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Marca Torreón

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LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

La promoción de la Marca Torreón como medio para atraer inversiones a nuestra ciudad, ha sido objeto de cuestionamiento por una parte representativa del sector empresarial, organizada en la agrupación Fomento Económico de la Laguna (Fomec).

De acuerdo a las declaraciones del presidente de la asociación civil de referencia, la viabilidad de la marca depende en este caso de la disposición de más infraestructura que sea la base de una oferta de hospedaje industrial, así como del mejoramiento de la calidad de los servicios públicos de la ciudad (seguridad, agua y drenaje, alumbrado público, limpieza, semáforos, etcétera) cuyo desempeño y mantenimiento se encuentran en punto crítico en la actualidad.

La exigencia de los empresarios de Fomec es elemental, porque la promoción propagandística de nuestra ciudad, que propicie una afluencia de inversores potenciales que vengan a darse cuenta de las condiciones reales que imperan, redundará en desencanto y como consecuencia, será contraproducente. Por otra parte, la promoción en este caso no está dirigida al gran público al que se puede atraer a la Plaza Mayor a partir la rosca de Reyes y a tomar chocolate gratis, sino que está enfocada a un sector específico, el empresarial, que es especialmente analítico y que en el caso tomará la decisión de arriesgar o no su dinero en nuestra ciudad, en función de su estricta conveniencia económica.

El temor a invertir y permanecer en Torreón es tan serio, que algunas de las grandes empresas de cobertura nacional que tuvieron su origen en esta ciudad, han cambiado sus oficinas corporativas a otras ciudades y sus dueños o accionistas principales han mudado el lugar de residencia suyo y de sus familias, por lo que habría que empezar por convencer a esos capitanes de empresa de las bondades de regresar al terruño, como primera carta de presentación de la Marca Torreón.

No queremos decir que tengamos que llegar a la perfección para emprender la promoción que es objeto de comentario, pero es indispensable que al menos rompamos el círculo vicioso de deterioro generalizado institucional y urbanístico que priva hoy día, para estar en condiciones de hacer una oferta atractiva. No advertimos en nuestro horizonte la existencia de una acción de gobierno que sea el detonador del impulso que lo anterior requiere, por lo que si queremos construir una gran edificación al respecto, es necesario empezar por los cimientos.

Es evidente que el futuro nos ha alcanzado como lo demuestra el hecho de que a estas alturas aún estemos pensando en la creación de un observatorio profesional que permita establecer indicadores de competitividad en la región sin embargo, bajo la premisa de que más vale tarde que nunca, urge atender los señalamientos de Fomec y comenzar por el principio es decir, por mejorar sustancialmente los servicios públicos básicos.

La gran incógnita a despejar es si las nuevas autoridades municipales encabezadas por Miguel Riquelme tienen la voluntad de acometer la tarea, y aún está por verse que el gobierno de Rubén Moreira esté dispuesto a brindar el apoyo efectivo que desde hace tiempo se le ha negado al desarrollo de Torreón.

Para poner de pie a Torreón, es indispensable erradicar las causas que nos llevaron a la debacle, a saber: la corrupción, la falta de transparencia en el manejo de los recursos públicos, el gasto excesivo en nómina y servicios personales y el endeudamiento irresponsable. Hasta que las nuevas autoridades municipales den muestras palpables de combatir estos vicios, se abrirán las posibilidades de mejoramiento y mientras eso no ocurra, permanecerán cerradas.

El nombramiento del mismo director de Servicios Municipales de la administración anterior de Eduardo Olmos, que es la peor de la que se tenga memoria, revela un lamentable continuismo que opera en sentido contrario al clásico "beneficio de la duda" que se les suele conceder a los gobiernos que inician. Del mismo mal funcionario, no cabe sino esperar la misma mala operación de los servicios públicos y como consecuencia, los mismos malos resultados.

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