Durante el presente mes de junio, los habitantes de La Laguna de Coahuila observan el proceso de elección de los diputados locales que les representaran en la próxima legislatura estatal; son cinco los distritos electorales donde se elegirá igual número de diputados de los 10 municipios que conforman esta región, en uno de los cuales se agrega el de Sierra Mojada.
Valdría la pena revisar sus propuestas de campaña porque quizá algunos de los ciudadanos con derecho a votar en estos distritos las desconocen, tengan una idea vaga de ellas, o también haya quienes estén debidamente enterados; comúnmente, sus campañas se centran en, por un lado, asuntos locales sobre problemáticas específicas que les plantean los habitantes de colonias urbanas o comunidades rurales del distrito que aspiran representar, y por el otro, en temas de trascendencia estatal.
En el primer caso, sus propuestas parten de demandas sociales que los candidatos retoman y se comprometen a gestionar directamente o apoyar la gestión que los ciudadanos realizan ante las oficinas de gobierno que les compete atender, y en ello destacan cuestiones como el empleo, infraestructura urbana, servicios públicos, seguridad, por mencionar las más referidas en sus programas de campaña.
En el segundo, consideran aspectos que tienen que ver con la legislación que realizará el congreso local para regular el quehacer de las instituciones estatales o municipales, organismos de la sociedad u otros tópicos sobre el trabajo o la vida de los ciudadanos en la entidad. Entre ellos, destaca la revisión y aprobación de la cuenta pública estatal, es decir, la forma en que se asignarán los recursos que conforman el presupuesto que ejercerá el ejecutivo del estado.
También es común, y no sólo entre los candidatos a diputados locales, sino de los demás cargos de elección popular, que los temas ambientales sean relegados a segundo o tercer término, observándose como asuntos tangenciales que no tienen trascendencia en la vida de sus representados, omisión, voluntaria o involuntaria, que a los ciudadanos de esta región debe preocuparnos porque vivir en una de las cien zonas más contaminadas del planeta no debe soslayarse.
Ciertamente, la falta de empleo, particularmente entre los jóvenes, derivada entre otros factores de la sequía de inversiones, como la llaman los empresarios locales, debido, también, entre otras causas, de la concentración del gasto público y la promoción económica en las capitales de los estados; o la inseguridad que ha prevalecido en la región durante más de media década, que aunque hayan descendido sus índices más no los hechos violentos, son temas que preocupan a la mayor parte de los ciudadanos laguneros, mismos que cada aspirante a un cargo público retoma y convierte en tema de campaña.
Sin embargo, el hecho de que la población que representarán en el congreso estatal, o un porcentaje importante de ella, quienes tienen una situación social precaria, no puedan acceder a un servicio básico como es el abasto de agua potable, debe preocuparles porque si bien la cobertura de agua entubada, como señala el Inegi, es alta, incluso superior que la media nacional, no es agua potable porque se les suministra contaminada debido a las elevadas concentraciones de sales tóxicas como arsénico, al grado que el mismo director general de la Conagua lo reconoce, aunque la Ssa no quiera hacerlo, con una postura omisa vergonzosa, como problema de salud pública.
Dirán los candidatos a diputados locales que el asunto del agua es un problema federal, que compete a un organismo de este tipo resolverlo, que ellos lo que podrán hacer es proponer un punto de acuerdo para exhortar a la Conagua, la Smartnat o la Ssa para que lo atiendan, lo voten, emitan el exhorto y continúen su agenda, algo así como lavarse las manos.
En el caso de los candidatos a diputados locales se observa que poco pueden hacer por resolver estos asuntos, los de un partido como el que gobierna, porque se sujeta a los dispuesto por su gobernador en turno y, por más que quisiera influir en la asignación del presupuesto para dirigir los recursos hacia su ciudad o distrito, a atender los asuntos urgentes o prioritarios que los ciudadanos le expresaron durante la campaña, se ve limitado porque debe obediencia, también derivada del palomeo que se origina en la casa de gobierno. Los de oposición, que comúnmente en nuestros estados vecinos son minoría, tampoco pueden incidir en las decisiones políticas estatales y, por consecuencia, en la asignación de los fondos públicos.
Quizá los ciudadanos nos preguntemos cuál es pues la función real de los diputados locales, si constituyen verdaderos líderes que, con legítima aspiración de ser legisladores, propia de todo ciudadano en una democracia, puedan contribuir en la solución de problemas que, como el de agua, no la entubada sino la potable, parecieran como básicos, pero ciertamente no lo son, porque limitar esas soluciones a poner filtros en las llaves de las viviendas o en los pozos de bombeo de agua desde donde se suministra a los domicilios, es, desde luego, insuficiente.
En este caso, insistiendo, el del agua potable, que quizá sea menos arriesgado que proponer soluciones que confronten a los cárteles delictivos, o el de las inversiones que podrían decirle a sus gobernadores atiendan a sus representados, requiere atender un efecto derivado del problema ambiental más importante que enfrentamos los laguneros, de los municipios de uno y otro estado, que es la sobreexplotación y contaminación del acuífero.
Quizá también para nosotros, como simples ciudadanos, es una aspiración legítima tener entre los legisladores líderes que atiendan, presionen o se unan a la denuncia ciudadana, ante las dependencias responsables de regular el agua, el ambiente y la salud, para que pongan orden y frenen esta lamentable situación en la que unos pocos pudientes empresarios agroganaderos sigan lucrando con el agua, mientras que miles de personas somos afectados.
