MÁS ALLÁ DE LAS PALABRAS
LA FOTOGRAFÍA
La semana pasada descubrí en la Internet una antigua fotografía del tiempo en que nuestro abuelo materno Jorge Gidi se instaló en la ciudad de Eagle Pass. Aparentemente las fotografías son mudas, pero la verdad es que todas ellas nos dicen muchas cosas, siempre y cuando tengamos paciencia y las sepamos observar.
Después de que llegó la Revolución a la ciudad de Torreón, una persona desconocida y mal intencionada le dijo a la gente de Pancho Villa que mi abuelo tenía escondidas varias monedas de oro en latas de cuatro hojas. De inmediato fueron a buscarlo, lo tomaron preso y amenazaron con fusilarlo. Angustiada, mi abuela Sultane envió a dos de sus hijos varones: Jacobo y Chocre -los de mayor edad- para que intercedieran por su padre, pero el encargado de ese atropello no les hizo caso. La abuela tomó la Biblia entre sus manos y se quedó rezando en idioma árabe: "Adra Miriem", "Adra Miriem" (Virgen María, Virgen María).
Cuando ya lo iban a fusilar -porque no podía entregar lo que no tenía- los forajidos escucharon disparos de los federales que provenían del cerro más cercano. Esa confusión fue aprovechada por mi abuelo para escaparse. Varios años después, en otras avanzadas de los revolucionarios, saquearon el comercio del abuelo y robaron todos sus ahorros. En ese entonces, él vivía con su familia en la Avenida Hidalgo y calle Rodríguez, y su tienda se localizaba en un excelente punto de la avenida Hidalgo, frente a la antigua oficina de Correos, donde más adelante se instalaría la zapatería Tueme, que llegó a ser una de las más importantes de la República Mexicana.
Tomando en cuenta todos esos antecedentes violentos y que no había tranquilidad en el país para trabajar, mi abuelo tomó la importante determinación de irse a vivir a la ciudad de Eagle Pass, jurando no regresar a Torreón hasta que Pancho Villa hubiese muerto.
Encomendándose a Dios y sin perder el entusiasmo, abordaron con toda la familia y sus pertenencias el tren que se dirigía al Norte, con destino a Piedras Negras, pero al llegar a Parras de la Fuente, la máquina se quedó descompuesta durante tres días. Mi abuela buscó por todos lados quién le vendiera unas cuantas gallinas para dar de comer a su esposo y a sus hijos, pero nadie se las quiso vender.
Fueron situaciones difíciles las que pasaron los abuelos, y finalmente, después de una semana, todos llenos de tierra por las polvaredas, cruzaron la frontera. En Eagle Pass se instalaron, y mi abuelo volvió a empezar desde cero abriendo otro comercio de ropa. La fotografía a que me refiero en este artículo fue tomada en su tienda posiblemente entre los años 1920 y 1923. Es el único testimonio "vivo" que sus descendientes tenemos de esa época en que nuestro abuelo volvió a resurgir enfrentándose a las adversidades de la vida, y por lo tanto la consideramos muy valiosa. Antes de conocer la fotografía, sus nietos siempre tratamos de imaginar cómo habría sido aquella tienda, pero nos fue imposible, porque no teníamos una sola pista.
Ellos vendían -exhibidos en vitrinas de madera con cristal- un gran surtido de sombreros de caballero desde un dólar con 25 centavos, hasta tres dólares con 98; y en estanterías de madera tenían corbatas, camisas, paliacates, pantalones, y muchos otros artículos que colgaban del techo para que la gente los viera. En la parte superior, un letrero decía: "Gran barata, surtido completo en ropa hecha". Recordemos que en el año 1917, Venustiano Carranza estableció el orden, después de la anárquica circulación de los "bilimbiques" (billetes emitidos por diferentes Estados, bancos y facciones revolucionarias) con la acuñación de monedas de oro y plata para reemplazar el papel moneda. Gracias a eso, de 1917 a 1930, el peso se mantuvo bastante estable, a razón de entre $1.80 y $2.12 por dólar americano.
El 20 de julio de 1923, en un barrio de la ciudad de Parral, por la calle Gabino Barreda, fue emboscado y acribillado a balazos con una descarga cerrada de fusilería el general Francisco Villa, mientras se dirigía a una reunión manejando su automóvil Dodge. Villa quedó muerto en su automóvil recibiendo cinco balazos, tres hombres de su escolta fallecieron también, y dos quedaron heridos. La noticia de la muerte corrió como reguero de pólvora, siendo el periódico "El Siglo de Torreón", el primero en darla a conocer. Él se había retirado a la vida privada en la Hacienda de Canutillo y se dedicaba a las labores del campo. Pero "seguía siendo" un peligro latente para los intereses de los que en ese tiempo ostentaban el poder. Antes de su muerte, concedió entrevistas a periodistas norteamericanos, declaró que de ser necesario se volvería a levantar en armas, y esto preocupó a los antiguos enemigos de Villa: Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, que extraoficialmente fueron los conspiradores de su muerte.
Hasta Eagle Pass fue mi padre a pedir la mano de mi madre, y contrajeron matrimonio religioso en aquella ciudad el 17 de febrero de 1924. Todo iba bien para mis abuelos, hasta que un día, una gran crecida del Río Bravo inunda su tienda y pierden otra vez todo lo que tenían. Al ver la desgracia que les había acontecido, mis abuelos no se dieron por vencidos y de inmediato regresaron con su numerosa familia a Torreón. Era el 6 de agosto de 1924.
Pero Torreón ya no era el mismo después de todos esos años que permanecieron fuera. Otros comerciantes habían ocupado los puntos más estratégicos para la venta donde circulaba una mayor cantidad de gente, y mi abuelo tuvo que instalarse por la calle Cepeda número 412 sur, casi esquina con Presidente Carranza. Allí puso una nueva tienda y posteriormente una fábrica de ropa de nombre El Águila.
En sus últimos años, mi noble y valiente abuelo acostumbraba sentarse en su vieja silla de mimbre evocando el pasado, con la mirada aparentemente perdida. Recordaba, cuando siendo muy joven -en el siglo antepasado- llegó un día a pedir trabajo a la familia de mi abuela que tenía un próspero negocio de transportación de personas y mercancías entre Belén y Jerusalén, entre Belén y Beit Sahur, entre Belén y Nazareth, allá en su querida y tantas veces añorada Palestina. Fue en "Betlehem" donde se enamoraron, y posteriormente contrajeron matrimonio en el año 1903.
Mi madre nos llevaba todos los domingos a visitarlo en su casa, yo tenía únicamente cinco años de edad. Nos inculcaron besarle la mano para saludarlo, y siempre lo hicimos con mucho respeto. A Dios y a él, a la abuela y a mis padres, así como también a mis queridos abuelos paternos, les debemos estar ahora en este mundo. Algún día mis hijos y mis nietos también estarán agradecidos cuando volteen para atrás y conozcan la historia de su vida. El 22 de mayo de 1946 falleció el abuelo en la ciudad de México -a donde viajó para atender unas dolencias de su cuerpo-.
Pero, la verdad es que nuestros abuelos no se han ido. Una parte de ellos la llevan ahora nuestros nietos en su alma y en su cuerpo. A diario descubrimos el carácter fuerte, la nobleza, la audacia, el amor al trabajo, y la terquedad del abuelo, así como también las angustias, la ternura, el amor, y la espiritualidad de la abuela, en alguno de nuestros nietos. Ellos no lo saben, porque todavía son muy pequeños, pero más adelante se darán cuenta que una fuerza misteriosa les obliga a ser de tal o cual forma. Una fuerza oculta y avasalladora que proviene del pasado.
Señor Jorge Gidi con su esposa, la Sra. Sultane, en su tienda de Eagle Pass, durante los años veintes.
jacobozarzar@yahoo.com