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Jacobo Zarzar Gidi

LUCHANDO CONTRA EL CÁNCER

No todos pueden vencer el cáncer. Algunas personas van a sucumbir a él. Sin embargo, si usted trata de pelear, tiene una oportunidad de vencerlo. Seamos positivos, elemento esencial para comenzar la gran batalla. No se sienta culpable si intenta algo y siente que no le está ayudando. La mayor causa de mortalidad por cáncer es debido al individuo que iguala a la muerte con el cáncer. Cáncer es una palabra, no una sentencia.

Si una persona no trata, no hay manera que pueda vencerlo. Y además el tratar puede mejorar la calidad de vida, porque lo peor es esperar a morir sin ninguna esperanza. Debemos pelear por vivir, en vez de esperar a morir. La actitud mental juega un papel muy importante en la recuperación del cáncer. La mayoría de los oncólogos concuerdan en que si el paciente cree que va a morir debido al cáncer, éste tiene razón y no puede salvarse. Esto no quiere decir que si el paciente cree que se recuperará, va a hacerlo necesariamente, pero al menos se da la oportunidad.

La esperanza juega un papel muy importante sin importar la edad que tengamos. No nos desmoronemos cuando enfrentemos malas noticias sobre nuestra enfermedad, porque después de cerrarse alguna puerta, sorpresivamente el Señor nos abrirá otra. Es de todos sabido que la falta de confianza afecta la química del cuerpo. La más grandiosa fuerza en el cuerpo humano es la tendencia natural del organismo de curarse a sí mismo. Por lo tanto todo comienza con creer y estar convencidos de que nos vamos a aliviar.

Esta lucha requiere de toda nuestra dedicación para vencer los obstáculos que se vayan presentando, así como de un gran impulso para ganar la victoria sobre el cáncer. Las probabilidades de recuperación serán mucho más grandes si tenemos un verdadero y ardiente deseo de vivir.

Muchas cosas no nos agradarán en los tratamientos, habrá dolor y sufrimiento, y seguramente, muchas experiencias nuevas e inesperadas, pero el fin justifica los medios y un día usted podrá verse libre de esa malignidad que amenaza su vida. El problema del cáncer no se puede solucionar con unas palabras mágicas que usted le diga a su médico: "Oiga doctor, ¡cúreme!". Es un problema de conocimiento de la enfermedad y de usar cada gota de energía de forma organizada para concentrarse constructivamente en la eliminación del cáncer. Nunca mire hacia atrás, ahora puede tener su oportunidad.

Un niño en Carolina del Norte tenía linfoma de Burkitt. El padre, desesperado y buscando a la persona más capacitada para que curase a su hijo, localizó y llamó al Dr. Burkitt en Londres, quien le aconsejó que había dos centros en América donde trabajan los expertos más grandes en el tratamiento de dicho linfoma: El instituto Nacional de Cáncer en Washington y M. D. Anderson en Houston. "Usted no puede encontrar otros dos sitios mejores en el mundo entero. Ahora no soy la persona adecuada para tratar al niño. Me encuentro 20 años atrasado en el conocimiento que tienen actualmente esos expertos en lo referente al tratamiento".

Si al problema físico que implica tener cáncer, le añadimos otro problema que nosotros construimos estando tristes, hundidos, temerosos, de mal humor y deprimidos, entonces ya tenemos dos problemas y batallaremos más para erradicar el cáncer. En los peores momentos podemos decir: "Aunque las estadísticas para mi problema son terribles, no quiero formar parte de una estadística, voy a hacer todo lo posible para convertirme en un sobreviviente de mi enfermedad".

Usted no debe sentirse "sin valor" por tener cáncer. Al encarar la muerte, estamos aprendiendo cómo vivir. Dígale a sus seres queridos lo que siente por ellos, que no lo escuchen lamentarse de su suerte los pequeños de su casa porque ellos no tienen la culpa de nada, afronte todo con valor y pídale a Dios más fortaleza. Sea bondadoso consigo mismo. Aprenda a perdonar y a perdonarse. El Señor ha sido generoso con los años saludables que tuvimos, y es el momento de ser agradecidos por cada día que se nos ha otorgado. De ahora en adelante, cada momento será especial para nosotros y no volveremos a considerar que el siguiente amanecer será igual a los anteriores. Cada minuto, cada hora, es un regalo inmerecido de gran valor.

No pierda la fe, eso sería lo peor que pudiera sucederle; al contrario, increméntela porque será un soporte importante en los acontecimientos futuros. Ofrezcamos nuestros sufrimientos a Dios para que más adelante, cuando transcurran los años, no les pase lo mismo a todas aquellas personas que en la actualidad nos aman.

En los momentos de mayor descontrol, cuando sospechemos que algo no marcha bien con nuestra enfermedad, pidamos mayores oraciones a las personas que nos rodean, y unámonos más a Jesucristo para que con la generosidad que le caracteriza, nos conduzca cuanto antes, del sufrimiento a la salud y de la salud a la paz.

Jacobozarzar@yahoo.com

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