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Columna póstuma de Jacobo Zarzar Gidi

LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL

"Ven a mí, dulce Pan de la Vida,

Ven, consuela mi amargo dolor.

Soy la oveja que andaba perdida,

Lejos, muy lejos de Ti, mi Señor".

Durante los últimos años, en nuestra sociedad, "el espíritu" ha sido relegado. Recordemos que el espiritualismo es una doctrina opuesta al materialismo que admite la existencia del espíritu como realidad sustancial. Es por eso importante redimensionar el valor de esta palabra que se está perdiendo debido a nuestras prisas, descuidos, ambiciones, mentiras, miserias y pecados.

El alma es la vida. Dios nos la da a través de una animación del cuerpo. Los animales y las plantas tienen alma, pero no tienen espíritu. El espíritu es la parte divina del ser humano. Cuando nosotros nos alejamos de esa relación especial con lo espiritual, nos materializamos, y es por eso que los que se hallan en esa situación, a pesar de que buscan la felicidad en muchas partes, no la encuentran. El dinero, las propiedades y la fama, no les basta. Los hombres que van por el mundo comprando placeres e ignorando los valores que emanan de la dimensión espiritual, siempre serán infelices.

La gente se ha hecho empirista. Solamente cree en lo que puede ver, tocar y sentir. Todo esto a pesar de que el Señor nos ha dado suficientes motivos para que creamos. Hizo generosos milagros para que los ciegos vieran, los sordos oyeran, los paralíticos sanaran y los leprosos quedaran limpios, sin embargo, nuestra fe sigue siendo bastante débil. Nuestro corazón ha seguido latiendo sin parar durante tantos y tantos años, y ni siquiera le hemos dado gracias a Dios por ello. Cuando la tempestad arrecia, sentimos que nuestra barca se hunde. Jesucristo quisiera ya no hacer más milagros, quisiera que creyéramos por la fe. Somos tan soberbios, que siempre pedimos pruebas, pruebas y más pruebas, y al verlas, tampoco creemos. Pidámosle al Espíritu Santo un soplo de espiritualidad que tanta falta nos hace.

Vivimos en un mundo racionalista, somos muy complicados, ya no somos sencillos como lo éramos en un principio. Estudiamos una carrera, obtuvimos una maestría y tal vez un doctorado, pero hemos perdido la naturalidad. Que nuestra fe no dependa de sucesos extraordinarios, miremos con humildad una pequeña semilla. Ella se transformará con el tiempo en un árbol majestuoso que dará sombra y cobijo a las aves del campo.

El ser humano se ha encontrado con otros dioses que lo han distraído, y por lo tanto no está sano. ¿Cómo pueden estar sanos esos hombres que matan a su mujer como ocurre en España? En lo que va de este año, 50 mujeres han sido asesinadas en ese país por sus maridos. ¿Cómo puede una nación ser sana, cuando en Alemania se fletan aviones con empresarios que viajan a Filipinas y a Bangkok en Tailandia para hacer sexo con infantes? En esos lugares, un millón doscientos mil niños menores de doce años se prostituyen con la aceptación de sus gobiernos, y en la mayoría de los casos de sus progenitores (es una tradición que ciertos padres de familia tengan 6, 8 ó 10 hijos, con la única finalidad de ganar dinero al prostituirlos). ¿Cómo puede México estar sano cuando la violencia se ha entronizado en su población y dejamos de ver a nuestro prójimo como a un ser humano? ¿Cómo puede el mundo estar sano si millones de madres matan a sus propios hijos al abortar intencionalmente?

El doctor Ricardo Castañón -científico e investigador que anteriormente se declaraba ateo- nos dice en una de sus conferencias "que desde el año 1945 -cuando terminó la Segunda Guerra Mundial- el mundo solamente ha tenido hasta la fecha, seis días de paz". Y añade: "100 millones de personas murieron en el siglo pasado en conflictos bélicos". "Lo más triste -recalca: es que entre el año 1990 y el 2000, fallecieron 7 millones de niños por las guerras que el hombre ha creado". "Un ser inteligente -nos aclara- no es posible que actúe así". ¿En qué momento sacamos "el amor" de nuestra vida…?

Dios está siempre al pendiente de sus hijos, somos nosotros los que le damos la espalda. Somos nosotros los que no queremos estar cerca de Él. Somos nosotros los que no nos acordamos de ir a Misa los domingos (solamente un 15% de los bautizados asiste). Tenemos presente al Señor cuando las necesidades nos asfixian, y cuando un ser querido sufre por alguna enfermedad.

Jesucristo nos dice: "Yo soy un mendigo, porque estoy siempre esperando que el hombre esté dispuesto a darme su corazón. Eso es lo único que espero, pero todo depende de su propia voluntad, porque el hombre es libre para amarme. Él puede tener otros dioses, pero yo lo he creado para poblar el Cielo. Yo no soy un Dios que castiga, soy un Dios que se apena por el pecado. No te condeno, lo que deseo es más bien salvarte, quiero sacar de la muerte, VIDA, porque Yo he vencido a la muerte". Pese a que el Señor murió hace dos mil años, lo seguimos crucificando hasta el día de hoy. Hemos perdido el sentido de la oración y seguimos perfeccionando las maldades que brotan de nuestro interior. Si conociéramos al que nos ama, al que nos llama, al que insiste, al que nos inspira, al que nos sostiene, al que nos sana. ¡Si lo conociéramos…! Se nos olvida que en nuestra debilidad, Él es nuestra fuerza. Donde no hay amor, pongamos amor y sacaremos amor.

Muchas personas descubren la existencia de Dios a una edad avanzada. Cuando menos eso está bien, pero no basta creer en Él, lo importante es quererlo como a un Padre. Pasar por la vida sin amar al Señor, es no haber vivido.

¡Señor, enséñanos otra vez a amar…! Pongamos a Dios en el centro de nuestra vida, no enfriemos nuestro corazón por ser el único lugar cálido donde puede descansar. Él nos dice: "¿Qué te hace pensar que por ser Dios no merezco ternura…?".

jacobozarzar@yahoo.com

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