociedad mexicana progrese firme, equilibrada e incluyente a sus diversos niveles. Los que viven en la abundancia y dispendio diarios, tienen que entender que la solidaridad que deben a la sacrificada población que los rodea es la mejor garantía para progresar en paz y tranquilidad. La vida modesta comenzando por la de familia es la mejor cura a la intranquilidad en que viven.

juliofelipefaesler@yahoo.com

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