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ANTES DE PARTIR

Antes de partir, porque no sabemos el día ni la hora en que vamos a ser llamados, es importante reconocer al Padre Celestial todo aquello que nos ha maravillado en nuestro paso por este mundo. Debido a la falta de espacio, mencionaré tan sólo una mínima parte de esas cosas que desde niño me han sorprendido y que me conducen a un estado anímico de infinito agradecimiento al Creador por todo lo que hizo en el Universo, del cual, afortunadamente somos partícipes.

El amor generoso de Dios hizo posible que muchos seres humanos hayamos nacido sin merecerlo en una familia cristiana, y eso tiene una gran importancia porque los valores morales y las tradiciones se han ido transmitiendo de generación en generación. Nuestra fe y nuestra esperanza tienen sus bases sólidas en esa estructura familiar diseñada por el Señor. Dentro de esa importante organización doméstica, ocupan un sitio muy especial el amor incondicional de las madres para con sus hijos, y el de los abuelos para con sus nietos.

El milagro de la vida que comienza en el vientre materno como algo tan pequeño que el ojo humano no lo puede ver, y durante nueve meses se va desarrollando hasta convertirse en una criatura completa que se mueve, piensa y actúa, y que tiene un alma que será eterna, es algo que nos deja prácticamente sin palabras.

Desde que tenía seis años, me ha llamado la atención la fuerza increíble de las tormentas. En ciertas épocas del año, en la huerta de mi padre llovía a cántaros y yo me asustaba por los rayos y el ruido de los truenos. También me atemorizaba la idea de que por la humedad de la lluvia se nos cayera el techo de los cuartos y no tuviésemos dónde guarecernos. Sin embargo, al mismo tiempo que rezaba para que todo volviese a la normalidad, reconocía el poder y la generosidad del que todo lo puede.

Con el tiempo, poco a poco me fui dando cuenta de la obra maestra que es el cuerpo humano. El cerebro y los cinco sentidos que tenemos no pasaron desapercibidos. Últimamente me ha sorprendido mucho la importancia de la sangre con todos sus increíbles componentes: los glóbulos blancos o leucocitos, la hemoglobina, las plaquetas, y los glóbulos rojos o eritrocitos.

Después del cuerpo humano, que es una verdadera maravilla por todo aquello de lo que está formado, "la naturaleza" es la segunda obra maestra de ese gran Artista de la Creación. Las selvas, los bosques y los desiertos, siempre me han deleitado y quisiéramos que se hubiesen quedado intactos como lo fueron hace millones de años. La fuerza de los terremotos, de los tornados y de los huracanes nos hablan del poder infinito de Dios. Las nubes y el agua, de su generosidad. Ver un volcán en erupción, no tiene precio. ¡Cómo me hubiera gustado pasar una temporada en la época en que los dinosaurios reinaban sobre la Tierra! Debe de haber sido un espectáculo sorprendente.

Algo verdaderamente impresionante se da en las profundidades de los mares y océanos. Cuando hablamos de "la fauna abisal" nos referimos a ciertas especies de animales marinos que nadan libremente en el espacio oceánico entre 3,000 y 6,000 metros de profundidad, y nunca se aproximan a la superficie, con excepción de algunas especies. Su apariencia es monstruosa en su mayor parte y se sospecha que tan sólo se ha descubierto una pequeña parte de todos esos seres increíbles.

El milagro de una semilla que con el tiempo se transforma en un hermoso árbol, siempre me ha dejado atónito. No podemos entender que algo tan pequeño se convierta en un majestuoso árbol que da fruto, y no sólo eso, sino que también sea refugio para que muchas aves hagan sus nidos.

Los arco iris, las auroras boreales, las montañas majestuosas con sus abismos y acantilados, los ríos subterráneos, los eclipses y los bellos atardeceres, los lagos y las lagunas transparentes, las bellísimas cataratas de Iguazú, el mar, el vuelo majestuoso de las aves, y los manantiales de donde misteriosamente brota agua, son motivo de reflexión y sobre todo de agradecimiento. Te doy las gracias Señor por el exquisito sabor de los mangos y por el bello plumaje del quetzal.

Los millones de planetas y galaxias que existen en el Universo están prácticamente flotando en el espacio por ausencia de gravedad independientemente de su peso y su volumen. Esto es una maravilla que nos hace sentirnos muy pequeños.

La conciencia, esa pequeña voz que no sabemos de dónde viene, pero que nos dice con claridad lo que estamos haciendo bien y lo que estamos haciendo mal, no deja de sorprendernos.

Dios dotó a cada persona con un rostro, una manera de ser, de pensar y de actuar diferente, incluso con huellas dactilares únicas, que nos hace distintos a cualquier otro ser que exista o haya existido en el mundo. Esto nos habla de un gran respeto del Señor para con sus creaturas.

La verdad es que no podemos irnos de este mundo sin recobrar cuando menos un poco esa capacidad de asombro y de agradecimiento que hemos perdido. El Señor nos permitió vivir en un mundo originalmente hermoso, con paisajes increíbles llenos de flores, aves de bellos plumajes, y con una variedad enorme de alimentos nutritivos. Nos dijo que todos éramos hermanos y que deberíamos de amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado. Sin embargo, la... MÁS EN LA PÁGINA 6

  Por: Jacobo Zarzar Gidi

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