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Márgenes de utilidad y confianza

ROGELIO RAMÍREZ DE LA O

Es de sobra aceptado que el motor de la inversión continua es la utilidad del productor, que al reinvertirse amplía la capacidad productiva y el empleo. Esto depende de que el productor tenga márgenes, es decir, un superávit por encima de costos, intereses de la banca e impuestos. En México la erosión de márgenes de empresas no oligopólicas ya tiene mucho tiempo.

Mucho se comentó la estrepitosa caída de la confianza del consumidor en 15.5% anualmente en enero. Pero poco se dice que la confianza del productor cayó 5.7%. Su mayor caída fue en el componente sobre la pregunta de si este es un buen momento para invertir.

Por la misma razón, la industria manufacturera no muestra el mismo panorama positivo que en Estados Unidos, siendo el sector más cercanamente relacionado con ese mercado.

Hay varias explicaciones de la caída de la confianza de los productores, entre ellas la falta de seguridad, la caída de la vivienda, el freno al gasto público y la débil demanda de consumidores. Una más es el deterioro de los márgenes de utilidad.

Así, la inflación de precios al consumidor aumentó 4.2% anualmente hasta la primera quincena de febrero. Dentro de ésta, la energía y otros precios autorizados por el gobierno aumentaron 11%.

Pero los precios de los productores sólo aumentaron 2.0% en el año transcurrido hasta enero y los de la manufactura, el sector más competitivo aumentaron 1.4%. La industria absorbe así el fuerte aumento de costos, al no poder pasar éste a precios por el bajo poder de compra del consumidor.

Los trabajadores están en una situación similar, pues los salarios contractuales sólo aumentaron en el mismo mes 3.9% para todo el año. Con una inflación de canasta básica de 6.2% hasta enero, ellos sufren un impacto negativo y el mercado pierde poder de compra.

Los márgenes de productores, así como el salario real de los trabajadores están atrapados entre aumentos de precios que dicta el gobierno, como en la energía, y los altos precios oligopólicos. Tan bajos márgenes no justifican ni animan a más inversiones y menos con un mercado de consumo tan débil.

Un ejemplo de los costos que castigan los márgenes está en el debate de la reforma a la ley del servicio ferroviario, donde los productores de acero pagan tarifas de transporte entre 37% y 57% mayores que en Estados Unidos y abusos para interconectar su carga con la ruta de otra empresa ferroviaria. Craso error del esquema de privatización de ferrocarriles de 1995.

Para colmo en el caso del acero, China tiene hoy un sobrante de más de 140 millones de toneladas de capacidad de acero que intentará vender al mundo, aun tumbando precios.

La debilidad de mercados y precios ocurre en muchos países, pero en México es más desventajosa por la alta presencia de oligopolios. Se han hecho reformas que en teoría harían los mercados más competitivos, pero hasta la fecha no hay reducciones generalizadas de precios de oligopolios.

Las expectativas de inflación de mediano plazo, según el Banco de México, siguen ancladas a su cifra-objetivo, lo cual significaría que la debilidad de precios de los productores competitivos debe continuar como hasta ahora, nada halagüeño para la inversión privada. Tampoco lo es para la estimación de crecimiento de 3% del Fondo Monetario Internacional.

Alcanzar este crecimiento, de por sí menor a la estimación oficial, requeriría de más inversión y por lo tanto de mejor perspectiva de márgenes de sectores competitivos. Sólo así mejorará la confianza en el futuro económico. Esto no se ve aún en el horizonte.

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rograo@gmail.com

(Analista económico)

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