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AMNESIA DE AMOR

Columna póstuma de Jacobo Zarzar Gidi

En esta ocasión, voy a relatar la historia verdadera de un matrimonio que durante 32 años vivió en la ciudad norteamericana de Houston, Texas. El esposo trabaja en una compañía petrolera y gana un buen sueldo, que le ha permitido adquirir acciones de la misma empresa, que en los últimos años ha tenido rendimientos positivos. Ella, de origen tailandés, mujer trabajadora, amante de la naturaleza, buena cocinera y excelente esposa, que supo invertir los ahorros del marido comprando dos hermosas casas, una en Hawaii y otra en Tailandia.

Debido a que el esposo estaba próximo a jubilarse, los dos planearon vivir el tiempo que les restaba de vida pasando seis meses en Hawaii y otros tantos en Tailandia. Tomando en cuenta las ilusiones que tenían para su retiro, ella se trasladó a Hawaii para recibir la casa que tenían rentada y decorarla al gusto de su marido. Allí permaneció tres meses y medio.

Cuando regresó a Houston, su corazón rebosaba de felicidad, ya tenía preparado un nuevo hogar que disfrutarían juntos. Esa noche, los dos vivieron con intensidad todo el amor que supuestamente se había reservado el uno para el otro en esas quince semanas. Pero, al día siguiente, él le confesó, que durante su ausencia había conocido "a una mujer maravillosa" que era "su alma gemela" y por lo tanto le pedía el divorcio.

Tomando en cuenta las tradiciones y costumbres tailandesas, ella se sintió muy ofendida. Durante 32 años le había dado todo su amor al marido y lo que menos esperaba en esos momentos era una traición. Sin decir absolutamente nada, se puso a empacar sus pertenencias. Cuando llegó su marido a casa después del trabajo, se sentó junto a él y hablaron brevemente acerca de la repartición de los bienes que habían adquirido durante los años en los cuales duró su matrimonio. El marido dijo que la casa de Tailandia se la dejaba a ella, porque allá estaba su familia, y que él se quería quedar con la de Hawaii, pero como ella no contaba con un trabajo seguro, finalmente accedió a entregársela también en propiedad por si la quería vender para hacerse de efectivo.

Sin dar marcha atrás en su decisión, la señora le pidió a una sobrina que la acompañara en su viaje a Hawaii. En realidad, ya no deseaba saber nada de la ciudad de Houston por los recuerdos tristes que su matrimonio le dejara. Antes de partir rumbo al aeropuerto, ella se despidió de Lucy -su mejor amiga, y le comentó lo que había sucedido con su esposo. También le dijo que durante los últimos días que pasó en Hawaii había estado enferma de pulmonía.

En el vuelo de avión, la sobrina la notó muy extraña y se dio cuenta que le temblaban las manos. Cuando llegaron a Hawaii, rentaron un automóvil para dirigirse a la casa que con tanto cariño había redecorado para formar su nuevo hogar. En el trayecto, la sobrina se alarmó al ver que manejaba como si estuviese drogada. En varias ocasiones estuvo a punto de chocar. La joven tomó el volante y se la llevó rápidamente al sanatorio para que la revisaran. Durante ese día y parte del otro, los especialistas le hicieron varios análisis para poder diagnosticar lo que tenía. Finalmente uno de los internistas le dijo a la sobrina que la señora estaba enferma de cáncer y que el mal ya había hecho metástasis en otros órganos importantes entre los que se encontraba el cerebro. La enfermedad había avanzado demasiado pronto, posiblemente por la depresión y la tristeza que le causó la destrucción de su matrimonio. La vida se le escapaba de las manos.

La sobrina llamó inmediatamente al ex-marido a la ciudad de Houston, le contó lo sucedido, incluyendo el poco tiempo que le restaba de vida. El esposo abordó el primer vuelo que estuvo a su alcance y se dirigió a Hawaii. Cuando entró al cuarto del hospital, a la moribunda se le iluminó el rostro. No se sabe si la alegría de volver a verlo provocó en ella una especie de amnesia que la hizo olvidar todo el mal que le había causado, o si el cáncer le dañó las zonas del cerebro en donde se encuentra la memoria que conserva los acontecimientos negativos. Fueron pocos los minutos que pasó con su ex-marido, se vieron a los ojos, se tomaron de la mano y lloraron juntos; en la mente de ambos aparecieron varias escenas de lo que fue su matrimonio. Finalmente ella le dijo al oído que deseaba morir con los suyos en Tailandia. Cumpliendo con su última voluntad, el marido la llevó en un avión especial con sus familiares al país asiático donde había nacido, y pocas horas después falleció. Un gran remordimiento lo ha estado golpeando hasta el día de hoy; no encuentra paz a ninguna hora. Para calmar su conciencia, tomó la determinación de donar la casa de Tailandia a los familiares de su esposa.

Ahora Lucy, que fue una de sus mejores amigas y vive actualmente en la ciudad de Houston, la recuerda con cariño. Pasan por su mente aquellas tardes maravillosas cuando la señora tailandesa le enseñara algunos secretos de la jardinería oriental que aprendió de su padre. Cuando le explicó cómo se prepara el abono de la tierra llamado "humus", que se consigue mezclando cascarones de huevo triturado, con las cáscaras de fruta y de verdura que se juntan diariamente en la cocina, hasta formar después de varios meses una sustancia coloidal de aspecto negruzco que resulta de su descomposición, y que es benéfica para las plantas. Lucy la recuerda, y al hacerlo brotan abundantes lágrimas de sus ojos.

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