El gladiador Máscara Año 2000 ha encontrado la forma de mantenerse vigente en la lucha mexicana a través de la enseñanza. Máscara Año 2000 alista nuevos talentos
Sobre el ring Máscara Año 2000 construyó una carrera llena de rudezas con la que atemorizó la arena México y sus alrededores. Hoy lucha de vez en cuando para no perder la costumbre, pero ha encontrado otra manera para seguir vigente en el pancracio, y es a partir de la enseñanza a los nuevos valores que prepara en su propio gimnasio, a un costado del Metro La Viga.
Empezó hace cinco años en conjunto con una organización civil, había que dar clases de lucha pero no había maestros, "no quería dar clases pero después de un tiempo me ha servido como terapia para distraerme con la energía de los chavos".
Mascara Año 2000 cree que las nuevas generaciones están viciadas, "porque más que lucha parecen peleas de cantina. No entiendo el concepto de modernizar, porque la lucha libre no cambia, si todos somos buenos la gente se aburre. Creo que se ha perdido la esencia, ya no hay la misma pasión que antes".
Desde su óptica, los nuevos chavos crecen con una mal idea de lo que es la lucha libre, "así que trato de inculcarles que las bases siguen siendo las mismas. Ahora se buscan cosas que no tienen sentido, se distorsiona el espectáculo con sillas, mesas, se la pasan volando de la primera a la última lucha, no hay originalidad".
Entiende que sólo con el ejemplo puede cambiar a las nuevas mentalidades: "Al pueblo que fueres has lo que vieres. Ellos están contentos con lo que se practica aquí, entienden cuál debe ser su papel en el ring y que hay que hacerlo con respeto".
En ese mismo sentido, el gladiador añadió que "ya me gustó enseñar y si es en pro de la lucha claro que seguiré dando guerra. Mientras el cuerpo aguante ahí estaremos, aunque ya no dedicados al cien".