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Marco macroeconómico

SALVADOR KALIFA

El viernes de la semana pasada el Ejecutivo federal presentó al Congreso de la Unión su Programa Económico para 2015 (Programa), contenido en los Criterios Generales de Política Económica (Criterios), la iniciativa de Ley de Ingresos y el proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación.

El Programa es el primero elaborado por la administración del presidente Enrique Peña Nieto (EPN) después de aprobados los cambios constitucionales en 2013 y las leyes secundarias en materia de telecomunicaciones, competencia económica y energía, principalmente, durante 2014.

Sus previsiones, por tanto, eliminan el escenario inercial del año pasado y dejan sólo aquel que se beneficia de dichas reformas, cuyos efectos positivos casi no se perciben en 2015, pero se hacen más evidentes a partir de 2016.

Es probable que el Congreso modifique marginalmente algunas variables del marco macroeconómico, como son el precio del petróleo, el déficit público y, quizá el precio del dólar, pero en lo esencial se mantendrá lo propuesto por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) en los Criterios.

Nuestras autoridades reconocen ahí que una de las fuentes para el crecimiento de nuestra economía provendrá de la aceleración en el crecimiento esperado en los Estados Unidos (EU). Se prevé que durante 2015 la economía de EU crezca 3.0 por ciento, frente al 2.1 por ciento estimado para 2014, lo que en general coincide con las previsiones de los especialistas estadounidenses.

La expansión económica esperada para EU se basa en que: 1) el consumo privado repuntaría por la mejoría del mercado laboral, buenas condiciones de acceso al crédito, aumento de la riqueza financiera de los hogares y mayor confianza del consumidor; 2) aceleración de la inversión privada por un entorno financiero propicio, necesidades de renovación y ampliación de la capacidad productivas, recuperación del mercado de vivienda y mayores ganancias de las empresas; y 3) la política fiscal que ya no sería restrictiva.

Con este marco de referencia, los Criterios mantienen para 2014 la expectativa, desde mi punto de vista muy optimista, de un crecimiento de 2.7 por ciento del PIB real, mientras que esperan un número más realista de 3.7 por ciento en 2015, inferior al 4.7 por ciento que el Gobierno traía en abril de este año.

Otra vez, como en los años anteriores, se espera que la inflación cierre en 3 por ciento en 2015, igual que la meta del Banco de México (Banxico), y se estima que sea de 3.9 por ciento para diciembre de 2014.

La previsión para 2015 es, desde mi punto de vista, optimista, ya que hasta ahora la meta oficial no se ha alcanzado desde que se planteó lograr por primera vez en diciembre de 2003. Me parece, además, que un mayor dinamismo económico y posibles presiones sobre el precio del dólar facilitarán el traslado de costos a los precios durante el año próximo, lo que quizá mantenga la inflación por encima de la meta oficial.

Es interesante cómo el Programa considera que Banxico podría comenzar a elevar su tasa de interés objetivo, muy probablemente en respuesta al alza esperada de la tasa de referencia de la Reserva Federal (Fed). Es así como anticipa que la tasa de rendimiento de los Cetes a 28 días se ubicará en 3.5 por ciento al cierre de 2015, frente al 3.0 por ciento esperado en diciembre de 2014.

El tipo de cambio promedio previsto para 2015 es de 13.0 pesos por dólar, muy similar al que se estima para el cierre de este año (13.1 pesos por dólar). Me parece, sin embargo, que la conclusión del programa de compras de activos financieros por parte de la Fed y el alza esperada en su tasa de referencia en algún momento del año próximo harán más factible una depreciación de nuestra moneda, que la leve apreciación prevista por la SHCP, en gran parte basada en los efectos positivos esperados de las reformas sobre los flujos de capital durante 2015.

En resumen, el Programa es realista en algunas variables y optimista en otras y, como ha sido la tónica de la administración de EPN, apuesta por un mayor dinamismo de nuestra economía en los próximos años como resultado de los cambios estructurales recién aprobados, que me temo tendrán un impacto a partir de 2016 más modesto al esperado por nuestras autoridades.

En ese sentido, considero muy alegre la previsión de mediano plazo de un crecimiento de la economía superior al 5 por ciento en promedio entre 2016 y 2020, que se basa en una expectativa demasiado optimista sobre la respuesta a las reformas (energética y de telecomunicaciones) por parte de la inversión y los flujos de capital externo, y subestima obstáculos estructurales severos (en campos como el laboral, educativo y de regulaciones gubernamentales) que seguirán limitando el dinamismo de nuestra actividad económica.

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