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MÁS ALLÁ DE LAS PALABRAS

UNA CITA EN EL CIELO

Jacobo Zarzar Gidi

(SEGUNDA PARTE)

Amparo vivía a fondo el espíritu de servicio, fue ejemplo de vida cristiana desde pequeña, en los apuros siempre echaba una mano, sabía lo que había que hacer, nunca dudaba, jamás habló mal de nadie y siempre que alguien se excedía en su comportamiento encontraba motivos para disculparle. Buscaba integrar entre el grupo de amigas a las que veía más tímidas y solas. Donde estaba Amparo llamaba la atención. Si se acercaban chicos al grupo siempre se ponían a su lado, les decía a todos cosas amables, era muy guapa, se enamoraron de ella muchos jóvenes pero mantenía con todos una prudencia muy delicada.

Amparo, antes de casarse, ya tenía la disposición de tener los hijos que Dios tuviera a bien enviarle. Es un tema que tenía muy claro como se deduce de esta carta a una amiga suya: "Los hijos son un bien que Dios nos da, nos los da en depósito no en propiedad, no los podemos tener para satisfacción nuestra, para disfrutar de ellos y luego dirigir sus vidas, son unos seres que nos da para que los criemos, los formemos y los preparemos para Dios que es para lo que estamos en el mundo, y por tanto los padres han de saber prescindir de ellos cuando llegue el momento".

A finales de 1947, Dios le preparó una cita con el amor humano. Una tarde en Valencia, paseando por una calle muy concurrida en compañía de una amiga, conoció a un simpático joven, se llamaba Federico Romero. Se trataron, se enamoraron, y Amparo pensó que las ocasiones no pasaban dos veces en la vida. Federico nos relata que conoció a Amparo un día saliendo de Misa de los Dominicos paseando por la calle de La Paz con varios amigos. El suyo era un amor puro, total, conforme al plan de Dios para ella. Una vez describió a su futuro esposo en una de las trescientas cartas que guardan de su noviazgo: Fede, me quieres como yo había soñado ser querida y le he pedido a Jesús que si tú o yo habríamos de ser un obstáculo para la salvación del otro, que nos separara, luego, en seguida, que no lo fuéramos nunca.

El noviazgo de los dos fue como los de aquella época, muy distinto de lo que ahora se ve y se oye en la televisión, pero eso no quita que se quisieran mucho. Se tenían un gran respeto en la forma de tratarse; incluso antes de casarse, acordaron los dos de común acuerdo hacer una costumbre que habían oído llamada "La noche de Tobías", consistente en que los tres primeros días de matrimonio, éste no se consumaba, sacado de "El Libro de Tobías", del Antiguo Testamento. Durante ese tiempo, ambos rezaron devotamente para que el Señor bendijera su matrimonio, y que éste fuera para toda la vida, en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza.

Se casaron el 29 de noviembre de 1950. De la alegre ceremonia quedan algunas fotos entrañables, no eran años de abundancia, pero resultó una ceremonia digna. Luego se trasladaron a vivir a Madrid y de su amor nacieron once hijos: Federico, Asunción, Amparo, Carmen, Enrique, Nuria, Santiago, Miguel, Luis, Ángeles y Pati. Además Amparo soporta en los primeros años tres abortos con dos legrados y no se olvida de bautizar cuando ello es posible a los no natos. Ya antes de nacer sus hijos, Amparo se los ofrece al Señor diciéndole que si no se van a salvar cuando sean adultos, que se los lleve ahora, y pide para ellos en primer lugar la salvación del alma, y sólo después, que sean sanos, listos y guapos. Decidió que todos fueran bautizados en los tres primeros días de su nacimiento y que todas sus hijas llevaran en uno de sus nombres el de una advocación de la Santísima Virgen.

En 1953, se integra el matrimonio en la obra apostólica familiar -posteriormente Movimiento Familiar Cristiano, en el que llegaron a ocupar cargos directivos, su objetivo principal era acercarse a Dios y hacer apostolado con matrimonios y novios, mediante estudios, encuestas, charlas y retiros. En 1961 son nombrados miembros de la Primera Ponencia del Segundo Congreso de la Familia Española en la que intervienen activamente para que mantenga una orientación de acuerdo con la doctrina católica. Su preocupación por la buena doctrina motivó a Amparo a colaborar con una institución católica llamada "Biblioteca y Documentación" redactando votos críticos de carácter moral y literario sobre los libros que leía. Sabía que a los niños hay que hablarles de Jesús y de la Virgen desde muy pequeños enseñándoles a rezar e iniciándoles en la vida de piedad. A sus hijos no se les olvidó. Cuando iban en el coche casi siempre rezaban el rosario, y lo que procuraban es que un misterio lo llevara cada hijo para que participara más.

El matrimonio se preocupó especialmente de escoger para sus hijos colegios que combinaran bien la formación humana y religiosa. Hay que recordar que Amparo estudió en el Sagrado Corazón de Godeya; la buena educación cristiana que allí recibió, quiso que también la recibieran sus hijas. A éstas las matricula en el Sagrado Corazón y los chicos asisten al colegio de los Marianistas Santa María del Pilar. A fin de reducir gastos, Amparo tuvo que llevar el almuerzo al medio día a sus hijas para que se lo tomaran en una cafetería, sin importar que eso exigiera un gran esfuerzo personal.

Jacobozarzar@yahoo.com

CONTINUARÁ EL PRÓXIMO DOMINGO.

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